lunes, 18 de noviembre de 2024

Viajes. 20 años de la mayor expedición de España a la Antártida

Las grandes expediciones a lugares remotos parecen ser cosa de países como Reino Unido, Estados Unidos o Noruega. No obstante, España también cuenta con logros en este sentido, que raras veces se difunden adecuadamente. Uno de ellos fue una expedición antártica llevada a cabo hace 20 años.

A finales de 2004, un grupo de 120 profesores y científicos españoles protagonizó la mayor expedición nacional a la Antártida realizada hasta el momento. No se trataba de una estancia en alguna de las dos bases que España tiene en el continente helado.

El objetivo era explorar la región a lo largo de 500 kilómetros. El suceso pasó desapercibido para el gran público. Pero al cumplirse su vigésimo aniversario, cabe recordar sus principales logros y describir algunas experiencias vividas en esta aventura apasionante.

Todo empezó cuando, a comienzos de 2004, la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra (AEPECT), organización que aglutina a profesores de Geología de diversos niveles educativos, propuso llevar a cabo esta expedición durante dos semanas con fines científicos y didácticos. La dirección del proyecto estuvo a cargo de su entonces presidente, el profesor de Geología de la Universidad Complutense de Madrid Francisco Anguita.

Una Experiencia para compartir

No sería la primera vez que la AEPECT organizaba un viaje de tales características. En 1996 y 1998 se materializaron otros similares en Islandia y Australia-Nueva Zelanda, respectivamente. Conocer y estudiar in situ lugares de interés geológico, a escala planetaria, otorgaba a sus participantes valiosas herramientas científicas y didácticas para trasladar a las aulas.

Organizar una expedición así no fue tarea fácil. La logística implementada necesitó una coordinación milimétrica para ajustar fechas, vuelos, permisos y equipos. Tras unos días de aclimatación en la Patagonia argentina, los dos grupos expedicionarios partieron en turnos separados desde el puerto de Ushuaia a bordo de un antiguo barco de guerra estadounidense, reconvertido en buque de exploración polar.

A partir de ese día, las experiencias vividas fueron similares a visitar un planeta situado a muchos años luz de la Tierra.

La primera de ellas fue atravesar el aterrador pasaje de Drake: mil kilómetros de aguas oceánicas con olas descomunales, ligadas al único anillo marino latitudinal donde no hay tierra firme y que une el cabo de Hornos con la península Antártica. El barco se movía a lo largo de tres ejes diferentes, a menudo de modo simultáneo. En los dos días de travesía, apenas se pudo dormir y los mareos eran habituales.

Bahía Paraíso, en la Península Antártica.

Paisajes imposibles

Los integrantes del segundo grupo expedicionario pusimos por primera vez pie en el continente blanco el 31 de diciembre de 2004, concretamente en la isla 25 de mayo (King George), situada en el archipiélago de las Shetland del Sur.

Ya en tierra, las sorpresas se encadenaban una tras otra: cementerios de ballenas a pie de playa, pingüinos que saludaban sin temor e inefables paisajes de hielo y roca que componían una danza irreal.

El campamento base era nuestro barco y desde él se llevaron a cabo trece desembarcos mediante lanchas zodiac a otros tantos enclaves, a lo largo de una ruta de 270 millas náuticas, llegando a superar los 65º de latitud sur en la isla Petermann.

Algunos de los desembarcos más recordados tuvieron lugar en isla Decepción, una caldera volcánica activa donde se halla la base española Gabriel de Castilla, que tuvimos la suerte de visitar; bahía Paraíso y puerto Neko, ya en la propia península Antártica, y la isla Wiencke. En esta última, una intensa tormenta de nieve obligó a regresar al barco a toda velocidad, tras visitar una pequeña base británica.

Sería interminable relatar tantas y tan maravillosas experiencias vividas durante aquellos días. Hubo oportunidad de estudiar formaciones geológicas que se remontan a muchos millones de años atrás, cuando la Antártida se hallaba en zonas tropicales y albergaba bosques y dinosaurios.

Estrecho de Lemaire, Península Antártica.

Nos asombramos ante paisajes glaciares únicos y unas condiciones climáticas inigualables, donde apenas había dos horas de noche. El aire era tan puro que entraba en los pulmones de un modo nunca experimentado.

En ocasiones, el sempiterno cielo nuboso se despejaba para ofrecer colores y texturas del mar imposibles bajo el sol, mientras focas, ballenas y leones marinos mostraban su lado más amable. Todo era apabullante, todo era mágico.

Efectos del cambio climático

Se registró un extraordinario catálogo de rocas graníticas, volcánicas y metamórficas, testigos de la dilatada y compleja historia geológica de este continente. También se comprobaron los efectos del calentamiento global a través de temperaturas que raras veces bajaban de tres grados centígrados sobre cero.

Además, se documentó el retroceso en los frentes glaciares costeros y se pudo constatar la presencia de pequeñas plantas vasculares en zonas de playa.

Una vez completada la expedición con éxito, cada participante intentó compartir aquellas experiencias y conocimientos con su alumnado, así como impartiendo conferencias en sus localidades de residencia. El efecto fue multiplicador y, gracias a todo aquello, miles de personas pudieron aprender sobre la Antártida en boca de los que tuvimos la inmensa fortuna de haberla visitado.

Veinte años después, bajo la perspectiva que otorga el tiempo, todo aquello se antoja como algo único, una proeza realizada por personas entusiastas, que marcó sin estridencias y sin titulares de primera plana una de las mayores gestas realizadas en la exploración antártica española. The Conversation

José Manuel García Aguilar, Profesor Colaborador, Áreas de Paleontología y Estratigrafía, Universidad de Málaga

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.



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Viajes. Una estructura submarina similar a un volcán sorprende a los científicos

En las gélidas aguas del Océano Ártico, un equipo de científicos a bordo del rompehielos Healy, de la Guardia Costera de Estados Unidos, ha realizado un descubrimiento que arroja luz sobre los misterios ocultos bajo el océano. 

A 1.600 metros de profundidad y a lo largo de la costa de Alaska, han identificado lo que parece ser un enorme volcán submarino. Este hallazgo, realizado durante una misión cartográfica, no solo deslumbra por su magnitud, sino también por las pistas que ofrece sobre los secretos del lecho marino en una de las regiones menos exploradas del planeta.

Lo que hace aún más intrigante este descubrimiento es la detección de una posible columna de gas emanando desde esta formación, elevándose hacia la superficie. Según los expertos, este fenómeno no representa un riesgo para las personas o la navegación, pero amplifica el interés científico sobre la dinámica del fondo marino en esta área.

Un esfuerzo conjunto para desentrañar los secretos del Ártico

El proyecto, que reunió a múltiples instituciones como la Fundación Nacional de Ciencias (NSF), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), y la Universidad de New Hampshire, tenía como objetivo mapear zonas inexploradas del Ártico. Durante la primera fase de esta misión, la tripulación del Healy descubrió esta estructura volcánica que se eleva unos 500 metros desde el lecho marino. Este tipo de formaciones, aunque inusuales, brindan información clave sobre los procesos geológicos que moldean el paisaje submarino.

La misión no se limitó al descubrimiento de esta estructura. Los equipos científicos combinaron investigaciones multidisciplinarias, desde el análisis de plumas de gas hasta la recopilación de datos batimétricos precisos, esenciales para garantizar la navegación segura en estas aguas remotas. Estas actividades forman parte de un esfuerzo más amplio para establecer rutas marítimas seguras a lo largo del corredor costero de Alaska, en el marco del estudio de acceso portuario conocido como AACPARS.

El rompehielos Healy de la Guardia Costera de EE.UU. realiza maniobras frente a la costa de Nome, Alaska, en otoño de 2024.

Fomentando una nueva generación de exploradores del Ártico

El rompehielos Healy no solo sirve como una plataforma para la investigación avanzada, sino también como un centro de capacitación para jóvenes científicos polares. Durante la segunda fase de la misión, diez investigadores en etapas iniciales de sus carreras participaron en actividades de aprendizaje práctico, desarrollando habilidades en liderazgo y coordinación de misiones científicas en alta mar.

Este esfuerzo educativo, respaldado por la NSF, subraya la importancia de preparar a futuros líderes en la exploración polar, especialmente en un momento en que el interés por el Ártico está en aumento debido a los efectos del cambio climático y el deshielo acelerado.

Un nuevo capítulo en la exploración polar

El Healy, diseñado específicamente para afrontar los desafíos únicos del Ártico, continúa destacándose como una herramienta muy importante para el avance del conocimiento en estas latitudes extremas. Según el capitán Michele Schallip, comandante del Healy, la misión no solo refuerza la seguridad en la navegación, sino que también fomenta la colaboración científica global. 

La combinación de descubrimientos científicos y el entrenamiento de la próxima generación de investigadores refuerza el papel central del Healy en la exploración de esta región estratégica. Este reciente hallazgo, un volcán oculto en las profundidades del Ártico, marca el inicio de lo que promete ser una nueva era de descubrimientos en una de las últimas fronteras del planeta.



via Sergio Parra https://ift.tt/3Gyripd

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Viajes. Los expertos advierten por el riesgo microbiológico tras la DANA

Ha pasado una semana de la catástrofe de la DANA que arrasó parte de la Península Ibérica. Una semana que, para cientos de miles de personas, ha sido con diferencia la peor de sus vidas. Estas personas han observado impotentes cómo la fuerza del agua arrastraba a conocidos, amistades, familiares y recuerdos de toda una vida y los convertía en un amasijo de barro y lodo.

La magnitud del desastre ha sido tal que, a pesar de los esfuerzos de miles de voluntarios y de la ayuda de las unidades de emergencia, muchas calles y caminos siguen impracticables y, a pesar de que las lluvias ya han vuelto a la normalidad, cientos de garajes, puentes y depresiones del terreno siguen inundadas.

Tras una semana en el agua estancada, los microorganismos patógenos han comenzado a alcanzar niveles peligrosos para la salud de los voluntarios y trabajadores. Los más preocupantes, según los expertos, serían Clostridium tetani, Salmonella typhi, Escherichia coli, las bacterias del género Leptospira y, en menor medida, Legionella spp.

Estos microorganismos pueden provocar enfermedades como el tétanos, la leptospirosis, gastroenteritis bacterianas, neumonías o hepatitis del tipo A. Algunas de estas enfermedades tienen tiempos de incubación de más de una semana, por lo que las personas infectadas pueden no caer enfermas hasta varios días después del contacto.

Por ello, las autoridades sanitarias piden a los voluntarios y profesionales en el terreno el uso de ropa de manga larga, guantes, mascarillas y que maximicen la higiene a la hora de comer y beber. También advierten del riesgo de tocarse la cara o las mucosas con los guantes sucios, ya que algunos de estos microorganismos únicamente necesitan muy pocos individuos para provocar una infección.

Además, insisten que, en caso de producirse cualquier lesión, dejen las labores de limpieza y se centren en desinfectar la herida primero mediante jabón y luego aplicando agua oxigenada o cualquier antiséptico en spray. Como reza la frase, en caso de catástrofe, lo más importante es protegerse a uno mismo para poder proteger a los demás.

Coordinando la asistencia sanitaria en una emergencia

Estas directrices van sobre todo dirigidas a la población general, nos cuenta Paula García Notario, médico de urgencias y del Servicio de Emergencias Sanitarias de la Comunitat Valenciana (SESCV) en una entrevista telefónica. Pero aun llevando el máximo cuidado, es inevitable que algunas de las personas que se encuentran en el terreno enfermen o sufran lesiones. El barro de las calles es muy resbaladizo, y, las caídas, habituales. Esto, sumado a la presencia de cristales, trozos de metal y otros objetos afilados ha provocado que varias decenas de personas hayan tenido que ser atendidas en distintos puntos de atención sanitaria habilitados en la zona.

Paula, a través de sus redes sociales “En la puerta de urgencias”, explica que algunos de estos puntos se encuentran en la zona cero de la catástrofe, donde se han habilitado puntos de asistencia sanitaria en locales normalmente empleados para otros usos. En el caso en que no se haya podido encontrar un lugar adecuado, se han habilitado rutas para derivar a otros pueblos y puntos de asistencia alternativos. En estos refugios, se pueden encontrar tanto a los médicos asignados, como voluntarios, que proceden de toda la comunidad para ayudar a los pacientes.

Las autoridades sanitarias insisten en el uso de ropa de manga larga, guantes, mascarillas y que maximicen la higiene a la hora de comer y beber.

En algunos puntos especialmente afectados por la riada, las carreteras y caminos todavía son impracticables para las ambulancias, por lo que necesitan del apoyo de vehículos todoterreno para garantizar la asistencia sanitaria. Es por esto que en la actualidad se están coordinando con otros servicios de emergencia desplegados en la zona que disponen de ese tipo de vehículos mucho más robustos y preparados para salvar los obstáculos del camino.

¿una epidemia en ciernes?

Como nos explica Adrian Aginagalde, especialista en medicina preventiva y salud pública, el riesgo de epidemia es bajo, aunque conviene monitorizar con cautela la situación. En la actualidad, considera que el riesgo al que más se exponen los voluntarios serían las infecciones por tétanos en heridas sufridas en labores de desescombro. Afortunadamente, la vacuna contra el tétanos está incluida en el calendario de vacunación de todas las comunidades españolas, por lo que la mayoría de la población está protegida de los casos graves de la enfermedad.

Otro riesgo sería la exposición a las aguas contaminadas con Leptospira, S. typhi o E. coli, que podrían provocar leptospirosis (una infección sistémica) o casos graves de gastroenteritis. También es posible la infección por Legionella, que se transmite a través de aerosoles y provoca neumonías graves. Sin embargo, explica Adrian, es muy complicado que se produzca una epidemia con algunas de estas enfermedades, ya que tienen largos periodos de incubación y, en muchas ocasiones, los enfermos son asintomáticos o no contagiosos.

Estas conclusiones se recogen de otros episodios similares vividos en inundaciones en nuestro país, como la ocurrida en Bilbao en 1983, donde muchas de las personas que se sumergieron en las aguas contaminadas estuvieron expuestas y padecieron leptospirosis.

La buena noticia es que por el momento se descarta la aparición de brotes de enfermedades epidémicas trasmisibles por cadáveres, como el cólera, tifus o la peste. Estas enfermedades todavía están muy presentes en la mente popular por los estragos que causaron antaño, pero afortunadamente hace décadas que no se detectan en España. Por tanto, sería muy complicado que apareciesen estos microorganismos en las aguas estancadas, ya que para ser trasmisibles, las personas tendrían que haber fallecido a causa de alguna de estas enfermedades.

Por tanto, como apuntan ambos profesionales, se espera un gran repunte en tétanos y enfermedades gastrointestinales entre los voluntarios, enfermedades que tienen poca probabilidad de convertirse en una epidemia. Aún con esto, Adrian destaca la importancia de llevar una vigilancia sindrómica de la catástrofe, es decir, de los síntomas que puedan sufrir las personas de las zonas afectadas, ya que hay muchas variables a controlar para minimizar los riesgos. Sin embargo, la baja probabilidad de epidemia no quiere decir que haya que descuidarse, sino todo lo contrario. Para poder seguir trabajando en las labores de limpieza, lo más importante es seguir las recomendaciones de los servicios sanitarios y protegerse a uno mismo.

En caso de contacto con el barro, se recomienda aplicar agua limpia y jabón, y posteriormente, limpiar con gel hidroalcohólico para asegurar la desinfección.

Cómo protegerse como voluntario

A pesar de las mascarillas y guantes, es muy probable que al barrer, al palear, o al mover objetos voluminosos se pueden producir pequeñas gotículas o manchas de barro que caigan fuera de las zonas protegidas. En estos casos, lo ideal es limpiar la zona lo antes posible. Para ello se puede aplicar agua limpia y jabón, y posteriormente, limpiar con gel hidroalcohólico para asegurar la desinfección.

Además, hay que evitar las situaciones de riesgo en la medida de lo posible. Es decir, alejarse de lugares inestables, posibles desprendimientos, y zonas inundadas que puedan esconder socavones profundos, los equipos profesionales cuentan con protocolos para realizar esas labores de forma segura.

También es necesario tomarse un descanso cuando sea necesario. Según pasan los minutos y tenemos menos energía, tendemos a descuidar más lo que ocurre en nuestro entorno. Por tanto, el agotamiento físico y mental pueden ser un factor de riesgo, ya que nos puede llevar a cometer errores que, en estos casos, puede acabar en una lesión.

Una vez finalizada la limpieza, es imprescindible deshacerse de todo el equipo desechable en las zonas habilitadas y, una vez en casa, lo ideal sería lavar la ropa embarrada en una lavadora únicamente destinada a esas prendas utilizado con agua a 60ºC para acabar con la mayoría de patógenos. De este modo minimizaremos los riesgos de infectarnos nosotros o a nuestros seres queridos.



via Daniel Pellicer Roig https://ift.tt/0cbqOGk

viernes, 1 de noviembre de 2024

Viajes. ¿Una nueva domesticación? Así está cambiando el carácter de los perros con la vida moderna

La relación entre los perros y los humanos se remonta a hace miles de años y ha sido, posiblemente, la mayor historia de cooperación entre especies que haya existido. Nuestros antepasados proporcionaron a los de los perros comida segura a cambio de su ayuda en la caza y, con el tiempo, les llegaron a confiar el cuidado de sus rebaños, que en otra época habrían sido presas fáciles.

Esta relación modeló el carácter de los perros de un modo primordial, que se mantuvo inmutable durante milenios. Y así, durante gran parte de la historia de la humanidad, los perros han asumido básicamente dos papeles: cazadores y guardianes. Esto requería perpetuar una serie de rasgos de comportamiento, como el impulso de presa – es decir, el instinto cazador – o la actitud defensiva hacia los extraños.

Pero ahora este rol está cambiando y, con él, también cambian las expectativas de lo que la gente espera de un perro. Rasgos de comportamiento que antiguamente eran deseables han dejado de serlo e incluso son vistos como un problema. La gente que quiere una mascota ya no busca un perro que ladre ante cualquier extraño, que tenga una actitud defensiva o que ataque a los animales que no conoce.

Una tercera ola de domesticación

Brian Hare, profesor de antropología evolutiva en la Universidad de Duke, y Vanessa Woods, gerente del programa Duke Puppy Kindergarten, exploran este tema en su libro Puppy Kindergarten: The New Science of Raising a Great Dog (“Guardería de perros: La nueva ciencia de criar a un gran perro”). En él, exponen cómo los perros modernos están mostrando adaptaciones biológicas y cognitivas que les permiten encajar mejor en el mundo contemporáneo.

Los autores hablan de tres olas de domesticación. La primera correspondería al tiempo en el que los lobos salvajes empezaron a convertirse en perros: en aquel momento, los humanos los seleccionaban en base a su docilidad y sus habilidades para el rastreo y la caza, ya que estas eran necesarias para su papel de apoyo a los cazadores y de cuidado de los rebaños.

La segunda ola se situaría después de la Revolución Industrial y corresponde al momento en el que los perros empezaron a tener el papel de mascotas. Entonces el énfasis dejó de estar en sus habilidades y pasó a centrarse en su aspecto, ya que inicialmente solo los ricos podían permitirse tener mascotas y estas se convirtieron en un símbolo de estatus. Así nacieron muchas de las razas que hoy conocemos.

Ahora, Hare y Woods defienden que estamos ante una “tercera ola de domesticación”, ya que los perros están respondiendo a las nuevas exigencias de la vida moderna desarrollando características estrechamente relacionadas con la inteligencia social: en su rol de mascotas se espera que se comporten de una forma muy distinta a como han sido durante la mayoría de su historia, cuando su papel era proteger el ganado o las casas de sus dueños.

Su nuevo papel prioriza la relación amigable con las personas y con otros animales. En cierto modo es un regreso a los orígenes, cuando lo que más se valoraba en los perros eran aspectos de su carácter. La diferencia es que ahora no están enfocados al utilitarismo, sino a la vida en sociedad, y además afrontan nuevos retos derivados de los cambios en el estilo de vida de las personas.

Un cambio de paradigma

En lo que se refiere a nuestra relación con los perros, lo que más nos diferencia de las generaciones pasadas es la cantidad de actividades que realizamos con ellos. Esto implica desarrollar una serie de habilidades cognitivas enfocadas a la inteligencia emocional y social. Ahora, por ejemplo, se valora mucho que sean sociables con otros perros y también con otras mascotas, como gatos o conejos.

Este cambio afecta incluso al lenguaje, ya que un perro que reaccione agresivamente hacia otros se denomina “reactivo”, cuando en otros tiempos este comportamiento era considerado normal e incluso deseable, por su papel de guardián. En cambio ahora es un problema de corregir, no solo porque limita la capacidad de realizar actividades con sus cuidadores, sino también porque puede poner en riesgo a las mascotas de otras personas en espacios compartidos, como el veterinario o el transporte público.

Otro cambio importante que se ha producido en nuestra relación con los perros afecta especialmente a aquellos entrenados como animales de servicio, como perros guía, de rescate o de terapia. Para estos trabajos deben aprender y memorizar instrucciones y patrones de conducta muy complejos. El ejemplo más claro son los perros guía, que deben aprenderse diversas rutas, asociarlas a una instrucción (“a la farmacia”) y estar atentos a señales que para ellos no deberían significar nada, como los semáforos o los pasos de peatones.

Finalmente, los autores destacan el cambio que supone para nuestros compañeros la progresiva tendencia hacia la vida urbana en las últimas décadas. Durante la mayor parte de nuestra historia compartida, los perros han tenido un acceso notable a espacios abiertos, ya sea porque sus dueños vivían en el campo o porque eran animales de trabajo. Generalmente, la gente que vivía en las ciudades era o lo bastante rica como para que siempre hubiera alguien en casa - ya fuese la mujer que no trabajaba o el servicio doméstico - o demasiado pobre para poder permitirse tener perro.

Ahora, en cambio, muchas mascotas deben pasar largas horas en casa mientras sus cuidadores trabajan y en esta situación se espera que no ladren ni causen destrozos. Incluso cuando salen, al vivir en la ciudad, hay espacios en los que deben ir con correa. Y, si bien cada vez son más las empresas que permiten a sus trabajadores llevar el perro a la oficina, este debe aprender a comportarse en un ambiente de trabajo.

Hare y Woods sostienen que estamos viviendo una época de “selección por comportamiento” que en pocos años moldeará el carácter de los perros en general, haciéndolos animales más amigables con los extraños y refinando su inteligencia social. Y no solo como mascotas: la demanda creciente de terapias asistidas con animales hará que cada vez sean mejores en este papel que combina aspectos del perro-mascota y el perro de trabajo. La idea de que el perro es el mejor amigo del hombre nunca había estado tan vigente como ahora.



via Abel G.M. https://ift.tt/MQohdxl

domingo, 27 de octubre de 2024

Viajes. La línea imaginaria entre 2 continentes que los animales "no pueden cruzar"

Imagínate que, tal y como se crean líneas imaginarias para separar países –las fronteras políticas– esos mismos bordes también separasen sus ecosistemas. Pues bien, ese tipo de línea existe y se conoce como línea de Wallace, un tipo de límite imaginario que separa a Asia de Oceanía, tanto política como biológicamente. No obstante, muchos rumores se han cernido sobre ella a lo largo de los años, transformándola en algo mucho mayor de lo que realmente es. Pero ¿por qué tanto misterio a su alrededor? ¿Qué tiene de especial esta frontera que parece dividir dos mundos completamente diferentes en cuanto a flora y fauna?

Pues bien, a lo largo del tiempo, muchas personas han creído que esta línea es más que una simple demarcación en el mapa: algunos aseguran que las especies animales no pueden cruzarla. La idea ha llegado a tomar tintes casi místicos, como si una fuerza invisible impidiera a las criaturas pasar de un lado al otro. Pero ¿es realmente así?

¿QUÉ ES LA LÍNEA DE WALLACE?

La línea de Wallace lleva el nombre del naturalista británico Alfred Russel Wallace, quien en el siglo XIX se dedicó a explorar las islas del sudeste asiático y Oceanía. Mientras viajaba por la zona, observó algo curioso: a un lado de esta línea imaginaria, las especies animales y vegetales eran típicamente asiáticas, mientras que, al otro lado, se parecían más a las que uno podría encontrar en Australia.

Por ejemplo, en las islas al oeste de la línea, como Borneo o Bali, se pueden encontrar tigres, elefantes y primates como los orangutanes. En cambio, cruzando al este, en islas como Lombok o Nueva Guinea, es más común ver canguros, casuarios o especies de marsupiales, animales más propios de Australia. Este notable cambio en las especies en regiones que están relativamente cerca llevó a Wallace a preguntarse: ¿qué está separando a estos dos mundos?

La explicación se encuentra en la historia geológica de la región. Asia y Oceanía estuvieron alguna vez conectadas por puentes de tierra durante los períodos de glaciación, lo que permitió que las especies migraran y se expandieran. Sin embargo, con el paso del tiempo y la elevación de los mares, esos puentes desaparecieron, dejando a las islas aisladas y a las especies evolucionando de manera independiente. Así, la línea de Wallace se convirtió en un reflejo de esa separación geológica y biológica entre Asia y Oceanía.

En rojo, la línea de Wallace

“LA BARRERA INFRANQUEABLE”

Con el tiempo, la línea de Wallace no solo se convirtió en un punto de referencia científica, sino que también dio pie a todo tipo de mitos y creencias. Una de las ideas más populares es que esta línea es una especie de "barrera mágica" que los animales no pueden cruzar. En este sentido, se ha llegado a decir que ningún animal es capaz de pasar de un lado al otro de manera natural, como si hubiera una especie de muro invisible que lo impidiera.

Esta creencia tiene algo de verdad, pero también mucho de exageración. Lo cierto es que, en muchos casos, las especies no cruzan la línea de Wallace, pero no porque exista alguna fuerza sobrenatural que lo evite. El motivo es mucho más simple: hay océano de por medio, y en algunos lugares las corrientes marinas son lo suficientemente fuertes como para hacer que sea imposible que los animales pasen de un lado a otro de manera natural.

Imaginemos un animal terrestre en una de las islas cercanas a la línea de Wallace, como un tigre o un elefante. Para ellos sería extremadamente complicado cruzar el mar hacia las islas que están del otro lado, ya que no pueden nadar largas distancias, y menos aún en aguas abiertas con fuertes corrientes. Lo mismo sucede con especies más pequeñas, como algunos tipos de mamíferos o aves. Aunque algunas aves sí son capaces de volar largas distancias, muchas simplemente no lo hacen porque no tienen los medios biológicos o las rutas de migración necesarias.

Retrato de Alfred Russel Wallace tomado en 1985.

Además, las diferencias en los hábitats entre un lado y otro también juegan un papel importante. Las especies de cada lado de la línea han evolucionado para adaptarse a sus propios entornos. Por ejemplo, los marsupiales en Oceanía se han adaptado a los ecosistemas específicos de Australia y las islas circundantes, mientras que los grandes mamíferos en Asia han hecho lo propio en su territorio. Por lo tanto, aunque la línea de Wallace no es una barrera física insuperable, es una combinación de factores naturales, como el mar y la evolución, lo que impide que las especies se mezclen libremente entre ambos lados.

REALIDAD VS MITO

Sin embargo, esa fascinación por la línea de Wallace y la creencia de que los animales no pueden cruzarla ha hecho que muchos la vean como algo casi místico. Pero, como hemos visto, no se trata de magia, sino de, simplemente, ciencia. Las corrientes oceánicas, las distancias y los ecosistemas actúan como barreras naturales para la migración de especies entre Asia y Oceanía. No obstante, esto no significa que la línea sea infranqueable en todos los casos. Hay excepciones. A lo largo de la historia, algunas especies han logrado cruzar esta barrera natural, ya sea por medios naturales o por intervención humana.

Por ejemplo, algunos investigadores han encontrado que ciertas aves y reptiles sí han cruzado la línea de Wallace en algún momento, aunque son casos raros. Además, en tiempos modernos, la intervención humana ha cambiado las reglas del juego, con especies que han sido transportadas a nuevos territorios, a menudo con consecuencias desastrosas para los ecosistemas locales. Hay que tener en cuenta que este tipo de migraciones forzadas por el ser humano rompe con la evolución natural que ha ocurrido durante millones de años.



via Noelia Freire https://ift.tt/Umyj7aH

jueves, 12 de septiembre de 2024

Viajes. Thorin, el neandertal cuyo linaje vivió aislado durante milenios

El relato predominante de cómo surgió la humanidad parecía bastante sencillo: en Europa, los últimos neandertales se retiraron cuando los Homo sapiens empezaron a llegar al continente hace entre 40.000 y 45.000 años.

Se pensaba que los neandertales formaban parte de una única población genéticamente homogénea, repartida por España, Francia, Croacia, Bélgica y Alemania. Los estudios genéticos apoyaban esta idea, sugiriendo una población uniforme que acabaría cediendo el paso a los recién llegados, los Homo sapiens.

En pocos milenios –hace entre 45.000 y 42.000 años–, la breve cohabitación de estas dos especies en Europa terminó con la sustitución de los neandertales. La explicación era elegante y sencilla, quizá demasiado.

Un nuevo linaje de neandertales

Nuestra investigación publicada en Cell Genomics el 11 de septiembre complica este panorama, revelando que no hubo uno, sino al menos dos linajes de neandertales, tras un análisis genético de restos corporales hallados en la cueva de Mandrin, al sureste de Francia.

El estudio publicado, que codirijo con Tharsika Vimala y Martin Sikora, expertas en genética de poblaciones de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), así como con Andaine Seguin-Orlando, paleogenómica de la Universidad de Toulouse, es la culminación de casi diez años de investigación que han llevado al descubrimiento del primer cadáver neandertal de Francia desde 1978.

Hemos decidido llamarlo Thorin en honor a los escritos de J.R.R. Tolkien, ya que Thorin fue uno de los últimos reyes enanos de su obra. Se cree que el Thorin de la cueva de Mandrin es uno de los últimos neandertales.

Es uno de los ocupantes recientemente encontrados en la cueva de Mandrin. Descubrimos sus primeros dientes en 2015, tirados en el suelo a la entrada de la cueva, apenas cubiertos por unas hojas. Aunque al principio los dientes estaban expuestos, al estar incrustados en arena frágil la excavación fue delicada. El más mínimo roce podía desplazar los valiosos restos, lo que dificultaba determinar su posición exacta en el suelo.

Como jefe de investigación de la cueva de Mandrin, decidí que procediéramos a excavar el cuerpo con pinzas. Grano a grano, trabajamos concienzudamente, cada uno durante dos o tres meses; un proceso que ha durado nueve años y aún continúa.

Este hercúleo esfuerzo sobre el terreno permitió recuperar los restos más diminutos, que fueron cuidadosamente documentados en sus posiciones originales. Mediante cartografía tridimensional, el equipo ha reconstruido la ubicación exacta de los restos en el suelo.

Conocer a Thorin

Hasta ahora se han descubierto 31 dientes (Thorin tenía 34 y representa el primer neandertal encontrado con molares surnumerarios), además de la mandíbula, fragmentos del cráneo, falanges y miles de huesos diminutos. El proceso de excavación aquí requiere una paciencia notable; tras nueve años de esfuerzo, solo hemos conseguido despejar una pequeña ventana de unos 50 cm por 30 cm de ancho. Es probable que en los próximos años vayan apareciendo poco a poco numerosos restos de este mismo cuerpo.

Nuestro estudio demuestra que la población de Thorin divergió significativamente de otros neandertales de Europa durante más de 50.000 años. Al contrario de la mayoría de los neandertales tardíos, que muestran homogeneidad genética, el linaje de Thorin permaneció genéticamente diferenciado desde hace 105.000 años hasta su extinción.

Esto sugiere la siguiente pregunta: ¿cómo pudieron las poblaciones humanas permanecer aisladas durante decenas de miles de años, a pesar de vivir a una distancia de dos semanas a pie unas de otras? Este es el reto que nos plantea Thorin. Procesos evolutivos, culturales y sociales que parecen inimaginables si tratamos de aplicarlos a las poblaciones sapiens, tal y como las entendemos a través de la antropología cultural, la historia y la arqueología.

Algo parece diferenciar profundamente las formas de ser en el mundo de neandertales y sapiens, algo mucho más profundo que meras cuestiones culturales o territoriales. Nos enfrenta directamenteal enigma de los neandertales y, muy posiblemente, a nuestra propia incapacidad para comprender a estas antiguas especies.

Los compañeros de Thorin y otros fantasmas

Sorprendentemente, descubrimos que Thorin no es el único de su linaje, ya que los análisis genéticos revelan vínculos con otro neandertal descubierto a más de 1 700 kilómetros de distancia, en Gibraltar. Se creía que este individuo, apodado Nana, vivió hace entre 80.000 y 100.000 años.

Sin embargo, el estudio publicado en Cell Genomics revela que Nana y Thorin vivieron durante el mismo periodo: dentro de los últimos milenios de existencia de su especie. Esta estrecha proximidad genética sugiere que pertenecían a la misma población de neandertales tardíos, una población que ya no tendría intercambios con los neandertales europeos clásicos después del milenio 105 y hasta su sorprendente extinción hace 42.000 años.

Nuestro estudio también sugiere la existencia de un linaje neandertal “fantasma”: otra población que vagaba por Europa en la misma época, pero que sigue siendo desconocida. Sabemos que no pertenecían ni a los neandertales clásicos ni a la población de Thorin. La genética es capaz de identificar momentos en los que los antepasados de Thorin pudieron intercambiar episódicamente genes con estas poblaciones fantasma que siguen siendo en gran medida una incógnita para la arqueología y la genética.

Comienza entonces a emerger lentamente una historia fascinante en la que el neandertal no es un bloque monolítico, sino que está representado por diferentes poblaciones que, sin embargo, solo desarrollaron intercambios raros (y a veces inexistentes) entre ellas.

Reescribiendo todo lo que sabemos sobre la humanidad primitiva

Las revelaciones de linajes adicionales de neandertales son el último descubrimiento que nos lleva a replantearnos radicalmente nuestra comprensión de la humanidad primitiva.

En 2022, tras 32 años de investigación arqueológica, nuestro equipo ya había revelado la existencia de una primera migración sapiens a territorio europeo entre 10.000 y 12.000 años antes de las primeras migraciones previamente reconocidas.

Al año siguiente, publicamos tres artículos que cuestionaban nuestras concepciones sobre este momento singular de la historia humana, redefiniendo no solo la llegada de estas poblaciones, sino también que dominaban una tecnología avanzada como el arco y la flecha, rastreando sus pasos hasta el Levante mediterráneo y proponiendo una profunda redefinición de toda la estructura histórica de este periodo único de la historia europea.

El último descubrimiento de los restos de Thorin, que empecé a desvelar en El neandertal desnudo, plantea innumerables preguntas. ¿Murió el neandertal como los dinosaurios tras una convulsión natural que se llevó por delante todo su mundo? Para explicarlo, han florecido en los últimos años teorías relacionadas con el cambio climático, las explosiones volcánicas, la radiación cósmica y las epidemias devastadoras. Para entender quesapiens sustituya a los neandertales, debemos, ante todo, entender qué era neandertal. Y qué es sapiens. Y estoy convencido de que la naturaleza de ambas criaturas se nos escapa profundamente.

La investigación continúa y, a medida que se hacen más descubrimientos, la historia no hace más que volverse más compleja.The Conversation

Ludovic Slimak, Archéologue, penseur et chercheur au CNRS, Université de Toulouse III – Paul Sabatier

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.



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jueves, 29 de agosto de 2024

Viajes. Los Juegos Paralímpicos de París 2024, en números

Han pasado 76 años desde que Sir Ludwig Guttmann, un neurólogo británico que huyó de la Alemania nazi, tuvo la idea de crear los Juegos de Stoke Mandeville, una competición que coincidió con los Olímpicos de Londres 1948 y que permitió la participación de soldados que volvían de la guerra en silla de ruedas y requerían de rehabilitación.

12 años más tarde, esta iniciativa se convertiría en lo que hoy conocemos como Juegos Paralímpicos. Muchas cosas, sin embargo, han cambiado desde entonces: tras la celebración de 26 ediciones (sumando las de invierno y las de verano) hasta la fecha, la competición ya no se llama "Olimpíadas para Minusválidos", como fue bautizada en 1960. Y mientras que en esa celebración pionera (en la que Roma fue ciudad anfitriona), participaron 400 deportistas, hoy lo hacen alrededor de 4.400.

En 2024, el evento tiene lugar en París: la 17ª edición de los Juegos Paralímpicos de Verano comienza el 28 de agosto y se extiende hasta el 8 de septiembre, poniendo el broche (¿o la medalla?) de oro a un acontecimiento en el que la deportividad, la solidaridad, la no discriminación y la universalidad, entre otros valores olímpicos, se manifiestan en su máximo esplendor. 

Te contamos, en cifras, lo que se espera de los Juegos Paralímpicos de París 2024.

De la concordia a los campos elíseos: una ciudad volcada en los Paralímpicos

Del mismo modo que sucedió en los Juegos Olímpicos celebrados este 2024, la Ceremonia de Apertura de los Paralímpicos también fue la primera en celebrarse fuera de un estadio: siguiendo una de las rutas más típicas de la capital francesa, el 28 de agosto la inauguración comenzó en la Plaza de la Concordia y se desarrolló con un desfile a lo largo de los Campos Elíseos, un recorrido que se extiende por 2,3 kilómetros

Asimismo, y más allá del evento inaugural, para la celebración de estos Juegos se cuenta con la participación de 5.288 voluntarios que previamente recibieron formación de sensibilización sobre discapacidad. Y de todos ellos, específicamente 260 fueron elegidos para encargarse de que la ciudad se adapte a las necesidades de accesibilidad, no solo de los atletas sino también de otros implicados, incluidos los espectadores.

Ceremonia de Apertura de los Juegos Paralímpicos de París 2024.

En cuanto al público, las cifras revelan una venta de 2 millones de entradas: de hecho, algunas disciplinas, como la esgrima en silla de ruedas o el taekwondo, se agotaron antes del inicio de los Juegos. Y es que, igual que en los Olímpicos, las plazas más asequibles parten de unos 15 euros

La competición de estos dos deportes mencionados tiene lugar en el Grand Palais, pero esta es solo 1 de las 16 sedes que se han establecido para los Paralímpicos: por mencionar algunas de ellas, el fútbol para ciegos, por ejemplo, se juega en el Estadio de la Torre Eiffel, y la Para hípica, en el Palacio de Versalles (que, por cierto, se encuentra a casi 40 kilómetros de la ciudad). 

Los juegos: pruebas, disciplinas y atletas

Como hemos avanzado anteriormente, estos Juegos Paralímpicos cuentan con la participación de 4.400 atletas procedentes de 180 Comités Paralímpicos Nacionales, además del Equipo Paralímpico de Refugiados (constituido por 8 atletas y 2 guías videntes) y de los Atletas Paralímpicos Neutrales. 

Y hablando de guías videntes, ¿sabías que los hombres pueden realizar esta tarea en pruebas femeninas y viceversa? Un ejemplo de ello se da, de hecho, en esta edición de los Paralímpicos: el atleta brasileño Gabriel Garcia, que participó en la prueba de relevos 4x100m representando a su país en los Olímpicos, será el guía de la atleta paralímpica Jerusa dos Santos.

Pues bien, volviendo a las cifras: no mucha gente sabe que en los Juegos Olímpicos hay menos pruebas que en los Paralímpicos. Concretamente, mientras que en los primeros hubo 329, en los segundos el número asciende a ¡549!

La razón detrás de esta diferencia radica en las clasificaciones, y es que cada deporte y prueba se divide para atletas con silla de ruedas, con discapacidades visuales, con discapacidades en la parte inferior o superior del cuerpo (incluso con prótesis), con discapacidades intelectuales, y mucho más. De esta forma, se garantiza la igualdad de condiciones entre todos los participantes.

En cualquier caso, todas ellas se agruparán en un total de 22 deportes (23 disciplinas, por la división ruta/pista que se realiza en el Para ciclismo), de los cuales ninguno ha sido añadido recientemente. Eso sí, si realizamos la comparativa con los primeros Juegos Paralímpicos de la historia, los de 1960, la cifra presenta un gran aumento, porque ese año tan solo tuvieron lugar en el evento 8: atletismo, baloncesto en silla de ruedas masculino, dartchery, esgrima, natación, snooker, tenis de mesa y tiro con arco. 

Alegra saber, pues, que el largo viaje desde entonces ha dado como resultado un acontecimiento en el que cada vez caben más atletas, más deportes y, por lo tanto, más visibilidad al movimiento paralímpico.



via Constanza Vacas https://ift.tt/saC42V0