Lo sentimos, esta vez hemos tardado un pelín más de lo habitual en contarte nuestras primeras impresiones del viaje a Tailandia. Principalmente, porque los 18 días fuera de casa lo convierten en el periplo más largo que hemos hecho nunca con nuestros hijos y hemos necesitado mucho más tiempo para reponer fuerzas y asimilar todo lo que hemos vivido por el antiguo reino de Siam. La resaca tras viajes a destinos tan lejanos suele ser bastante dura física y mentalmente, pero después de descansar un par de semanas ya estamos al 100% y con muchas ganas de contarte las sensaciones de esta fascinante aventura.
A priori, viajar a Tailandia con niños pequeños puede parecer una odisea titánica. Las distancias entre España y el sudeste asiático son abismales, las temperaturas (junto con la humedad) son bastante más elevadas que las que tenemos por aquí y la gastronomía tailandesa (aunque nos encanta) quizá no sea la más vistosa a ojos de los peques. Sin embargo, creemos que hemos sabido adaptarnos a su ritmo y necesidades hasta que se aclimataran a las novedades y, sin duda, será una experiencia que recordarán toda la vida.
Viajar a Tailandia con niños pequeños
Nuestro itinerario por Tailandia fue bastante clásico, con la salvedad de un par de excursiones fuera de ruta. En el centro del país visitamos Bangkok, sus alrededores y Ayutthaya. Al norte estuvimos por Chiang Mai y el parque nacional de Doi Inthanon, mientras que por el sur exploramos el parque nacional de Khao Sok y descansamos en las playas del norte de Koh Phangan en una zona muy tranquila y alejada de el emplazamiento de la famosa Full Moon Party.
Pese a que era temporada de lluvias el monzón nos respetó bastante y disfrutamos de muy buen tiempo. Tratábamos de madrugar bastante, descansar las horas centrales y más calurosas del día (siesta y a remojo en la piscina) y volvíamos a salir cuando el calor no apretaba tanto. A los niños les encantó Bangkok, especialmente las zonas de ocio como Asiatique The Riverfront o la zona de los centros comerciales cercana a Siam donde hay muchas propuestas divertidas para los peques. En el norte, pudieron ver a los elefantes en el Elephant Nature Park de Chiang Mai, un lugar donde recuperan a estos animales de los maltratos sufridos por el ser humano. También disfrutaron mucho con la excursión por Doi Inthanon y evidentemente de los días que pasamos en la playa.
No han sido ni una, ni dos, ni diez las personas que sentían curiosidad por acercarse a nuestros hijos, especialmente las chicas jovencitas… y a nosotros se nos caía la baba cuando los miraban con esas caritas. Por otra parte, el largo viaje hasta Tailandia fue menos pesado de lo que nos esperábamos, especialmente a la vuelta donde Teo y Oriol se pasaron casi todo el trayecto durmiendo.
En cuanto a la comida, mentiríamos si dijéramos que se han adaptado rápidamente a la gastronomía tailandesa. A nosotros nos ha encantado, pero a los niños les ha costado un poco más. Eso sí, que esta circunstancia no te preocupe porque hay alternativas a la cocina local en casi todas partes. Además de las especialidades locales es muy fácil encontrar restaurantes con platos internacionales como pasta, pizzas, hamburguesas o nuggets de pollo (el póker que nunca falla). Sin embargo, han encontrado algunas delicias que sí les han gustado, especialmente los arroces, alguna sopa, la carne empanada y la fruta… que en Tailandia es todo un espectáculo. En las ciudades y pueblos hay súpermercados y tiendas de conveniencia casi en cualquier calle. Esta vez nos dejamos el carrito en casa, aunque no vimos demasiados. Si viajas con niños muy pequeños mejor mochilitas portabebés.
Experiencias fuera de las rutas habituales
Pese a que los clásicos tailandeses son de visita obligada, quizás hay dos experiencias que han sobresalido sobre el resto. La primera fue un crucero fluvial privado a bordo de una antigua barcaza en la que se transportaba arroz. Actualmente es un barco de teca llamado Thanatharee con camarotes, ducha, aire acondicionado cuando está amarrado y una tripulación súper amable y atenta que te preparan cocina thai muy deliciosa y auténtica. El bote navega desde Ayutthaya sobre el Chao Phraya por lugares en los que no vimos ni un solo turista. Tranquilos que ya te daremos más detalles.
El otro momentazo de este viaje a Tailandia con niños vino en el parque nacional de Khao Sok donde disfrutamos de impresionantes paisajes kársticos muy similares a los de la Bahía de Ha Long pero sobre un lago en el que tampoco encontramos demasiados turistas. Allí dormimos en unas cabañas flotantes y nadamos en aguas de 15 metros de profundidad. Desde aquí le queremos dar las gracias a Mundo Nómada por las recomendaciones y por lo bien que se han portado con nosotros en todo momento. Ojalá hubiera una agencia de viajes tan atenta, eficiente y experta en el destino como ellos en todos los lugares del mundo que visitamos.
Lo peor del viaje a Tailandia: anginas, Nida y el Gran Palacio a tope
En un viaje tan largo es muy habitual que haya buenos y malos momentos. Con el tiempo, estos últimos suelen quedar en meras batallitas que contar a los amigos. Quizá el instante más amargo fue cuando Oriol tuvo fiebre alta por unas anginas y necesitamos que lo viera un pediatra en la pequeña isla de Koh Phangan. Como os contamos en el post 10 factores a tener en cuenta a la hora de contratar un seguro de viaje, tuvimos un trato exquisito por parte de las médicos tailandesas y en pocos días se recuperó al 100%, aunque esta circunstancia ensombreció un poco nuestros días de playa y relax.
Lo que fue totalmente inesperado fue la aparición del tifón Nida al final de nuestro viaje. En Tailandia ni asomó el hocico, pero como nuestro regreso a España era vía Hong Kong nuestros vuelos con Cathay Pacific fueron cancelados. Recibimos un mail con la noticia la misma mañana de nuestra partida. Tratamos de llamar por Skype a la compañía pero en España era de madrugada y las líneas internacionales estaban saturadas. Como la oficina de la aerolínea en Bangkok estaba relativamente cerca de nuestro hotel, nos acercamos hasta allí y muy amablemente nos solucionaron la papeleta reubicándonos en vuelos de Qatar Airways. Al final llegamos a casa un poco más tarde de lo previsto, pero nada grave.
En cuanto a las excursiones, quizás lo que más nos decepcionó fue el regreso al Wat Phra Kaew y el Gran Palacio en Bangkok por las aglomeraciones de gente. Nada que ver con nuestra primera vez que fue maravillosa. Esta vez, la visita fue rápida y agobiante, sin poder disfrutar de la sensacional arquitectura tailandesa ni de la belleza de uno de los monumentos más importantes del país. Es lo que tiene viajar en temporada alta.
Pese a estas circunstancias (que acabaron con final feliz), en este viaje a Tailandia con niños hemos vivido muchas más experiencias positivas que negativas. Nuestros hijos han saboreado las mieles de una cultura totalmente distinta a la nuestra y han coleccionado un buen puñado de momentos imborrables. ¿Próximo destino en familia? Todavía es pronto para saberlo.
Galería de fotos de un viaje a Tailandia con niños
via Pau http://ift.tt/2b0vpwj
No hay comentarios:
Publicar un comentario