El 1 de noviembre de 2015 astrofísicos de todo el mundo centraban su atención en un mismo punto de la bóveda celeste: el asteroide 2015 TB145, también llamado “Halloween” y "calabaza”. El objeto se acercó a 486.000 kilómetros de la Tierra, solo 1,3 veces la distancia que separa la Tierra de la Luna. El acontecimiento despertó una enorme expectación no solo de la comunidad científica, sino también de muchos aficionados a la astronomía, y es que daba la casualidad de que aquella roca que nos visitaba el día de Todos los Santos tenía forma de calavera por uno de sus lados.
Después de seguir su ruta alrededor del Sol y cruzar las órbitas de Mercurio, Venus y Marte, el asteroide Halloween vuelve a pasar cerca de la Tierra, aunque esta vez a una distancia significativamente mayor. El acontecimiento tendrá lugar la noche del 10 al 11 de noviembre, cuando discurrirá a unos 40 millones de kilómetros del planeta, o lo que es lo mismo, unas 104 veces la distancia media que nos separa de la Luna.
Última oportunidad para estudiarlo
Se espera que no vuelva a aproximarse a la Tierra hasta el año 2082, y en esa ocasión lo hará a una distancia todavía mayor: unos 50 millones de kilómetros, esto es, a unas 130 veces la distancia entre la Tierra y la Luna o, lo que es lo mismo, un tercio la distancia entre la Tierra y el Sol. Por todo ello esta podría ser una de las últimas oportunidades para observarlo y recabar nuevos datos, aunque, eso sí, necesitaremos telescopios más potentes.
El objeto "tendrá un brillo mucho menor que hace tres años, debido la mayor distancia y a su baja reflectividad. En su máximo acercamiento rondará la magnitud 19.3, lo que hace que sólo sea visible con telescopios relativamente grandes (a partir de 50-60 diámetros de diámetro) y usando detectores tipo CCD", puntualiza a National Geographic Pablo Santos Sanz, del Instituto de Astrofísica de Andalucia, del CSIC.
Tras analizar las imágenes tomadas hace tres años, los científicos dedujeron que el asteroide tardaba unas cinco horas en completar su rotación y 3, 4 años en completar su órbita. Un análisis más exhaustivo publicado el año pasado en la revista Astronomy and Astrophiscis desveló más detalles, entre ellos que mide aproximadamente unos 625 metros de diámetro, y que refleja un 6% de la luz solar, lo que le confiere un característico color negro oscuro, parecido al del alquitrán fresco. "Muchos asteroides del cinturón principal tienen superficies tan poco reflectivas como el de Halloween –apunta Santos Sanz–, por lo que no es una característica peculiar. La radiación solar y los rayos cósmicos pueden oscurecer la superficie de este tipo de objetos al cabo de miles de millones de años".
¿Un cometa extinto?
En su sobrevuelo de 2015 el asteroide no afectó a nuestro planeta, y se descarta que lo haga en esta ocasión, pues pasará a una distancia todavía mayor. Sin embargo, la fascinación que despierta entre la comunidad científica esta característica roca celeste de aspecto fantasmagórico ha generado de nuevo una gran expetación, pues todavía son muchas las preguntas por resolver. "No sabemos con certeza su composición. Si procede del cinturón de asteroides, cosa que no es segura, estaría compuesto fundamentalmente por rocas (silicatos) y quizás algun metal", explica Santos Sanz.
Y es que según un equipo de investigadores de la NASA, la órbita alargada y la velocidad de 2015 TB145 sugieren que más que un asteroide podría tratarse de un cometa extinto que perdió la coma. En este caso, su composición sería fundamentalmente agua y CO2 , junto con otros compuestos voláticles mezclados con partículas de polvo. La mayor parte de los hielos se habrían extinguido después de pasar muchas veces cerca del sol, por lo que al final solo quedaría una corteza de material orgánico que probablemente protegería parte del hielo que hubiera sobrevivido.
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