viernes, 28 de junio de 2019
jueves, 27 de junio de 2019
Mujeres que viajaron. Noticia: Sobre la donación de ejemplar de La Mujer (1877) primer periódico de mujeres en Chile a la Biblioteca Nacional de Chile
Durante el año 2017 y 2018 el equipo siguió trabajando en torno a La Mujer y sus autoras, decidiendo publicar la transcripción íntegra del periódico (la totalidad de los 25 números que circularon entre mayo y noviembre de 1877) con anotaciones y un estudio introductorio que explicara el origen del proyecto de Undurraga, es decir, la Ley Amunátegui de 1877; legislación que consiguió consagrar el derecho a la educación universitaria para las chilenas, medida pionera en América Latina. Es por ello que en diciembre del 2018 la Editorial Cuarto Propio (gracias al financiamiento de la Universidad Adolfo Ibáñez) publicó la reedición íntegra del periódico La Mujer, único libro que rescata esta valiosa obra inexistente en archivos privados o públicos.
Gracias a la gestión de Marcela Drien y del Dr. Fernando Guzmán del Centro de Estudios del Patrimonio de la Universidad Adolfo Ibáñez, en colaboración con la Biblioteca Nacional de Chile hemos conseguido que hoy, 26 de junio de 2019, se realice la donación de números originales del periódico a la Biblioteca Nacional para su resguardo. Esta donación se realiza por parte de los descendientes de la autora, quienes han protegido por más de 140 años La Mujer conservándolo hasta la fecha, y que generosamente han decidido ponerlo a disposición de todos los chilenos.
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Viajes. Descubierta en Perú la tumba de una noble mochica
Huaca Santa Rosa de Pucalá, en el departamento peruano de Lambayeque, es un yacimiento arqueológico que ha deparado valiosos descubrimientos sobre las culturas que habitaron la costa norte de Perú entre los siglos I y XIII d.C.
El equipo de arqueólogos dirigido por Edgar Bracamonte ha realizado durante la última campaña de excavaciones un importante hallazgo: la tumba de una mujer perteneciente a la élite mochica que se data en la fase final del período llamado Horizonte Medio, entre los años 900 y 1000 d.C., una época dominada por el predominio de los huari, un pueblo procedente del centro de los Andes y que se expandió por la antigua área de influencia mochica.
Una tumba mochica tardía
La cámara funeraria estaba construida en adobe y su techumbre estaba hecha con vigas de algarrobo. Los ataúdes que contiene se confeccionaron con caña y en la sepultura se dispusieron 204 vasijas en miniatura, objetos de metal, dos cántaros con decoración pictórica y numerosas ofrendas. La mujer estaba enterrada junto a un acompañante varón. En el período en que se data la tumba, la cultura mochica, que dominó la región entre los siglos I y VIII d.C., ya había colapsado, aunque la sepultura está claramente construida en el estilo característico de esta cultura. Esto sugiere que después de la decadencia de esta civilización existían personajes de la élite local que fueron enterrados según las costumbres y los patrones mochicas. Según Bramonte, la tumba, que es la más tardía de todas las descubiertas hasta la fecha en el valle de Lambayeque, presenta todas las características propias de los mochica de Sipán (un importante yacimiento donde en 1987 se realizó el descubrimiento de la magnífica tumba intacta de un gobernante mochica del siglo III d.C., la del Señor de Sipán).
La tumba contenía 204 vasijas en miniatura, objetos de metal, dos cántaros con decoración pictórica y numerosas ofrendas
Antes de este hallazgo, en Santa Rosa se descubrió otra tumba correspondiente también a la última fase del Horizonte Medio, pero en este caso se trataba de una sencilla fosa donde se enterró a un hombre con ofrendas de cerámica doméstica, brazaletes de concha y turquesas, y orejeras de madera con incrustaciones. Asimismo, se depositó un cántaro en el interior de una cista, una especie de caja hecha de adobes.
Nuevos pobladores
Se cree que los huari llegaron a Lambayeque a partir de una ruta por la sierra norte y se instalaron en Santa Rosa. Al parecer, adoptaron algunas costumbres ceremoniales mochicas. Los investigadores creen que en esa época, el valle no estaba dominado por una sola autoridad, puesto que hay evidencias de gobernantes también en Sipán, más al sur, y en los yacimientos de El Chorro y Ventarrón, más al oeste.
Los arqueólogos piensan que los huari adoptaron algunas costumbres ceremoniales mochicas cuando se instalaron en la región
En septiembre de 2018, los arqueólogos descubrieron en Santa Rosa un enorme edificio en forma de "D", construido entre 800 y 900 d.C., en la fase final de la cultura mochica, con un patrón constructivo típicamente huari. Este complejo fue limpiado por los arqueólogos, que encontraron en él evidencias de tumbas. Una de ellas es la de un hombre que al parecer fue sacrificado. Este edificio ha proporcionado a los arqueólogos las pruebas de la presencia temprana en el norte de la región de gentes pertenecientes a la cultura huari, cuyo origen se encuentra en Ayacucho, en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes, a casi tres mil metros de altitud.
Falta averiguar si estos huari de Santa Rosa conquistaron el valle o fueron gentes que simplemente se instalaron allí e incorporaron prácticas religiosas mochicas a sus tradiciones.
Para saber más
Museos Arqueológicos de Lambayeque
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Pachinko. Viajar a Noruega: los lugares imprescindibles para visitar en los Fiordos Noruegos
La primera vez que contemplas con tus propios ojos los Fiordos Noruegos impresionan… pero de verdad. ¡Magia pura! Su belleza es tan legendaria que antes de verlos estás en tensión esperando que las expectativas tan altas no te decepcionen. Afortunadamente, ese temor se disipa en pocos segundos, justo el tiempo que necesitas para comprobar con tus propios ojos que su fama se la han ganado a pulso. No tardarás mucho en verificar que estos preciosos accidentes geográficos tallados por la acción de los glaciares son el equivalente en la naturaleza a un poema de amor.
Y tras esta declaración de intenciones una recomendación. No puede haber viaje a Noruega sin fiordos, al menos la primera vez. El país más septentrional de Europa está repleto de rincones naturales inusitados, que parecen sacados de los sueños de un maestro de la ciencia-ficción o de una película de dibujos animados. Agárrate fuerte que vamos a descubrirte los lugares imprescindibles para visitar en los Fiordos Noruegos.
Qué ver en los Fiordos Noruegos: los lugares imprescindibles
Por si estás preparando una escapada en 2019 ó en 2020 a este punto privilegiado del globo, te detallamos a continuación una lista de temas que te permitirán saber qué ver y hacer en tu viaje a los Fiordos Noruegos, con los mejores consejos para visitar maravillas como Bergen, Stavanger y los paisajes más espectaculares de esta bella zona de Noruega.
Esperamos que esta lista con enlaces a los artículos que hemos escrito estos años se convierta en una herramienta imprescindible para ayudarte a planificar tu viaje a los Fiordos Noruegos y que disfrutes de uno de los destinos más fascinantes del planeta.
Viajes a los Fiordos Noruegos: qué ver en Bergen
Bergen está emplazada en un entorno realmente privilegiado en el corazón de los Fiordos Noruegos. Desde los miradores del monte Fløyen te das cuentas que esta ciudad podría ser fruto de la imaginación de Monet, Renoir, Sorolla o algún maestro del color que ha jugado a ser Dios pintando un lienzo con el azul intenso del agua de los fiordos, el verde profundo de los valles y los rojos, amarillos y azules del icónico barrio de Bryggen. Tu alma necesitará poco tiempo para quedar atrapada ante tanta belleza. Echa un vistazo a los siguientes artículos que hemos escrito sobre Bergen para preparar tu viaje a los Fiordos Noruegos:
- Visitas imprescindibles en Bergen
- El barrio de Bryggen en Bergen
- El mercado del pescado de Bergen
- Teleférico al monte Fløyen de Bergen
- Naturaleza en los montes Ulriken y Fløyen
- Artistas callejeros en Bergen
- Akvariet, el acuario de Bergen
Actividades y excursiones recomendadas para hacer en los Fiordos Noruegos:
- Paseo en hidroavión por los fiordos de Bergen
- Tour por Bergen para cruceros
- Autobús turístico de Bergen
- Senderismo por Kjerag + Paseo en barco por los fiordos desde Stavanger
- Autobús turístico de Stavanger
- Tour por Hafrsfjord y los lagos en bicicleta desde Stavanger
- Senderismo por Preikestolen al amanecer
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- Puedes reservar aquí tu coche de alquiler para moverte por Noruega
Viajes a los Fiordos Noruegos: qué ver en Stavanger
Stavanger es la puerta de los Fiordos Noruegos y posee una cantidad enorme de atractivos tanto en la ciudad como en sus alrededores. Tiene callejuelas donde perderse es casi una obligación, museos de lo más interesantes y rincones muy animados que no tardarán en seducirte. Su entorno también esconde algunos de los paisajes más alucinantes de Noruega. Consulta los artículos que hemos publicado sobre los lugares de interés de la bella Stavanger para preparar tu viaje a los Fiordos Noruegos:
- Visitas imprescindibles en Stavanger
- Un paseo por Stavanger
- El Museo del Petróleo de Stavanger
- La mejor chocolatería de Stavanger
- El Gladmat de Stavanger
Viajes a los Fiordos Noruegos: naturaleza cerca de Stavanger
Al igual que no habría ópera sin público, somos nosotros los que debemos escoger nuestro asiento para disfrutar de este espectáculo sin igual. De todas las butacas que existen para gozar de los Fiordos Noruegos, la más preciada por los amantes de la naturaleza está ubicada cerca de Stavanger y es conocida como el Púlpito (Preikestolen en noruego). Se trata de un saliente con forma cuadrada que se eleva sobre un abrupto acantilado de 604 metros de altura, un palco VIP para deleitarse con la incomparable perspectiva que nos regala del Lysefjord. Las vistas desde allí son únicas, especialmente porque la subida es dura y el momento de la llegada se saborea como un trofeo muy preciado. Descubre algunos de los lugares turísticos de los Fiordos Noruegos más espectaculares:
Viajes a los Fiordos Noruegos: qué ver en Ålesund
Se podría decir que Ålesund es tan bella como Bergen, pero mucho menos masificada – si es que se puede utilizar este apelativo en los Fiordos Noruegos– y diminuta. Su relación con el Art Nouveau fue la consecuencia inesperada de las devastadoras llamas que arrasaron la ciudad el 23 de enero de 1904. En la actualidad es una ciudad moderna, muy coqueta y digna de una escapada de un par de días. Te descubrimos algunas de los lugares imprescindibles de los Fiordos Noruegos:
- Ålesund, el encanto del Art Nouveau en los fiordos noruegos
- Comer en el Aqua Restaurant and Bar de Ålesund
Viajes a los Fiordos Noruegos: excursiones fuera de las ciudades
Cuenta la leyenda que cuando los dioses se jugaron al póker quién escogía primero la belleza de sus paisajes, a los noruegos el azar les concedió una escalera real de color. Cascadas, valles, bosques… prepárate a descubrir algunos de los paisajes más fascinantes del planeta en las mejores visitas de los Fiordos Noruegos.
- Los Fiordos Noruegos en una cáscara de nuez
- Navegando por los fiordos noruegos Patrimonio de la Humanidad
- El Tren de Flåm
- Dormir al lado de un fiordo en Noruega
- En el crucero Hurtigruten por los Fiordos Noruegos
- 10 razones para viajar a los Fiordos Noruegos en invierno
Esperamos ir aumentando esta lista de recursos y artículos para preparar tu viaje a los Fiordos Noruegos. Nosotros hemos estado ya cinco veces en este magnífico destino y queremos volver a por más en el futuro. ¿Será en 2020?
La mejor información para preparar tu viaje a los Fiordos Noruegos:
Para más información sobre los Fiordos Noruegos pincha aquí.
¿Dónde alojarse en los Fiordos Noruegos?
Aunque Noruega tiene fama de ser un destino caro, podrás encontrar alojamientos para todos los bolsillos. Desde albergues y campings, pasando por pensiones y, por supuesto, hoteles de lujo. Además, es muy fácil acampar en cualquier espacio natural, siempre que respetes el lugar y dejes todo igual o mejor que te lo habías encontrado.
No obstante, es interesante utilizar ciudades como Bergen o Stavanger como base de operaciones y desde allí explorar el entorno para regresar el mismo día a pasar la noche.
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Y recuerda que cuando viajas al extranjero siempre es conveniente estar protegido por lo que pueda pasar. Te recomendamos hacer un viaje a Noruega con una buena póliza que te cubra en destino posibles accidentes, hospitalizaciones por enfermedad o contratiempos que puedan suponer un sobrecoste en tu presupuesto de viaje (ten en cuenta que la hospitalización o atención médica en muchos países es extremadamente cara). En nuestro caso para viajar a Noruega u otros destinos utilizamos el seguro de viaje de IATI Seguros porque tiene una cobertura superior a la media y ofrecen siempre un trato personalizado y rápido. Puedes contratar aquí el Seguro de viaje de IATI Seguros y por ser lector de el Pachinko te aplican directamente un 5% de descuento.
¿Te han gustado nuestras recomendaciones sobre los lugares imprescindibles para visitar en los Fiordos Noruegos? ¿Algo más que ver y hacer en los Fiordos Noruegos? Cuéntanoslo en los comentarios nos encantaría escucharte.
Galería de fotos de los Fiordos Noruegos
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miércoles, 26 de junio de 2019
España. Planes para conectar con uno mismo en España
“Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir”, dijo Robert Louis Stevenson. Párate un poco a pensar: ¿estás harto de las vacaciones de las que vuelves más cansado de lo que te fuiste? ¿Quieres dejar de hacer colas para visitar “lo más famoso”? Te proponemos varios lugares en España en los que encontrarás la calma y en los que podrás tomarte tu tiempo para relajarte, reflexionar y conectar con el lugar y contigo mismo. Prueba con una nueva forma de viajar.
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Viajes. Abderramán III, el primer califa español
En enero del año 929, en pleno rigor del invierno, un gran número de mensajeros fueron despachados desde Córdoba en dirección a todos los confines de al-Andalus.Todos portaban una misma carta, destinada a los gobernadores de provincia, cuyo contenido debió de causar una sorpresa mayúscula: en un estilo solemne, el soberano omeya de Córdoba, Abderramán III, agradecía los dones que Dios le había otorgado, los consideraba digna recompensa por sus esfuerzos en defensa de la fe y anunciaba que, por todo ello, había decidido adoptar el título de califa, dignidad que habían ostentado sus lejanos ancestros, los califas de Damasco, pero que los omeyas de al-Andalus nunca habían reclamado, prefiriendo el mucho más modesto de emires. Aunque ahora, las cosas habían cambiado: "Todo el que usa el título de Comendador de los Creyentes (amir al-muminin), fuera de nosotros, se lo apropia indebidamente, es un intruso en él y se arroga una denominación que no merece".
Al proclamarse califa, Abderramán III estaba reclamando, como representante de Dios en la tierra, la dirección espiritual de todos los musulmanes del orbe. Lo hacía en competencia con los califas abbasíes de Bagdad, responsables de la desaparición de los omeyas de Damasco a mediados del siglo VIII y enemigos declarados de sus descendientes andalusíes. Sin embargo, nadie se llamaba a engaño. Los verdaderos enemigos de Abderramán III no eran estos antiguos y lejanos rivales, cuyo poder hacía aguas por todas partes, sino unos recién llegados que acababan de ocupar los territorios del actual Túnez en medio de grandes celebraciones y proclamas que anunciaban el advenimiento de una nueva era.
Abderramán reclamó el título ostentado por sus antepasados omeyas de Damasco, derrocados por los abasíes en el sigo VIII
Estos soberanos se hacían llamar fatimíes y reclamaban el califato en razón de una formidable genealogía que les hacía descender de Ali ibn Abi Talib, primo y yerno del profeta Mahoma, con cuya hija Fátima se había casado. Todos quienes creían que el fuerte carisma y la autoridad religiosa del Profeta se habían transmitido a la descendencia de su yerno Alí sólo podían sentirse impresionados por la llegada al poder de estos fatimíes: por primera vez el bando (shía) de Alí estaba en condiciones de guiar a la comunidad musulmana.
La fuerza del Islam
Al adoptar el título califal y el apodo de al-Nasir, "el Victorioso", Abderramán III mostraba su disposición a aceptar el reto planteado por los fatimíes. Ostentar el califato no era para él una cuestión de genealogía, sino de merecimiento; no entrañaba lanzar mensajes demagógicos, sino demostrar con hechos la confianza que Dios había depositado en los omeyas. De este modo, Abderramán III, dos años después de proclamarse califa, decidió atacar a los fatimíes, ordenando que sus tropas cruzaran el Estrecho y ocuparan Ceuta. Iniciaba, de este modo, una larga secuencia de enfrentamientos con los califas fatimíes en el Magreb durante las décadas siguientes.
Con todo, no era sólo el nuevo panorama del mundo mediterráneo lo que impulsaba a Abderramán al-Nasir a tomar el título califal. También la propia evolución de la sociedad andalusí respaldaba su inédita decisión. Transcurridos dos siglos desde la conquista de 711, al-Andalus era ya un territorio con mayoría de población musulmana, una sociedad de "creyentes" sobre la que un califa ejercía su autoridad espiritual y terrenal. Esta conversión paulatina, pero masiva, de la población indígena parece haberse iniciado en fechas muy tempranas. Puede atestiguarse a través de indicios como las sucesivas ampliaciones de la mezquita de Córdoba, que llevaron casi a duplicar su superficie original en el siglo IX, o el gran número de mezquitas surgidas no sólo en la capital –algún autor habla aquí de más de un millar y medio–, sino también en ciudades como Sevilla, Toledo o Zaragoza, o en enclaves tan diversos como Tudela (Navarra), Almonaster (Huelva) o Tortosa (Tarragona).
En el siglo X, al-Andalus era un territorio con mayoría de población musulmana, sobre la que el califa ejercía su autoridad espiritual y terrenal
Esta proliferación de lugares de culto iba unida a un aumento de hombres de religión –los llamados ulemas–, gentes versadas en el derecho, la exégesis o la teología musulmanas, y que durante los siglos IX y X aparecieron por todas las latitudes de al-Andalus, señal inequívoca de un conocimiento cada vez mayor tanto del texto coránico como de la tradición profética musulmana entre amplias capas de la población.
La peripecia personal del nuevo califa ratificaba el sentimiento de triunfo y plenitud que se vivía en al-Andalus a comienzos del siglo X. En ese año de 929, Abderramán tenía cuarenta años, de los cuales había pasado batallando los 17 que ya llevaba en el poder. En todos esos combates la suerte siempre le había sonreído. De su abuelo y antecesor, el emir Abd Allah, había recibido una difícil herencia de rebeliones y rechazos frente a la autoridad omeya. El gran logro de Abderramán III había consistido en sofocar todas y cada una de esas sublevaciones en agotadoras campañas, muchas conducidas por él mismo. Écija, Carmona, Sevilla, Niebla, Mérida y un largo etcétera de fortalezas y castillos se habían rendido a las tropas omeyas, entregando a los cabecillas que allí se habían hecho fuertes y permitiendo la entrada de gobernadores nombrados desde Córdoba. "Hijo de califas y de bravos soberanos –recitaba un gozoso poeta cortesano– a ti entregan los súbditos las riendas".
El conquistador implacable
La conquista que más satisfacción había producido a Abderramán III había sido, sin embargo, la de Bobastro, una fortaleza situada en los montes de Málaga y todavía visible en el impresionante emplazamiento de las Mesas de Villaverde (término municipal de Ardales, Málaga). Desde allí, un descendiente de indígenas convertidos al Islam, llamado Umar ibn Hafsún, había conducido una formidable rebelión que a punto estuvo de acabar con la dinastía omeya. Umar falleció en el año 918 sin haber sido sometido y dejando sus amplios dominios en herencia a sus hijos, que continuaron desafiando a la autoridad central. Fueron necesarias largas y trabajosas campañas para conseguir que a comienzos de 928 Bobastro capitulara. Llegada la primavera, Abderramán se dirigió a inspeccionar en persona la ciudad recién conquistada. Observó su emplazamiento y sus defensas detenidamente, recorrió sus edificios y, finalmente, requirió ser conducido al lugar donde se encontraba la tumba de quien había sido el azote de sus antecesores.
Una vez allí ordenó que se desenterrara su cadáver.Todos los presentes pudieron comprobar entonces lo que siempre se había sospechado: a pesar de haber nacido musulmán, Umar ibn Hafsún se había convertido al cristianismo en el curso de su rebelión. Su apostasía quedaba delatada por el hecho de que se hubiera enterrado sobre la espalda y con los brazos cruzados en el pecho en lugar de hacerlo siguiendo el rito musulmán, que exige que el cadáver se deposite sobre el costado derecho y orientado hacia La Meca. Para culminar su venganza, Abderramán III mandó transportar los restos a Córdoba, donde ordenó izarlos sobre una cruz en la orilla del río, junto al alcázar. Completó la escenografía disponiendo los cadáveres de dos hijos de Umar a uno y otro lado de los despojos de su padre. Durante casi 15 años, las tres cruces quedaron allí bien visibles, junto al Guadalquivir, y sólo desaparecieron cuando una riada arrastró los viejos maderos y los restos que de ellos todavía colgaban.
La conquista de Bobastro no detuvo al califa de al-Andalus. Cuatro años después, en 932, Toledo se rendía a las tropas cordobesas, poniendo, de este modo, punto final a una larga serie de rebeliones que los habitantes de esta ciudad habían protagonizado durante décadas. Con todo, quedaban aún reductos rebeldes, tanto en el Levante como, sobre todo, en el valle del Ebro, donde una serie de familias aristocráticas, en especial los Tuyibíes, rehusaban acoger a gobernadores omeyas, enviar sus tributos al califa o renunciar a pactar con los reinos y condados cristianos del norte cuando y como mejor les conviniera. Reducir a los Tuyibíes volvió a ser una tarea agotadora, repleta de campañas, emboscadas y asedios que sólo culminaron en el año 937, cuando Zaragoza abrió sus puertas merced a un tratado de capitulación que, si bien aseguraba el reconocimiento de la autoridad omeya en esta ciudad, no implicaba ni mucho menos el desalojo de los Tuyibíes de sus territorios. El todopoderoso califa se había visto obligado a negociar y aunque un poeta le motejara de "conquistador de la tierra de una a otra punta", lo cierto es que los límites de su poderío se habían puesto en evidencia por primera, pero no por última vez.
El enemigo cristiano
Cuando Abderramán III llegó al poder, no sólo tuvo que hacer frente a una devastadora crisis interna en al-Andalus, sino también al hecho de que el mapa político de la península Ibérica había cambiado sustancialmente. Durante la segunda mitad del siglo IX, los cristianos habían ocupado ciudades como León o Zamora, y se habían establecido en enclaves de la línea del Duero –Roa, Clunia, San Esteban de Gormaz–, mientras que en el curso alto del Ebro las escaramuzas fronterizas habían propiciado que fortalezas como Calahorra cambiaran con frecuencia de manos. Durante años, las expediciones cordobesas habían dejado de atacar los territorios del norte, y ello permitió la consolidación y expansión de reinos y condados cristianos. Cambiar este estado de cosas se convirtió en una de las principales prioridades del soberano omeya y a este objetivo se dirigieron las cuatro grandes campañas que lideró personalmente.
La primera de estas campañas tuvo lugar en 920. El califa, al frente de su ejército, recorrió los ya citados enclaves del Duero, se internó en el reino de Pamplona y derrotó a una coalición cristiana en un lugar llamado Muez. El éxito fue resonante: tras ordenar la ejecución de 500 cristianos, un cuantioso botín y más de un millar de caballos tomaron junto a al-Nasir el camino de regreso a Córdoba. En 924, sus tropas saquearon Pamplona y diez años más tarde, tras aceptar la sumisión de la regente navarra Toda, el califa marchó a Castilla, dirigiéndose a Osma, donde derrotó a un ejército dirigido por el conde Fernán González con el apoyo del rey de León.
Ninguna de estas expediciones entrañó conquistas territoriales. Sin duda, todas acarrearon una gran devastación en los lugares por los que pasaban, y el número de cautivos y muertos debió de ser considerable. Pero no parece que Abderramán III consiguiera su objetivo de invertir el equilibrio de fuerzas con los poderes cristianos. En su beneficio podía argüirse que estas tres expediciones se habían realizado cuando todavía existían territorios en al-Andalus que no acataban su autoridad, por lo que ninguna pudo mostrar todo el poderío militar que el califato de Córdoba era capaz de movilizar.
Una amarga derrota
Por ello, la siguiente campaña, la del año 939, fue considerada trascendental, incluso en el nombre que se le dio: "campaña del gran poder". Dos años antes se había sometido Zaragoza y por ello el califa hizo especial hincapié en que le acompañaran los principales caudillos de la frontera en una expedición que, sin duda, estaba destinada a cambiar definitivamente el equilibrio de fuerzas en la Península. La ambiciosa campaña se puso en marcha a comienzos de julio. Su primer objetivo fue el enclave de Simancas (Valladolid), donde el poderoso ejército califal midió sus fuerzas con las del rey Ramiro II de León. El resultado fue incierto, para desesperación de un califa convencido de que comandaba un ejército invencible.
En 939, Abderramán sufrió su peor derrota, el la batalla de Alhándega, donde fue abandonado por parte de sus tropas y casi pierde la vida
Tal vez desconcertado, al-Nasir se dejó persuadir por una propuesta descabellada: conducir sus fuerzas hacia el valle del Riaza (en el límite de las actuales provincias de Segovia y Soria), donde algunas poblaciones fronterizas atacaban los dominios andalusíes. Cuando el ejército se internó por una zona escarpada y con accesos muy difíciles, sufrió una emboscada que provocó un desastre del que el propio califa escapó a duras penas. La derrota de Alhándega –o «del barranco», como pasó a ser conocida– resultó especialmente dura, porque en medio del fragor de la batalla algunos miembros del ejército califal decidieron emprender la huida sin preocuparse de defender al califa ni a los sectores más desprotegidos del ejército. Las pérdidas humanas fueron muy elevadas y a ello se añadió la humillación sufrida por el califa, que perdió su pabellón y objetos personales demostrando ser vulnerable.
Las consecuencias de la derrota no se hicieron esperar. De regreso a Córdoba, el califa ordenó construir junto al alcázar una plataforma con diez cruces. Poco después, con ocasión de un alarde público del ejército y en presencia del califa, un funcionario comenzó a vocear los nombres de diez altos mandos de las tropas que inmediatamente fueron sacados de la formación, despojados de sus armas, izados en las cruces y ejecutados sin más demora bajo la acusación de traición al califa en la jornada de Alhándega. Los reproches mutuos debieron de ser tan agrios, sin embargo, que a alguno de los condenados hubo que cortarle la lengua para impedir que siguiera insultando al califa. Por su parte, el ánimo de éste se volvió cada vez más sombrío. El desastre hizo profunda mella en un hombre que estaba a punto de cumplir los 50 años y que decidió no volver a salir jamás en campaña con su ejército. A partir de ese momento, las hostilidades contra los cristianos fueron cosa de las gentes de la frontera y de las guarniciones omeyas allí destacadas, mientras que el califa se dedicaba a ocuparse de labores diplomáticas que pronto supusieron la llegada de numerosas embajadas a Córdoba.
Temido, pero no querido
Abderramán continuó en el poder hasta su muerte en octubre de 961. Murió a los 73 años, en su lecho y tras haber conseguido logros impresionantes. Gobernadores omeyas regían en cada provincia y ciudad de importancia, los ingresos del fisco superaban los seis millones y medio de dinares al año, las propiedades del califa rendían más de 700.000 dinares, y la moneda de oro había vuelto a circular en parte merced a la apertura de las rutas africanas que la expansión omeya en el Magreb había permitido. Tras haber dejado de lado las grandes expediciones militares, la diplomacia estratégica había dado excelentes resultados, pues a mediados del siglo X todos los reinos y condados cristianos se habían convertido, de un modo u otro, en satélites del califato de Córdoba. Por lo demás, al-Andalus era un territorio próspero que maravillaba a los viajeros extranjeros por la extensión y fertilidad de sus campos de cultivo y por la expansión de sus ciudades.
Las noticias que hablaban del carácter colérico e irascible del califa eran numerosas
Sin embargo, no parece que Abderramán muriera satisfecho.Tras su fallecimiento hubo quien dijo haber encontrado un escrito de su puño y letra en el que el califa afirmaba que a lo largo de su vida habían sido muy escasos los días de felicidad de los que había disfrutado. Es posible que a esta amargura final contribuyera la ejecución de su propio hijo Abd Allah en 950, acusado de haber conspirado para destronar a su padre y que, al parecer, concitó grandes simpatías como alguien dotado de una personalidad opuesta al carácter brutal de su progenitor.
De hecho, en al-Nasir parece adivinarse una figura temida y respetada, pero escasamente querida.Al contrario de lo que ocurre con algunos de sus antecesores, son relativamente escasas las noticias que hablan de su religiosidad y piedad, a pesar de haber sido un incansable luchador por conseguir la unidad de al-Andalus y el sometimiento de los reinos del norte. Por el contrario, corrían sobre su persona noticias que hablaban de una brutal crueldad con sus esclavas, reflejo de un carácter colérico e irascible, incapaz de soportar un desdén o un rechazo. Es difícil saber qué hay de verdad en todo ello, aunque lo cierto es, sin embargo, que Abderramán III fue capaz de poner en pie la formación política más poderosa que había existido en la península Ibérica desde los tiempos de Roma: el califato omeya de Al-alndalus.
Para saber más
Conquistadores, emires y califas. Eduardo Manzano. Crítica, Barcelona, 2006.
El mozárabe. Jesús Sánchez Adalid. Ediciones B, Barcelona, 2005.
via http://bit.ly/JKJLOL https://ift.tt/2YnsnLm
jueves, 20 de junio de 2019
Apuntes. Tarjetas, cajeros y cambio de moneda para viajes a Estados Unidos
Si tenéis pensado viajar a Estados Unidos seguramente os hayan asaltado unas cuantas dudas en lo que refiere a la gestión del dinero: ¿mejor pagar en efectivo o con tarjeta? ¿qué comisiones nos cobrarán por pagar con tarjeta? ¿y por retirar de un cajero? ¿hay tarjetas que eviten estos cargos? ¿cuál es la mejor? ¿cuántos ...
La entrada Tarjetas, cajeros y cambio de moneda para viajes a Estados Unidos se publicó primero en Los apuntes del viajero.
via Pruden Rodríguez http://bit.ly/2ISpKuI
Viajes. Transilvania y el mito de Drácula
La cordillera de los Cárpatos abraza a Transilvania, una región de bosques, pueblos tradicionales y castillos impregnados de leyendas, como la de Vlad Tepes. La historia de este sombrío príncipe rumano –apodado «el Empalador» por su crueldad, pero considerado héroe nacional por sus gestas militares– inspiró al irlandés Bram Stoker la novela Drácula, llevada al cine en muchas ocasiones. El protagonista del libro es el eje de una popular ruta que se inicia en la medieval Sighisoara, donde la casa natal de Tepes acoge hoy un mesón. Siempre hacia el sur, la huella del príncipe aparece en la amurallada Brasov y en el castillo de Bran (XIV), erigido sobre un risco desde el que se vigilaba el paso fronterizo del sur de los Cárpatos.
via http://bit.ly/JKJLOL http://bit.ly/2L07yC5
martes, 18 de junio de 2019
Periodismo viajero. Hotel Residence Zanzíbar: Lujo ante todo
ZANZÍBAR ES UN DESTINO IDEAL: SU CÁLIDA HOPITALIDAD, SU HIPNOTIZADOR MISTICISMO, SU RICA HISTORIA… THE RESIDENCE ZANZÍBAR TIENE UN VÍNCULO MUY ESPECIAL CON ESTA TIERRA. TE TOCA DESCUBRIRLO Y AHORA MÁS QUE NUNCA
The Residence Zanzíbar se encuentra en la primera posición del Top 10 de Mejores hoteles de Tanzania; la segunda posición del Top 10 de Mejores Hoteles de Lujo de la región; y la tercera posición del Top 10 de los Mejores Hoteles con Mejor Atención al Cliente del País.
Es, sin duda, un hito que pone de manifiesto el exquisito trato y hospitalidad con los que el resort recibe a todos sus huéspedes. Nosotros ya tuvimos ocasión de descubrirlo.
Para nosotros fue como escaparse a un auténtico diamante de la naturaleza y gozar de su belleza insuperable… Estar bajo las palmeras en una de las playas vírgenes de la «isla de las especias», rodeados de extensos jardines, es un reflejo de las maravillas de su hábitat y del exótico patrimonio natural de este paraíso.
via Oriol Pugés http://bit.ly/2Xmpw8m
Viajes. Roald Amundsen, el explorador que llegó primero al polo Sur
Los inviernos en Noruega son muy fríos. Aún así, él dormía siempre con la ventana abierta de la habitación, mientras que en sueños, alcanzaba los paisajes polares más extraordinarios. A aquel joven llamado Roald Amundsen aún le quedaban algunos años para sorprender al mundo con sus futuras hazañas, pero ya había tomado la decisión de convertirse en explorador.
El destino quedó marcado pronto, cuando con 18 años escuchó una conferencia del gran héroe nacional Fridtjof Nansen, quien había atravesado por primera vez Groenlandia y se había quedado a sólo 350 kilómetros de alcanzar el polo Norte, más cerca que ningún hombre hasta el momento.
Aquella conferencia impactó al joven Roald Amundsen tanto que juró conquistar el polo Norte. Para ello se dedicó en cuerpo y alma durante cada segundo de su vida. Así fue como pasó de las lecturas juveniles y de caminar por los terrenos de la imaginación pasó a enrolarse en barcos para experimentar la navegación polar.
Las primeras expediciones polares
Primero fueron expediciones como la del ballenero Bélgica, en la Antártida, dirigida por Adrian de Gerlache, a quien Amundsen ofreció sus servicios de forma desinteresada, a cambio de tener la oportunidad de navegar entre los hielos polares. La expedición salió el verano de 1897 y el joven aventurero no dejó de fijarse en todos los aspectos, llevando un detallado diario con anotaciones técnicas.
Aquel barco quedó atrapado en la larga noche antártica, lo cual llevó a casi toda la tripulación a la desesperación. Sólo dos miembros mantuvieron el ánimo: Cook y Amundsen, que fascinados por la exploración polar se mantuvieron activos, estudiando soluciones y detalles de planificación. Pasaron trece meses encerrados entre hielos, pero para Amundsen fue la mejor experiencia posible. Todo lo que aprendió le sirvió en el futuro.
A la vuelta, Amundsen se animó a preparar su propia expedición. Nada le podía detener, ni siquiera un puñado de acreedores. Así que el 16 de junio de 1903, el pequeño velero Gjoa zarpó con nocturnidad y alevosía del puerto, bajo una espesa lluvia. “Estábamos a salvo en mar abierto”, anotaría en su diario. Llegó a los límites de lo desconocido y, de nuevo, quedó inmovilizado entre los hielos por cerca de dos años, hasta mediados del verano de 1905, cuando logró levar anclas para seguir la ruta.
Lo que comenzó mal acabó siendo un éxito: Amundsen descubrió el paso del Noroeste, algo que en tres siglos de expediciones no se había logrado. El 31 de agosto de 1906, tres años y dos meses después de partir a escondidas, la pequeña expedición llegó a Nome. El recibimiento por parte de los habitantes fue apoteósico. Amundsen sonreía desde la proa del velero: había cumplido el sueño de convertirse en un explorador polar famoso.
No será el primero en llegar al polo Norte
Pero como todos los hombres que tienen marcado su destino desde pronto, Amundsen no se sentía satisfecho. Aún faltaba algo. Quedaba alcanzar el polo Norte, y para eso necesitaba el Fram, el mítico barco que usó en su día su héroe de juventud, Fridtjof Nansen. La posibilidad parecía remota porque, a su vez, Nansen estaba pensando en utilizar el navío para también cumplir él con su sueño de alcanzar el polo Norte. Sin embargo, el antiguo explorador supo hacerse a un lado, comprendiendo que tal vez su tiempo ya había pasado y que ahora le tocaba a otro tratar de alcanzar una de las zonas más inaccesibles del planeta.
Por fin, en noviembre de 1908, pudo anunciar su proyecto más deseado: iría al polo Norte. En ese momento, precisamente, Shackleton avanzaba hasta un punto diametralmente opuesto, el Polo Sur, aunque finalmente, no lo alcanzaría. Fue más fácil lograr el Fram que la financiación necesaria para la expedición, así que Amundsen, un hombre habituado a los espacios salvajes, se vio visitando los salones más importantes de Europa en una larga gira de conferencias con el fin de lograr los fondos necesarios.
Pero a veces, la simple voluntad no es suficiente para alcanzar los sueños: su colega, el Dr. Cook, con quien se enroló en la expedición del Bélgica, alcanzó el polo Norte. Al menos, las portadas de los principales diarios internacionales así lo reflejaban porque, en realidad, el americano no había hecho público sus planes. Amundsen le envió un telegrama de felicitación, pero su sueño de ser el primero en pisar el polo Norte se había desvanecido.
Si no es el polo Norte, será el Sur
En el mapa solo quedaba una gran incógnita más por resolver, el polo Sur. Ningún biógrafo tiene claro cuando cambió de planes, porque Amundsen guardó secreto en sus memorias, pero estaba claro que necesitaba un triunfo espectacular, y ser el segundo no servía. El propio Dr. Cook se lo dijo claro: “¿Por qué no intentas el Polo Sur?”. Así que Amundsen comenzó a llevar los preparativos de la expedición ocultando el nuevo destino.
Durante todo un largo año guardó el secreto junto a su hermano Leo. Cuidaron las apariencias como si fueran a viajar al polo Norte, cuando en realidad lo que estaban preparando era conquistar el polo Sur. Los británicos, liderados por Scott también se disponían a ir hacia allí: la carrera más apasionante del siglo XX estaba por comenzar con muy distinta suerte para los dos grupos.
Fue en la isla de Madeira donde Amundsen reveló la verdad a su tripulación. Hasta llegar a la isla, estaban siguiendo los planes tal como los habían hecho públicos. Ahora, si sus hombres daban el consentimiento, el Fram se borraría del mapa y ya nadie podría detenerlos hasta alcanzar los mares helados de la Antártida. Afortunadamente, los hombres de la tripulación sonrieron cómplices y todos dijeron que sí. Al fin, la aventura sería el polo Sur.
Al encuentro del destino
“¡A ese ritmo, llegarás en Navidad!”, le gritaron entre bromas sus compañeros desde el Farm. Durante los seis meses de travesía, los perros se habían acostumbrado a no hacer nada y ahora, ya en la Antártida, la idea de tirar de un trineo cargado hasta los topes no les atraía nada, así que se tumbaron indiferentes al látigo de Amundsen.
A pesar de la anécdota, el desembarco en la Bahía de las Ballenas prosiguió, y el 18 de enero de 1911, cuando los ingleses liderados por Scott terminaban de levantar la base desde la que emprender su ruta hacia el polo Sur, Amundsen y los noruegos comenzaban a preparar la suya.
Ambas expediciones encaraban la ruta más larga y peligrosa de todas las posibles. Era un día gris, cubierto de una densa niebla, pero los trineos comenzaron a correr empujados por los perros. Delante, una superficie desconocida, monótona hasta parecer infinita. A la fuerza, mortal.
La doble cara del destino
Todas las decisiones tomadas por Amundsen fueron acertadas, desde escoger el punto de inicio de la gran ruta, la construcción de la base invernal, hasta la elección de los perros que tirarían de los trineos, los esquíes, adoptar la ropa de esquimales y el cálculo exacto de las provisiones... además, el tiempo, al cabo de los primeros días, comenzó a mejorar. Sin duda, todo ello hizo que, a pesar de comenzar más tarde, pronto la expedición noruega superó a la británica al establecer los diversos depósitos de provisiones que serían clave en la carrera por el asalto final al polo Sur. Al año siguiente, tras pasar los largos meses de la noche polar, llegaría la hora de la verdad.
Scott y sus hombres estaban por emprender el peor viaje del mundo. Una trágica combinación de desafortunadas decisiones y la mala suerte les condujo a la muerte, mientras que Amundsen y los noruegos se llevaron la gloria al alcanzar el polo Sur, el 14 de diciembre de 1911.
El miércoles 17 de enero, Scott dejó escrito en su diario la terrible frustración que sintieron al alcanzar la meta tras tantas penurias y descubrir que los noruegos se les habían adelantado por cerca de un mes: “¡Dios santo! Es un lugar espantos, y más para nosotros que hemos sufrido horrores para llegar hasta aquí sin obtener la recompensa de ser los primeros”. No podía imaginar en ese momento que lo peor estaba por llegar: él y sus hombres morirían al poco, atrapados en el desierto helado.
Por paradójico que parezca, ninguno de los dos logró alcanzar su sueño. Amundsen no dejó que el éxito le emborrachara y escribió con una lucidez asombrosa cuando se trata de analizarse a uno mismo que: “Seguramente nunca un hombre se ha enfrentado, como me pasaba a mí, al hecho de haber alcanzado algo diametralmente opuesto a aquello con lo que ha soñado. Las regiones del polo Norte -sí, el mismísimo polo Norte- me habían atraído desde mi juventud, y heme aquí, en el Polo Sur, ¿Cabe imaginar mayor despropósito?”.
Ahora sí, el polo Norte, pero en avión
Una vida como la de Amundsen dedicada por entero a la exploración no podía acabar con este capítulo, por muy triunfal que fuese. Así que en 1918 se lanzó a una nueva aventura con un nuevo barco, el Maud. Desafortunadamente, los siete años que dedicó al proyecto fueron un completo fracaso que casi acaba con la exitosa carrera del explorador. Sacó una conclusión clara de todo aquello: la época dorada de las expediciones en barco y trineos se había acabado; tal vez tocaba ir al polo Norte de otra forma.
Ya durante su gira por Europa después de conquistar el polo Sur se interesó por los aeroplanos, pero no fue hasta los años veinte, cuando la industria comenzó a construir mejores máquinas que se atrevió a imaginar el nuevo desafío: por fin llegaría al polo Norte, pero lo haría por el aire.
Mayo de 1925 fue la fecha escogida. Tras unas ocho horas de vuelo, los dos hidroaviones que formaban la expedición se vieron obligados a dar media vuelta, a tan solo 250 kilómetros de la meta. Ambos aviones comenzaron a dar problemas técnicos, y Amundsen aplicó algo que le escuchó decir hacía años a su héroe de juventud: “El polo no vale una vida”.
Aún así no se dio por vencido y tras sanear las maltrechas finanzas por el fracaso de la expedición anterior, logró prepararlo todo para, el 12 de mayo de 1926, poder llegar por fin al polo Norte; aunque esta vez, lo hizo acompañado por el ingeniero italiano Nobile y en un dirigible. Amundsen se convertía así en el primer hombre en estar sobre los dos polos de la Tierra. Nadie podía presumir de tanto palmarés como él. Ahora sí, tocaba parar y tomarse un merecido descanso.
La última aventura de Amundsen
Pero hay algo en el tipo de personas al que pertenecía Amundsen que hace que nunca logren estar contentos y sientan cada poco la tentación de volver a partir, de ponerlo todo en juego una vez más. Tiempo después de su última aventura, cuando parecía que Amundsen dejaba atrás los desafíos, llegó la noticia: Nobile, con quien había volado en el dirigible y con quien se había aireado una triste disputa entre ambos en las portadas de todos los periódicos internacionales, había sufrido una avería y había realizado un aterrizaje de emergencia en algún lugar del polo Norte. Su vida y la de sus compañeros estaban en peligro.
La última vez que se vio con vida a Amundsen fue el 18 de junio de 1928, cuando despegó con mal tiempo. A las tres horas de vuelo, se perdió el contacto por radio y se le dio por desaparecido el avión
Amundsen no se lo pensó dos veces. A pesar del enfrentamiento público entre ambos, aceptó ponerse a los mandos de un avión que el gobierno francés puso a disposición del equipo de rescate. La última vez que se vio con vida a Amundsen fue el 18 de junio de 1928, cuando despegó con mal tiempo. A las tres horas de vuelo, se perdió el contacto por radio y se le dio por desaparecido el avión. Pocos días antes del suceso, el noruego confesó en una entrevista algo parecido a un epitafio: “Sólo deseo que la muerte me llegue de una forma digna, mientras cumpla una gran misión, rápidamente y sin dolor".
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