miércoles, 26 de febrero de 2025

Viajes. Un roedor invasor avanza en Cataluña y ya está a las puertas de Barcelona

En la penumbra de los humedales y a lo largo de los ríos que surcan Cataluña, una sombra se desliza con sigilo. No es el lobo ni el jabalí el que inquieta a los expertos, sino un invasor inesperado: el coipú (Myocastor coypus), un roedor de origen sudamericano que avanza imparable

Desde su llegada en el siglo XX, ha encontrado en los ríos catalanes su mejor vía de expansión, y ahora, su presencia se ha confirmado en el río Congost y en la Tordera. Su avance imparable sugiere que, tarde o temprano, entrará en la región metropolitana de Barcelona.

RECUERDA A UN CASTOR

El coipú, con su cuerpo robusto y su pelaje pardo, recuerda a un castor pequeño o a una rata almizclera, aunque su impacto en el medioambiente es mucho mayor. Introducido en Europa para su explotación peletera en el siglo XIX, su expansión actual es el resultado de escapes accidentales de granjas y de la llegada de nuevos ejemplares desde Francia

Cataluña ha sido testigo de dos rutas de invasión: una por el Valle de Arán, detenida en parte por el frío, y otra por el Empordà, donde el clima suave y la abundancia de alimento han facilitado su proliferación.

PLANES DE CONTENCIÓN EN JAQUE 

Las características reproductivas del coipú lo convierten en una auténtica amenaza ecológica. Su alta fecundidad le permite colonizar rápidamente nuevos territorios y, según el investigador Marc Riera, del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales), cuando el coipú encuentra un entorno favorable, su expansión es prácticamente imparable. Este escenario es alarmante, pues ya se han registrado avistamientos en la Comunidad Valenciana, lo que indica que la invasión no se detendrá en Barcelona.

La red de seguimiento EXOCAT, coordinada por el CREAF y el Departamento de Transición Ecológica, lleva años monitorizando la presencia de especies exóticas en Cataluña. En el último año, ha registrado casi 150 observaciones de coipús, principalmente en Girona, donde se han intensificado los esfuerzos de erradicación. Sin embargo, los nuevos avistamientos en el Congost y en la Tordera muestran que la expansión continúa, poniendo en jaque los planes de contención.

UN IMPACTO DEVASTADOR

Más allá de su aspecto inofensivo, el coipú es considerado una de las 100 especies exóticas más dañinas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Su presencia altera gravemente los ecosistemas acuáticos, desplazando a especies autóctonas al competir por el alimento y el territorio. Además, su voracidad destruye vegetación ribereña y cultivos cercanos, erosionando los márgenes de los ríos y afectando la biodiversidad local.

Los expertos advierten que la erradicación de una especie invasora una vez establecida es casi imposible. Por ello, insisten en la importancia de la prevención y el control temprano. La historia del coipú en Cataluña es un recordatorio de los efectos colaterales de las introducciones irresponsables de especies exóticas. Aunque su avance es silencioso, sus consecuencias pueden ser devastadoras.

UN FUTURO INCIERTO

A medida que el coipú avanza por los ríos de Cataluña, la pregunta no es si llegará a Barcelona, sino cuándo lo hará. Su presencia ya se ha constatado a pocos kilómetros de la ciudad, y las condiciones del litoral catalán le son propicias. En un escenario donde el cambio climático y la actividad humana ya ponen en peligro los ecosistemas, la llegada de este roedor es un nuevo desafío para la conservación de la biodiversidad.

El coipú no es el primero ni será el último invasor que cruce nuestras fronteras naturales. Pero su expansión nos recuerda que cada introducción de una especie foránea puede traer consigo un impacto irreversible.



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lunes, 24 de febrero de 2025

Viajes. ¿Es seguro volar en 2025? Lo que dicen los expertos

En los últimos meses, una serie de accidentes aéreos ha sembrado dudas entre los viajeros y en el aire ahora flota una pregunta: ¿es realmente seguro volar en 2025? La reciente emergencia en Toronto, en la que un avión de Delta Airlines aterrizó de forma abrupta, se suma a una lista de incidentes que han captado la atención mundial. Pero, ¿representan estas tragedias una tendencia preocupante o siguen siendo excepciones en un sistema de transporte altamente seguro?

El caso más impactante ocurrió el 29 de enero, cuando un avión de American Airlines chocó en pleno vuelo con un helicóptero militar cerca de Washington D.C., resultando en la trágica pérdida de 67 vidas

A esto se suman otros siniestros de 2024, como el accidente de Jeju Air en Corea del Sur y el de Azerbaijan Airlines en Kazajistán, que dejaron un saldo total de más de 200 fallecidos en apenas unos días. Mientras tanto, incidentes como turbulencias severas y fallos mecánicos han alimentado la percepción de que la aviación podría estar atravesando una crisis de seguridad.

No obstante, las cifras cuentan otra historia. Según un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT), el riesgo de fallecer en un accidente aéreo en el período 2018-2022 fue de 1 por cada 13,7 millones de abordajes, una mejora significativa respecto a décadas anteriores. A pesar de los recientes accidentes, 2024 sigue siendo un año en el que la aviación comercial transportó a más de 5.000 millones de pasajeros de forma segura.

Los factores de riesgo más importantes

Uno de los factores más relevantes en la seguridad aérea es el error humano. Las investigaciones indican que hasta el 80 % de los accidentes pueden atribuirse a fallos humanos, siendo la causa principal errores de los pilotos (53 %), mientras que los fallos mecánicos representan solo el 21 %. Por ello, cada incidente conlleva una serie de reformas en los procedimientos de entrenamiento y supervisión, fortaleciendo así la seguridad en los cielos.

En suma, los siguientes son los diez factores más frecuentes que causan accidentes en la aviación general (en todas ellas está implicado el factor humano, mayormente el del piloto):

  1. Preparación y/o planificación inadecuada antes del vuelo
    Un vuelo seguro comienza mucho antes del despegue. No evaluar correctamente el clima, la ruta, el estado del avión o los procedimientos de emergencia puede llevar a situaciones peligrosas. La planificación previa permite anticipar riesgos y tomar decisiones informadas.

  2. No alcanzar y/o mantener la velocidad de vuelo adecuada
    Volar por debajo de la velocidad mínima segura puede hacer que el avión pierda sustentación y entre en pérdida. Este error es especialmente crítico durante el despegue y el aterrizaje, cuando la altitud es baja y hay poco margen para corregir.

  3. Falta de control direccional
    Mantener el rumbo del avión es esencial, especialmente durante el despegue, aterrizaje y en condiciones de viento cruzado. Una desviación en el control direccional puede llevar a salidas de pista o colisiones con obstáculos cercanos.

  4. Nivelación incorrecta
    La nivelación es el momento en que el avión pasa de un descenso a un vuelo recto y nivelado antes del aterrizaje. Si se realiza demasiado pronto o demasiado tarde, puede resultar en aterrizajes bruscos, rebotes o incluso accidentes más graves.

  5. No ver y evitar objetos u obstáculos
    En el vuelo visual, es fundamental estar siempre alerta a obstáculos como torres, cables eléctricos, otras aeronaves o terrenos elevados. La falta de vigilancia puede causar colisiones evitables.

  6. Mala gestión del combustible
    Un error común en la aviación general es calcular mal el consumo de combustible, no verificar los niveles antes del vuelo o no cambiar correctamente entre tanques de combustible. Esto puede llevar a quedarse sin combustible en pleno vuelo, con consecuencias desastrosas.

  7. Decisiones o planificación inadecuadas en vuelo
    La toma de decisiones en el aire es clave. No ajustarse a cambios en las condiciones meteorológicas, continuar un vuelo en condiciones peligrosas o elegir una ruta ineficaz pueden aumentar el riesgo de accidente.

  8. Mala estimación de distancias y velocidades
    Juzgar incorrectamente la distancia a una pista de aterrizaje, a un obstáculo o la velocidad de aproximación puede provocar aterrizajes forzosos, salidas de pista o colisiones con el terreno.

  9. Selección de un terreno inadecuado para aterrizar
    En casos de emergencia, es vital escoger un lugar adecuado para aterrizar. Intentar aterrizar en un terreno demasiado inclinado, irregular o con obstáculos puede agravar una situación ya de por sí peligrosa.

  10. Operación incorrecta de los controles de vuelo
    Un uso inadecuado de los mandos de la aeronave, como un exceso de inclinación en un viraje o una respuesta brusca a una ráfaga de viento, puede comprometer la estabilidad del avión y provocar la pérdida de control.

 

El factor humano es el principal riesgo

Cómo se gestionan los riesgos

A pesar de los avances en seguridad, la industria aérea afronta desafíos en constante evolución. La creciente congestión del espacio aéreo, la escasez de controladores aéreos y la necesidad de modernizar la infraestructura de tráfico aéreo han sido señaladas como áreas de mejora. Problemas como tecnologías obsoletas y capacitación insuficiente en torres de control, lo que podría aumentar el riesgo de incidentes si no se aborda con rapidez.

Sin embargo, las comparaciones con otros medios de transporte siguen favoreciendo a la aviación. Dicho de forma clara y contundente: estadísticamente, es más seguro volar que conducir hasta el aeropuerto. El International Air Transport Association (IATA), en su informe más reciente, catalogó 2023 como un año “excepcionalmente seguro”, con una tasa récord de solo 0,03 accidentes fatales por cada millón de vuelos.

El futuro de la seguridad aérea

La historia de la aviación es también la historia de su mejora continua. Desde la implementación del control de tráfico aéreo tras la colisión del Gran Cañón en 1956 hasta los cambios en seguridad aérea luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cada tragedia ha impulsado avances cruciales

Si bien los recientes accidentes han generado incertidumbre, los expertos coinciden en que la aviación sigue siendo el medio de transporte más seguro. Las investigaciones en curso y las regulaciones estrictas garantizan que cada incidente contribuya a fortalecer aún más los protocolos de seguridad. La modernización de los sistemas de control de tráfico aéreo y la continua capacitación de pilotos y controladores aéreos serán clave en los próximos años.

Así que, si tienes un vuelo programado, puedes abordarlo con confianza: la aviación, a pesar de sus desafíos, sigue siendo un símbolo de seguridad y eficiencia.



via Sergio Parra https://ift.tt/FWadcXI

domingo, 23 de febrero de 2025

Viajes. Cómo el Internet y la IA pueden estar afectando a tu memoria

Imagina que un día, como otro cualquiera, sales de casa para ir al súper, a tu parque favorito o a casa de un buen amigo. Sin embargo, tras dar unos pasos, te das cuenta de que no recuerdas cómo llegar hasta allí. Y no, no es porque se trate de un lugar nuevo, sino porque siempre has usado Google Maps para guiarte. Pues bien, algo así le ocurrió a Adrian Ward, un psicólogo que llevaba nueve años conduciendo por Austin, Texas. Debido a un fallo tecnológico, ese día Adrian se quedó sin GPS y, de pronto, se sintió perdido en su propia ciudad.

Esta situación, aunque parezca ficticia, es real. La revista científica Nature la recoge en uno de sus últimos artículos, como un preámbulo para analizar cómo el Internet, los GPS y la Inteligencia Artificial están mejorándonos la vida, pero también para preguntarse cuál es el precio que estamos pagando por ello. ¿Pueden estas tecnologías estar afectando a nuestra memoria? Te contamos.

EL “EFECTO GOOGLE”

Desde hace años, los científicos y expertos en la materia han estado notando que dependemos de la tecnología para almacenar la información en vez de confiar en nuestra propia memoria. Se trata de un fenómeno que incluso goza de un nombre propio, el “efecto Google”, y que define exactamente el hecho que, al poder encontrar algo en Internet con un par de clicks, solemos tender a recordarlo menos. Y no nos malinterpreteis, esto no tiene nada de malo, pero analizar sus consecuencias, tampoco está de más.

Tal y como expone Nature, ya en el año 2011 comenzó a haber evidencia de este efecto. Concretamente, fue la psicóloga Betsy Sparrow quien, a través de un estudio publicado en ese año, reveló que cuando las personas escribían datos en un ordenador, recordaban mucho mejor dónde habían guardado los datos que la propia información misma. En otras palabras, parecía que no memorizaban los datos, sino el camino que debían de seguir para encontrarlos.

Y, es cierto que este comportamiento tiene mucho sentido: vivimos en un mundo donde el acceso a la información es un proceso prácticamente inmediato. Sin embargo, ya en ese momento, esta psicóloga advirtió que eso podría generar una falsa sensación de conocimiento. De hecho, otro estudio similar de 2021 demostró que aquellas personas que buscaban las respuestas en Google, creían tener más conocimientos que aquellas que respondían sin buscar. ¿Qué significa esto? Que existe una gran parte de la población confundiendo la información externa con la que reside en su propia memoria.

La psicóloga Betsy Sparrow realizó experimentos de memoria para determinar cómo afecta Internet a nuestro funcionamiento cerebral.

¿NOS ESTÁ FALLANDO LA ORIENTACIÓN?

Si eres una de esas personas que utiliza el GPS a diario, tal y como Adrian Ward, es posible que, al igual que él, hayas notado que sin él te cuesta más trabajo recordar ciertas rutas. Si es así, tenemos que decirte que no es pura curiosidad. Parece ser que un estudio del año 2010 ya empezó a ver trazas de esto: las personas que usaban un GPS para recorrer un trayecto de forma frecuente eran igual de malas para repetirlo sin ayuda que aquella que nunca lo habían hecho antes.

Sorprendente, ¿verdad? Remitiéndonos a las afirmaciones de Nature, parece que, en términos simples, estamos perdiendo la capacidad de crear mapas mentales en nuestro cerebro, simplemente porque delegamos esa tarea a la tecnología. Ahora bien, el problema se vuelve algo más importante cuando nos damos cuenta de que la memoria espacial está ligada a otras habilidades, como la resolución de problemas o la toma de decisiones.

Por ejemplo, en ciudades como Londres, parece ser que aquellos taxistas que memorizan mapas para obtener su carnet o su licencia han demostrado tener un hipocampo (es decir, una región del cerebro clave en la memoria) mucho más desarrollado que la media. He aquí donde surge la gran pregunta: si dejamos de ejercitar esa capacidad, ¿es posible que otras funciones mentales se vean afectadas a largo plazo?

Para obtener su licencia, los aprendices de taxista deben adquirir ''el conocimiento'' del trazado de Londres en un radio de 6 millas alrededor de la estación de tren de Charing Cross. Este mapa muestra sólo una parte del área total que debe aprenderse.

QUE LOS CHATBOTS PIENSEN POR NOSOTROS

Y sí, parece que todo se ha intensificado con la llegada de las herramientas de Inteligencia Artificial, como es ChapGPT. Como bien sabrás, al final, no es lo mismo buscar en Google “¿cuál es la capital de Madagascar?” que pedirle a un chatbot que te explique la historia de ese país.

Así, tal y como expone la revista, los científicos parecen temer que esta nueva forma de interactuar con la información nos haga más “cognitivamente perezosos”. Es decir, hay un cierto miedo a que nos acostumbremos por completo a que la IA haga todo el trabajo por nosotros y, de esa forma, dejemos de ejercitar nuestras propias habilidades de pensamiento crítico y memoria.

Por si fuera poco, a todo se suma un riesgo adicional: los chatbots tienen la capacidad de generar información que es falsa, pero que parece convincente, lo que podría derivar en que recordemos cosas que en realidad son incorrectas, tal y como si fueran ciertas. ¿Te imaginas estar completamente seguro de un dato que, en verdad, no es correcto?

Existe temor de que la IA asuma todas las tareas y reduzcamos el uso de nuestras habilidades.

LA GRAVEDAD DEL PROBLEMA

A pesar de todo, Nature quiere trasladar un mensaje de calma. Aunque sí es cierto que hay algunos experimentos que están arrojando datos curiosos e interesantes, también es verdad que todavía no hay una evidencia sólida de ello. De hecho, en el lado más positivo, incluso hay investigadores que piensan que, todo esto, es en realidad una parte de un proceso mucho más grande, en el que simplemente se está adaptando la forma en la que usamos nuestro cerebro.

De hecho, el concepto de memoria transaccional sugiere que hemos distribuido nuestra memoria en distintas fuentes: antes confiábamos en amigos, libros o profesores; y ahora confiamos en nuestros teléfonos. ¿La diferencia? Que la tecnología es mucho más accesible y rápida.

Además, no debemos olvidar que, dentro de todo, esto puede ser algo positivo. Si delegamos ciertas tareas a la tecnología, conseguimos liberar espacio mental para cosas más importantes. Y ahora vienen los datos buenos: existen estudios que, efectivamente, demuestran que los estudiantes que pueden guardar un documento, recuerdan mejor un segundo conjunto de información. En otras palabras, al descargar información menos relevante en dispositivos, podemos estar optimizando el uso de nuestro cerebro… Al final, quizás no sea tan malo, ¿no?



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jueves, 20 de febrero de 2025

Viajes. Nuestra basura alcanza una de las zonas más protegidas del planeta

En los confines helados del mundo, ha aparecido una señal inequívoca de nuestra huella en el planeta. La península Byers, ubicada en la Antártida y considerada un santuario ecológico debido a su frágil biodiversidad, ha sido testigo de un hallazgo perturbador: botellas de plástico y vidrio, bidones, chanclas y otros residuos han llegado hasta sus costas, arrastrados por las corrientes oceánicas.

El descubrimiento, dado a conocer en Televisión Española, ha sido realizado por un equipo de científicos españoles liderado por el profesor Jesús Ruiz Fernández, de la Universidad de Oviedo. Su objetivo original era estudiar el retroceso de los glaciares y la evolución del ecosistema en los últimos milenios, cuando la presencia humana en la región era prácticamente inexistente. 

Sin embargo, la inesperada aparición de estos desechos ha desviado inevitablemente su atención hacia una cuestión ineludible: la contaminación global ha alcanzado incluso los rincones más remotos del planeta.

Los investigadores han identificado las corrientes marinas como el principal vehículo de estos residuos, sugiriendo que provienen de embarcaciones que los han arrojado en alta mar o de lugares situados a miles de kilómetros de distancia. Este fenómeno no solo confirma la interconexión de los océanos, sino que también subraya la magnitud del problema: ningún espacio, por remoto que sea, está a salvo de la contaminación generada por la actividad humana.

Un refugio ecológico amenazado

La península Byers es una de las Áreas Antárticas Especialmente Protegidas, un estatus que restringe su acceso a un máximo de 12 personas al mismo tiempo debido a su gran valor ecológico. Con una extensión de 60 kilómetros cuadrados, este enclave alberga una biodiversidad única, adaptada a condiciones extremas y a la ausencia de intervención humana directa. Sin embargo, la presencia de estos residuos plantea interrogantes sobre el alcance real de la contaminación marina y su impacto en los ecosistemas polares.

 

La península Byers es una de las Áreas Antárticas Especialmente Protegidas, lo que restringe su acceso a un máximo de 12 personas al mismo tiempo.

Entre los objetos encontrados, las botellas de plástico se presentan como una de las amenazas más persistentes. Estos residuos pueden fragmentarse en microplásticos que, a su vez, pueden ser ingeridos por organismos marinos, alterando las cadenas tróficas y afectando la fauna local. Según estudios previos sobre contaminación oceánica, los plásticos pueden tardar cientos de años en degradarse, liberando sustancias tóxicas en el proceso.

Más que contaminación: una señal de alerta global

Los científicos planean analizar en profundidad los objetos hallados para rastrear su origen y comprender los mecanismos que han permitido su llegada hasta esta zona protegida. Estos estudios no solo permitirán mapear las rutas de contaminación marina, sino que también pueden contribuir a futuras estrategias para mitigar su impacto.

A pesar de que su misión principal era estudiar la evolución de los glaciares, los investigadores han asumido la responsabilidad de visibilizar esta problemática. Una problemática que no es nueva, porque hallazgos como estos han sido localizados recientemente en otras regiones.

Por ejemplo, en la Antártida marítima, se recuperaron 1.544 objetos de desechos antropogénicos entre noviembre de 2019 y enero de 2020 en el Área Antártica Especialmente Protegida (ASPA) Nº 133, ubicada en Harmony Point, isla Nelson. La mayoría de estos residuos eran plásticos, incluyendo fragmentos de envases y redes de pesca, lo que sugiere que las actividades humanas, como la pesca y el turismo, son las principales fuentes de contaminación en esta región remota.

Además, investigaciones del British Antarctic Survey han documentado la acumulación de desechos plásticos en las playas cercanas a sus estaciones de investigación. Desde 1989, se han recuperado más de 9.000 objetos en la isla Bird, muchos de los cuales afectan a la fauna local, incluyendo mamíferos marinos y aves que quedan atrapados o ingieren estos materiales.

Por consiguiente, el hallazgo en la península Byers es más que una anécdota científica: es un reflejo de nuestra desconexión con el entorno natural y de las consecuencias de un modelo de desarrollo que ha convertido los océanos en vertederos. Si incluso un santuario ecológico en la Antártida está siendo alcanzado por nuestra basura, ¿qué nos dice eso sobre el estado del resto del planeta?



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miércoles, 5 de febrero de 2025

Viajes. El Camino de Costa Rica: La ruta que atraviesa el corazón del país verde

Costa Rica, en poco más de 51. 100 km², alberga la mayor biodiversidad del planeta, además de playas increíbles, exóticos paisajes y una exuberante fauna. Estas características, sumadas a la hospitalidad de los ticos, han convertido a este pequeño país de Centroamérica en un destino de referencia para vacaciones y viajes de aventura. Sin embargo, gran parte de su rico territorio es todavía desconocido para la mayoría de los turistas. Por ello, El Camino de Costa Rica pretende ser una oportunidad para conocer sus raíces, sus tradiciones y su belleza natural más salvaje e inexplorada.

Costa Rica alberga la mayor biodiversidad del planeta, además de playas increíbles, exóticos paisajes y una exuberante fauna.

¿Qué es El Camino de Costa Rica?

La ruta, establecida oficialmente en 2018 por la Asociación sin ánimo de lucro Mar a Mar, busca promover el turismo sostenible para reactivar la economía local de los pueblos del interior del país. Los caminantes pueden cruzar desde el Atlántico hasta el Pacífico por un sendero de 280 kilómetros, en un viaje que puede durar sobre 16 días. Un tiempo que transcurre por parques naturales, comunidades indígenas y zonas de gran riqueza ecológica que permiten al viajero conectar con la cultura costarricense más auténtica.

El trayecto aprovecha rutas centenarias que ya habían servido a los indígenas para sus intercambios comerciales y la comunicación con otros pueblos. Ahora, al caminar por estas sendas descubres el alma de Costa Rica. Una amalgama de paisajes variopintos que permiten al aventurero disfrutar de una playa tropical un día, y al siguiente, encontrarse en lo alto de una montaña, o en un gran valle de cafetales. Resumiendo, una travesía única en donde conectar con la naturaleza y lo esencial.

Las etapas del Camino

El Camino de Costa Rica se divide en 16 etapas que pueden realizarse en dos semanas, aproximadamente. Aunque también existen alternativas de itinerarios con guías para realizarlo en menos tiempo. El viaje comienza en el pueblo de Parismina o en Barra del Pacuare, en el mar Caribe, y termina en el pueblo de Quepos.

La primera etapa, de Parismina a Siquirres, es bastante plana y permite a los caminantes familiarizarse con paisajes tropicales, plantaciones de banano y piña y los canales caribeños. Después de pasar por el Parque Nacional Barbilla, uno se adentra de lleno en la Reserva indígena Cabécar Nairi-Awari, en las montañas de Talamanca. Prosigue la senda con vistas al volcán Turrialba hasta Pacayitas, con unas vistas espectaculares de cafetales y paisajes volcánicos.

El viaje comienza en el pueblo de Parismina o en Barra del Pacuare, en el mar Caribe.

Trascurridos algunos días, dejando atrás el Parque Nacional de Tapantí y sus montañas y bosques nubosos, sobre el día 12 se alcanza el lado del Pacífico. Concretamente, la zona de Los Santos, una región agrícola conocida por sus plantaciones de café. El último tramo es un recorrido algo más duro, a través de montañas escarpadas. Una experiencia que reconforta por las asombrosas vistas del océano Pacífico que se contemplan al terminar el día.

Cada etapa ofrece algo diferente y cautivador: ríos y cascadas escondidas, formas de vida singular y pequeñas poblaciones recónditas donde descansar y conocer la gastronomía y cultura local.

La biodiversidad del Camino

En los distintos tramos del Camino, el senderista experimenta una intensa variedad de microclimas, pasando de uno cálido y húmedo en el Caribe a un calor más seco del Pacífico. Esta diversidad climática es la responsable de la heterogeneidad paisajística y de ecosistemas que encontramos en la ruta.

A lo largo del Camino se pueden avistar monos aulladores, tucanes, colibríes, perezosos, tapires, ranas y mariposas de colores y mucho más.

A lo largo de la travesía se pueden avistar monos aulladores, tucanes, colibríes, perezosos, tapires, ranas y mariposas de colores y, con suerte, algunos de los felinos más representativos de Costa Rica, como el jaguar o el puma. Esta riqueza natural es sin duda el atractivo principal del país, pero en el Camino se vive de una forma más completa, más al estilo “pura vida”.

Los pueblos indígenas y su aportación al desarrollo local

Entre las culturas indígenas, el Camino brinda la oportunidad de conocer al pueblo de Los Cabécar, una de las etnias más grandes de Costa Rica. Mantienen todavía su propia lengua, su dios y sus propios médicos. Su cosmogonía está profundamente conectada con la naturaleza y el equilibrio entre los seres humanos y su entorno. Los senderistas pueden aprender sobre sus tradiciones, su forma de ver la vida y su relación con la tierra.

El Camino de Costa Rica es un motor económico para las comunidades rurales.

Además, el Camino es un motor económico para las comunidades rurales. Pequeños hospedajes, comedores y guías locales, se ven beneficiados del turismo que genera esta iniciativa. Cabe destacar que la Asociación Mar a Mar supervisa el Camino, en colaboración con estos pueblos y familias, para garantizar que los senderos estén siempre bien marcados y para que sean seguros. Una propuesta que ayuda a preservar el patrimonio cultural costarricense y a fomentar la sostenibilidad a través de un turismo responsable.

Consejos para el senderista

Si después de leer este artículo estás pensando en hacer el Camino de Costa Rica, la mejor época es de diciembre a abril, en la temporada seca. Aunque lo puede realizar cualquier persona, es importante tener una buena condición física, pues algunas etapas pueden ser más exigentes, con largas caminatas y terrenos difíciles.

El Camino de Costa Rica es una ruta de turismo sostenible, por lo que es importante cumplir las reglas de conservación y dejar el menor impacto posible en la naturaleza.

Por otro lado, los excursionistas pueden hacer el camino solos, pero se recomienda realizarlo con guías autorizados locales, que conozcan bien el terreno. Pueden enriquecer la experiencia y ser una opción más segura. Para dormir hay albergues y zonas recomendadas para acampar. Al ser una ruta de turismo sostenible, es importante cumplir las reglas de conservación y dejar el menor impacto posible en la naturaleza.

El Camino de Costa Rica es una inmersión profunda en el corazón verde de esta pequeña nación. Un viaje que puede ser toda una aventura, física y emocional, para aquellas personas amantes del senderismo y el trekking que buscan desafíos y lugares vírgenes menos masificados. Un rincón del mundo donde empaparse de lo autóctono como si fueras de la propia tierra.



via National Geographic España https://ift.tt/KNuI73V

sábado, 1 de febrero de 2025

Viajes. Las chimpancés también tienen la menopausia

No se sabe aún si les suben repentinos sofocos, si experimentan cambios de humor, ciertas dificultades para dormir bien, o si al contrario, se alegran y celebran haberse librado por fin de una pesada incomodidad. Pero sí podemos asegurar, porque así se ha comprobado, que las chimpancés también tienen la menopausia.

Se trata de un hallazgo que recoge un estudio publicado en la revista Science y que echa por tierra lo que hasta ahora se creía: que las humanas eran las únicas primates cuya vida se alarga mucho más allá de su etapa reproductiva.

En Uganda, y en concreto en el parque nacional de Kibale, habita una de las mayores poblaciones de chimpancés del mundo. Se trata de los Pan troglodytes, que no solamente son muchos, unos 1.400, sino que además están muy bien protegidos, con lo cual son un magnífico objeto de estudio.

Desde hace años se los ha podido investigar desde todos los ángulos. Y hace un tiempo, en la línea de analizar sus ciclos reproductivos, los responsables del Ngogo Chimpanzee Project comprobaron, sobre una población de 184 hembras, cómo se cerraba su edad reproductiva en torno a los 30 años pero cómo, en cambio, vivían una media de hasta 19,5 años más.

Los científicos responsables de este estudio investigaron también acerca de cómo se comportan sus hormonas. Y dieron en la diana: en las analíticas realizadas detectaron que la evolución de los indicadores hormonales se parece enormemente a la de las humanas. Y es que cuando las reservas de óvulos van a la baja en las hembras, sean chimpancés o humanas, se sigue una doble ruta hormonal.

Por una parte, descienden los niveles de progesterona y de estrógenos; por otra, aumentan la luteinizante (LH) y la fotoestimulante (FSH) que manifiestan sobrecarga en un análisis al haberse quedado sin óvulos sobre los que actuar.

Queda mucho por conocer sobre este proceso biológico que tiene lugar cuando cesa la menstruación en la mujer, algo que ocurre en las humanas entre los 45 y los 55 años y que es totalmente extraño dentro del mundo animal. De hecho, hasta 2018 se creía que solo dos especies de mamíferos además de los humanos experimentaban la menopausia: las orcas (Orcinus orca) y los calderones o ballenas piloto (Globicephala).

Fue en 2023 cuando la lista se amplió al descubrir que las ballenas beluga (Delphinapterus leucas) y las narvales (Monodon monoceros) también la vivían. De momento, la ciencia no ha llegado a un acuerdo sobre la razón evolutiva de este parón: la menopausia es rara y sigue siendo un misterio.

Eso sí: si quieres saber cómo se llega a ella, te recomendamos este artículo de nuestra web. Gracias a él sabrás que las mujeres menstruamos aproximadamente 480 veces en la vida, y que determinados murciélagos, la musaraña elefante y el ratón espinoso egipcio también menstrúan. Además, comprenderás, entre mil y otras cosas, por qué lo hacemos cada 28 días. (Por cierto, las chimpancés lo hacen cada 36).

¡Hasta la semana que viene!

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