En pleno siglo XXI parece que todo esté inventado y que queden muy pocos lugares en Europa que conserven la capacidad de sorprender al viajero. Quizás por eso volví enamorado de Madeira. Sus paisajes volcánicos son conmovedores e inesperados, una especie de vergel divino perdido en mitad del océano Atlántico con innumerables secretos y alicientes que merecen un viaje de varios días. Recargar las pilas, liberar adrenalina o dejarse impresionar por su exuberante naturaleza son misiones muy fáciles de acometer en este archipiélago portugués.
Por su emplazamiento y clima benigno es conocida como la isla de la eterna primavera y su historia está muy ligada al espíritu aventurero y explorador de Portugal. Sus atractivos son incontables para tratarse de una pequeña isla subtropical. Me parece increíble que a pocas horas del continente encuentres un destino con volcanes, ríos subterráneos, selvas y bosques de laurisilva, playas de arena negra o picos donde llega a nevar en los meses más fríos del año. Voy a darte unas pinceladas de lo que me cautivó del archipiélago, estas son los 10 lugares que visitar en Madeira imprescindibles.
10 lugares de interés que visitar en Madeira
Bosques de laurisilva de un verde intenso, calas y playas de piedras color azabache, picos que se pueden conquistar por cientos de senderos y levadas… acompáñanos en este viaje fascinante en el que te descubriremos algunas de las mejores experiencias que puedes hacer en un viaje a Madeira.
Caminar junto a una levada y los bosques de laurisilva en Madeira
Admito que antes de viajar a Madeira no había escuchado la palabra levada, pero caminar junto a ellas es una de las experiencias más increíbles que podrás vivir en la isla. Se trata de canales de irrigación que se utilizaban antiguamente para llevar el agua (su nombre procede de la palabra portuguesa levar) y que actualmente se encuentran incrustados junto a alguno de los paisajes más fascinantes de la isla. Más de cuatro siglos de historia contemplan a este peculiar red de canalización.
Se calcula que en Madeira hay cerca de 2.200 kilómetros de levadas, un laberinto de caminos que se han convertido en uno de los mayores reclamos para senderistas de todo el mundo, especialmente para aquellos que quieren caminar dentro de los espesos bosques de laurisilva. Se trata un tipo de vegetación subtropical que se ha convertido en uno de los iconos de la isla y que ha sido declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. El que más me impresionó fue el sendero do Caldeirão Verde cerca de Santana. Es un verdadero placer calzarse las botas y caminar entre un collage de verdes intensos y ramas que se retuercen como si fueran a cobrar vida. La guinda del pastel la ponen algunas de las altísimas cascadas que se precipitan a toda velocidad ladera abajo.
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Darte un chapuzón en las piscinas naturales de Porto Moniz
Porto Moniz es uno de los puntos más septentrionales de la isla y un contrapunto perfecto a la exuberante naturaleza verde de Madeira. La localidad sólo tiene unos 3.000 habitantes y su pasado está vinculado con los balleneros. Sin embargo, lo que hoy en día llama más la atención de este pequeño municipio son sus espectaculares piscinas naturales.
Emplazadas en la parte más turística de Porto Moniz, las piscinas naturales están excavadas en la roca junto a peculiares formaciones volcánicas que le dan un aspecto salvaje. Las aguas de estos embalses de recreo de poca profundidad son transparentes, pero te regalan una vista privilegiada del oceáno Atlántico. Llévate el bañador en la mochila, porque al verlas te parecerán tan irresistibles que acabarás zambulléndote en sus aguas cristalinas.
Observar Madeira desde lo alto en el Pico do Arieiro
No me negarás que en todos los viajes que haces anhelas subirte a uno de los puntos más altos del destino para tenerlo a tus pies. En Madeira no hay cumbres excesivamente elevadas, pero algunas son de fácil acceso y nos regalan unas vistas de esas que reconfortan el alma. El techo de la isla corresponde al Pico Ruivo y sus 1.862 metros, aunque es mucho más sencillo «conquistar» el Pico do Arieiro (1.818 metros de altitud).
De hecho, puedes llegar en coche hasta su mirador principal en pocos minutos desde Funchal. Arriba tienes unas panorámicas fastuosas y puedes ver como desde ese punto se teje una madeja de senderos que son un verdadero tesoro para los amantes de las caminatas en la naturaleza (y que llegan incluso al Pico Ruivo). Los vientos que cincelan los paisajes de la Macaronesia hacen de improvisados directores artísticos, ya que van jugando con las nubes para cambiar rápidamente la fisonomía de los paisajes.
Hacerte una foto en los Islotes de Ribeira Da Janela
Más que a una estampa típica de la Macaronesia, los Islotes de Ribeira Da Janela me recordaron a latitudes más septenrionales o a paisajes que ya había visto en lugares más inhóspitos como Islandia o Islas Feroe. La diversidad de entornos es, sin duda, uno de los grandes alicientes de viajar a Madeira.
Ribeira Da Janela es un valle deshabitado y salvaje que se precipita hasta el mar y que invita a asomarse a él. La palabra janela significa ventana en portugués y ciertamente no se me ocurre mejor símil para definir este lugar. De las profundidades del océano emergen altivas varias formaciones de lava que dibujan una de las imágenes más pintorescas del archipiélago frente a las playas de roca negra. No olvides tu cámara, pues te apetecerá estar un buen rato inmortalizando ese instante.
Cuesta abajo en uno de los carros de cesto en Funchal
Una de las locuras más divertidas, típicas y turísticas de Madeira es tirarte a toda velocidad por una cuesta muy empinada a lomos de los denominados carros de cesto. Estos peculiares vehículos son una especie de bancos hechos con mimbre que son empujados por dos carreiros que se deslizan, derrapan y frenan sobre una especie de esquís que vuelan sobre un asfalto ya desgastado.
Cerca de la entrada del jardín Monte Palace de Funchal se reúnen los carreiros con sus sombreros y atuendos tradicionales mientras esperan ansiosos la llegada de turistas con ganas de liberar adrenalina. El origen de este peculiar método de transporte desde los barrios altos hasta la costa se remonta a 1850. En pocos minutos recorres cerca de dos kilómetros de distancia plagados de curvas y un desnivel bastante interesante. Los carros de cesto llegan a alcanzar los 48 km/h. Una experiencia que tienes que probar sí o sí en Madeira.
Todo lo que puedes visitar en Funchal
- Mira nuestro artículo con todo lo que puedes ver en Funchal, la capital de Madeira.
Visitar las casas típicas de Santana
Con menos de 3.500 habitantes, la pequeña localidad de Santana es de las más visitadas de Madeira gracias a sus casas tradicionales de forma triangular con techos de paja muy inclinados y paredes pintadas de vivos colores. Barriendo un poco para casa, tienen un aspecto parecido a las barracas valencianas que puedes contemplar en la Albufera o en el otro extremo del mundo a las edificaciones gasshō-zukuri de Shirakawa-gō en Japón.
En Santana se conservan cerca de un centenar de estas casas tradicionales inconfundibles para el viajero por si estructura y colorido. Muchas de ellas albergan actualmente pequeñas tiendas donde puedes llevarte alguna artesanía local o souvenirs.
Pasear por las playas de Porto Santo
La isla de Madeira es la más grande de un archipiélago que está formado además por Porto Santo, las islas Desiertas y las islas Salvajes. Pese a estar rodeadas por el océano Atlántico, su origen volcánico provoca que haya pocas playas de arena de gran extensión.
Las más espectaculares se encuentran en Porto Santo, una isla en la que acabamos de rebote porque desviaron el tráfico aéreo por cuestiones meteorológicas cuando íbamos a aterrizar en Madeira. Se puede llegar hasta allí en ferry y en avión. Los principales atractivos de esta diminuta ínsula (en la que dicen que vivió Cristobal Colón) se pueden visitar en un sólo día.
Comer en la Fajã Dos Padres
La gastronomía es otro de los platos fuertes de un viaje a Madeira. Al ser un archipiélago, los platos casi siempre tienen un toque marinero y los mariscos y pescados están muy presentes junto a los frutos y productos tropicales. La cantidad y variedad de restaurantes es fascinante, pero hay Fajã Dos Padres me dejó realmente cautivado por su entorno de ensueño.
Fajã Dos Padres está enclavado en una preciosa playa de piedras rodeada de campos de hortalizas y frutales. Lo que convierte en único a este restaurante es que sólo se puede acceder desde el mar en barco o descendiendo el acantilado en un funicular que se ha habilitado para la ocasión. No te olvides de reservar y de ir con cala, pues es de esos lugares que merece una sobremesa larga mientras escuchas como las olas juguetean con las piedras volcánicas en la orilla.
Disfrutar de los espectaculares miradores de Madeira
La isla de la eterna primavera es una colección inacabable de miradores y acantilados inolvidables. Aunque estés en el interior de la ínsula, seguro que encuentras alguna panorámica que ta animará a quedarte un buen rato oteando el horizonte mientras esbozas una gran sonrisa. Esos paisajes volcánicos cincelados por el viento y moldeados por el mar son de los que justifican un viaje.
Merece mucho la pena recorrer Madeira en coche y detenerte donde te apetezca. Además del mencionado mirador del Pico do Arieiro, los que más me encandilaron fueron los miradores de La Serra de Agua y sus bancales que parecen sacados de paises el sudeste asiático, la punta de San Lorenzo (que es probablemente el mirador más bello de Madeira) o el Cabo Girao que se alza sobre uno de los acantilados más altos de Europa.
Avistamiento de ballenas y cetáceos en Madeira
Tratándose de un archipiélago, no podían faltar las actividades o excursiones relacionadas con el mar en Madeira. Si buscas emociones fuertes tienes muchas opciones para disfrutar del surf, el paddle surf, la pesca deportiva, el coasteering o el buceo. No obstante, si este tipo de deportes no es lo tuyo (como es mi caso) también puedes pasarlo en grande con paseos en barco o travesías para avistar ballenas.
A pocas millas de la costa de Madeira podrás ver hasta 28 especies distintas de cetáceos. Los más comunes son los delfines y los calderones, aunque también se pueden contemplar tortugas, cachalotes y en contadísimas ocasiones ballenas azules. En nuestra travesía (que partió desde Funchal) nos topamos con un rorcual enorme.
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Galería de fotos de Madeira
via Pau http://bit.ly/2HRf8gn
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