Paseando por el cuidado centro histórico de Núremberg nadie diría que esta localidad fue reconstruida en más de un 90% tras los intensos bombardeos que la redujeron a cenizas durante la II Guerra Mundial. Su Altstadt es realmente esplendoroso, digno del glorioso pasado imperial de la ciudad. Está plagado de rincones realmente deliciosos donde se pueden apreciar una mezcla de aromas a sus deliciosas salchichas o a su particular pan de jengibre (independientemente de la época del año). No obstante, lo que más me ha sorprendido en mis dos visitas a esta urbe de Alemania es su gran ambiente callejero con plazas colmadas de terrazas en las que conviven turistas y locales con una cerveza o una copa de vino de Franconia en la mano.
Curiosamente esta sensación de ciudad viva y hospitalaria aumentó considerablemente en mi regreso a Núremberg, dos años después de mi primera estancia. Mi segunda visita coincidió con la celebración de su célebre Festival de Bardos (Bardentreffen), que casualmente cumplió su 40º cumpleaños a finales del pasado mes de julio.
El Festival de Bardos de Núremberg
Quizá por desconocimiento o por una asociación de ideas errónea con la palabra bardo, me esperaba una ciudad tomada por gente disfrazada con trajes medievales y recitando historias de juglares por las calles. Nada más lejos de la realidad, el Festival de Bardos de Núremberg es muy actual y libre, y un motivo muy sugerente para viajar a Alemania en verano.
La música y el placer de interpretarla y escucharla es la única protagonista de este evento. Músicos llegados de todo el globo muestran su talento en casi cualquier rincón del Altstadt formando a su alrededor corrillos de gente que mueve el pie, da palmas o simplemente no puede evitar ponerse a bailar al ritmo de la melodía que escucha.
Para que te hagas una idea el Bardentreffen de Núremberg, está considerado uno de los festivales de música gratuito más grandes del mundo. Hay varios escenarios oficiales repartidos por el centro de la ciudad con un programa definido que suelen ser los que más público congregan, especialmente el ubicado en la plaza Hauptmarkt que se pone hasta la bandera los cuatro días.
Núremberg, una ciudad tomada por la música
Sin embargo, cualquier situación relacionada con la música se puede dar en Núremberg durante su Festival de Bardos. Cerrad los ojos y acompañadme en este paseo sonoro que empieza cerca de una de las antiguas puertas de la muralla en Konigstor. El primer corrillo lo ha generado un grupo de niños y niñas que no debe tener más de 15 años y que interpreta una dulce canción con sus violines y guitarras. No hay nervios.
Caminas unos pasos por königstraße y te sorprende el intenso sonido de un conjunto de instrumentos de viento enormes parecidos a didgeridoos australianos. Más adelante un grupo de percusionistas africanos montan una fiesta impresionante bajo las imponentes agujas de Lorenzkirche. A unos metros, un viejo guitarrista aporrea las cuerdas de su instrumento o un tímido joven me cautiva con una preciosa versión acústica de la Bitter Sweet Symphony de The Verve sobre uno de los puentes más hermosos de la ciudad.
La marabunta se aglutina en el Hauptmarkt donde los potentes altavoces del escenario oficial me envían sonidos de una voz muy familiar, Amparo Sánchez de Amparanoia tiene al público en el bolsillo. Un poco más al norte un grupo country nos hace viajar hasta los clubes de Tennessee justo a espaldas de la Iglesia de San Sebaldo.
Seguimos nuestro paseo musical hasta la Casa de Alberto Durero. El maestro del Renacimiento alemán esbozaría una sonrisa si viera la escena que se forma bajo su ventana. Un grupo de músicos tocan laúdes y extraños instrumentos de varios siglos atrás y cuyos nombres sería incapaz de reproducir.
¿Cuántos conciertos y músicos escucharía durante los cuatro días que duró el Festival de Bardos de Núremberg? Perdí la cuenta desde las primeras horas. Una sorpresa tras otra, lo más increíble e insólito puede aparecer ante tus ojos en cualquier rincón de la ciudad. Seguro que reconocerías el Get back de los Beatles o fragmentos de La valquiria de Wagner, aunque lo más probable es que te enamoraras de otras canciones completamente desconocidas y de la pasión con las que son interpretadas.
Ante este panorama lo único que puedes hacer es unirte a la fiesta y danzar cuatro días enteros entre los bardos de Núremberg, una experiencia que tienes que vivir al menos una vez en la vida.
Quiero dar las gracias a la Oficina de Turismo de Alemania por ayudarme a hacer este artículo y por descubrirme un evento tan maravilloso. Seguro que repito.
via Pau http://ift.tt/1fsdLTz
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