10 cosas que solo se hacen en Berlín
Berlín siempre es sorprendente
Si ya se han visitado los grandes museos, contemplado a la bella Nefertiti, engullido varias “Currywurst” y recorrido las plazas y avenidas del Este y el Oeste… ha llegado el momento de descubrir las experiencias más extravagantes y curiosas que nos depara esta ciudad, siempre en vanguardia y adelantando tendencias.
1. Vistas de altura a precios reducidos
Presumir de haber subido al edificio más alto de Alemania, la Torre de la Televisión, no tiene precio. O sí. Pero no hay problema: hay otras opciones para que el bolsillo se resienta menos: el Park Inn Panorama Terrasse (Alexanderplatz 7), una terraza que se alza 150 m en lo alto del Park Inn Hotel. Aunque son 53 m menos que el mirador de la torre, las vistas son estupendas, con el añadido de que incluyen la propia Torre de la Televisión. Es ideal para tomar una copa abrigado en una tumbona o contemplar a los intrépidos saltadores que se arrojan al vacío casi a velocidad de caída libre con un arnés de los que usan los dobles de películas (de viernes a domingo).
Otra propuesta es la House of Weekend, la azotea renovada del antiguo Wekend, en lo alto de la Haus des Reisens (Casa de los Viajes), un edificio de la época de la RDA. Aparte de un público festivo y estiloso, hay vistas de infarto, buena barbacoa y bebidas. Perfecto para una cálida noche de verano.
2. ¡Tacheles ha muerto! ¡Larga vida a Tacheles!
Un edificio vacío recubierto de grafitis es todo lo que queda de la Kunsthaus Tacheles (Oranienburger Strasse 54-56) que durante más de 20 años fue uno de los espacios alternativos de arte y cultura más venerados de Berlín. Poco después de la caída del Muro, a principios de 1990, un colectivo de artistas ocupó este edificio castigado por la guerra (unos grandes almacenes de 1909). Se creó un utópico mundo paralelo, que atraía tanto a berlineses como a turistas con sus salas de conciertos anticomerciales, sus esculturas extravagantes y su terraza encantadoramente desastrada. Aunque el ambiente anárquico acabó desvaneciéndose, el edificio siguió siendo el faro de la cultura alternativa en un barrio como Mitte, hasta caer víctima del floreciente frenesí inmobiliario en el 2012. En septiembre se desalojó al último artista y Tacheles quedó abandonado. Muchos de ellos se refugiaron en el barro oriental de Marzahn, convirtiendo los establos de un antiguo corral y un cuartel de la policía en estudios y viviendas. El complejo, llamado Alte Börse Marzahn, también incluye una sala de conciertos, un cine y una fábrica de cerveza, donde se produce la Marzahner.
3. Un paraíso gastronómico: el Markthalle Neun
Como indica el nombre, el Markthalle Neun era el noveno mercado (de un total de 14) construido en Berlín a finales del siglo XIX. Fue muy próspero durante décadas, pero con el tiempo sucumbió ante la competencia de los supermercados, para acabar alojando tiendas cutres de productos baratos. En el 2009, un grupo de vecinos se unió para revivir este edificio de vigas de hierro y convertirlo en un templo gastronómico dedicado a los productos regionales de temporada. Los días de mercado (10.00-18.00, vi-sa) se pueden comprar manzanas de Brandeburgo, panes y pastas de Neukölln y verduras del huerto urbano de un colectivo local. Hay puestos de comida permanentes, donde se preparan los apreciados sándwiches de Big Stuff Smoked BBQ o el pescado ahumado de Glut & Späne.
El mejor momento para visitarlo es un jueves durante el Street Food Thursday, cuando este viejo mercado se llena de hípsters hambrientos en busca de comida buena y barata. De 17.00 a 22.00, unos 20 chefs aficionados o semiprofesionales montan puestos para servir comida urbana de todo el mundo (los cocineros van cambiando). Solo falta elegir la comida preferida, encontrar asiento en la mesa comunal y disfrutar de la comida con una copa de vino o una pinta de la pale ale Thirsty Lady de Heidenpeters, una deliciosa cerveza artesana confeccionada allí mismo.
4. Recorrer los búnkeres de la II Guerra Mundial
Una vez vistas la Puerta de Brandeburgo y la Torre de la Televisión, se puede ir a explorar las entrañas de la ciudad con el circuito Mundos oscuros de Berliner Unterwelten. Esta ruta recorre la claustrofóbica maraña de salas de un búnker de la II Guerra Mundial, con puertas de acero, camas de hospital, cascos, pistolas, botas y demás artefactos bélicos. El guía desgrana historias fascinantes y terribles sobre los miles de berlineses que se refugiaban aquí mientras las bombas llovían sobre la ciudad. Hay otros circuitos que visitan una torre de defensa antiaérea de la II Guerra Mundial, un refugio antinuclear de la Guerra Fría o los túneles para huir por debajo del Muro. La caseta de venta de entradas está en la salida sur de la estación del U-Bahn de Gesundbrunnen (delante del Kaufland).
5. Arte en un búnker
Sin salir de las entrañas de la ciudad, se encuentra una curiosa mezcla de arte y recuerdos bélicos en el laberinto de 80 salas de la Sammlung Boros, en Friedrichstrasse, un búnker de la época nazi convertido en museo de arte gracias a Christian Boros, gurú de la publicidad y coleccionista de arte de grandes creadores actuales. Boros compró este gigante de cemento en el 2003 y, tras años de meticulosas reformas, en 2008 empezó a compartir obras seleccionadas de su colección particular con un público entusiasmado. Muchos años más tarde, las plazas para las visitas guiadas (también en inglés) están muy cotizadas. Hay que reservar con semanas e incluso meses de antelación. Durante la visita se pueden ver elementos fascinantes del búnker, como accesorios originales, tuberías, puertas de acero o conductos de ventilación. Construido con una capacidad para 2000 personas, sus frías y húmedas salas llegaron a albergar el doble de gente durante los duros bombardeos de finales de la II Guerra Mundial. Tras la guerra, los soviéticos lo utilizaron brevemente como cárcel. Más adelante asumió un rol más amable como almacén de fruta y verdura de Berlín oriental, con lo que se ganó el apodo de Banana Bunker. En los años noventa, este laberinto claustrofóbico fue escenario de descontroladas fiestas techno y fetichistas.
6. La fuente de las albóndigas
Una nota del humor tan especial que se gastan los berlineses es la fuente en homenaje a las albóndigas. En la ajetreada Breitscheidplatz, flanqueada por la Kaiser-Wilhelm- Gedächtniskirche y el Europa-Center, se reúnen turistas cansados, músicos callejeros y adolescentes en monopatín. Especialmente alrededor de la original fuente, creada en 1983 por el artista local Joachim Schmettau. Apodada Wasserklops (albóndiga de agua), está hecha de granito rojo y bronce, y decorada con esculturas de seres humanos y animales.
7. C/O Berlín
La asociación sin ánimo de lucro C/O Berlin es el lugar más interesante de Berlín para ver exposiciones de fotografía. Antiguamente ocupaba una vieja oficina de correos de Oranienburger Strasse (Mitte), pero se ha unido a la migración que vive la ciudad hacia el oeste y ahora ocupa la histórica Amerika Haus, cerca de la estación de Zoo. La primera exposición que se hizo en la nueva ubicación fue una fotografías históricas del edificio, y después se ha mostrado la obra de artistas como Annie Leibovitz, Martin Parr, Nan Goldin, Anton Corbijn y otros fotógrafos de élite. La Amerika Haus se construyó en 1956-1957 como parte de la muestra de la exposición urbanística Interbau. Hizo de centro cultural e informativo estadounidense, con biblioteca, cine y espacios de exposición. Durante las protestas estudiantiles contra la Guerra de Vietnam de los sesenta y setenta, se bombardeó el edificio con huevos y fruta podrida y cada vez se fue haciendo más inaccesible, hasta convertirse en una fortaleza tras el 11-S. Acabó cerrando en septiembre del 2006. Los planes de abrir un museo de Berlín occidental desaparecieron para darle un nuevo espacio a C/O.
8. La pequeña Asia de Berlín
No es exactamente Chinatown, pero si se tiene antojo de comida asiática, hay que dirigirse a Kantstrasse, entre Savignyplatz y Wilmersdorfer, donde se encuentra la mayor densidad de restaurantes chinos auténticos, incluido el popular Good Friends considerado el mejor de la ciudad, con patos colgando de la ventana y una carta tan extensa que podría confundir a Confucio. Al mediodía, casi todos los restaurantes de la zona ofrecen asequibles menús para llenarse por poco dinero. El barrio también cuenta con tiendas de muebles chinos, masajistas y supermercados asiáticos, además de restaurantes vietnamitas y tailandeses.
9. Un descenso artístico con monstruos
Monsterkabinett nos permitirá descender a un mundo oscuro habitado por un pequeño ejército de monstruos mecánicos. Si uno desea conocer a Püppi (gogó amante del techno) o a Orangina (una ágil muñeca de seis piernas), debe bajar por una escalera de caracol hasta el mundo subterráneo y surrealista de Hannes Heiner. Inspirado en sus sueños, este artista ha creado una colección de monstruos robóticos que forman una instalación computerizada de arte y sonido que entretiene y asusta un poco. La originalidad no se la puede negar nadie.
10. Un chapuzón en el río
© visitBerlin, Foto: Torsten Seidel
Una de las experiencias más originales en Berlín es Badeschiff, una vieja barcaza fluvial anclada en pleno río Spree y convertida en piscina urbana de diseño que permite refrescarse en verano o entrar en calor en invierno. Aquí se bañan y toman el sol los jóvenes más modernos de la ciudad. Tiene hilo musical, una playa de arena, terrazas de madera, cuerpos esculturales y bar para tomar algo. Es como estar en Ibiza pero en pleno Spree. Al atardecer se celebran fiestas y conciertos. En invierno, cubren la piscina con una membrana de plástico brillante y se instala una zona chill out muy calentita con sauna y bar. ¡Pasajeros al Badeschiff!
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