En la década de 1930, un empresario turístico llamado Coronel Tooey era el propietario de un negocio de paseos en barcas con fondo de cristal en Silver Springs, Florida. A pesar de que parecía irle bien, consideraba que su producto no era lo suficientemente emocionante, así que decidió ir llevarlo un paso más allá. ¿Cómo? Comprando una docena de macacos rhesus (Macaca mulatta) para dar a sus rutas un toque más exótico. Como era de esperar, estos primates, que procedían del sudeste asiático, no tardaron en escaparse y en reproducirse en libertad. El clima cálido de la región les proporcionó un entorno ideal para ello.
Lo que nació como una estrategia de marketing se convirtió rápidamente en un problema medioambiental de grandes dimensiones. Con el paso de los años, los macacos colonizaron nuevas zonas del estado y constituyeron una población estable. En un principio, solo eran 12, pero una estimación realizada en 2015 situó el número total en 176. Es más, entre 1984 y 2012, las autoridades capturaron más de 1.000 ejemplares para controlar su expansión, como afirma la Florida Fish and Wildlife Conservation Commission (FWC).
Una especie invasora con riesgos para la salud
Estos animales, que obviamente no forman parte del ecosistema autóctono de Silver Springs, han demostrado una enorme capacidad de adaptación. Sin embargo, su presencia en la zona supone una grave amenaza para el equilibrio ecológico, ya que han desplazado a otras especies nativas y han dañado cultivos. Además, según el citado informe de la FWC, estos macacos son portadores potenciales del herpes B, que en humanos resulta potencialmente mortal. Por ello, su interacción con las personas está considerada como un grave riesgo sanitario.
La preocupación por esta cuestión llegó hasta tal punto que Florida se vio obligada a multar a quienes alimentaban a los primates o, simplemente, se acercaban a ellos. La razón es que estos monos se vuelven más agresivos y territoriales cuando entran en contacto con los humanos.
Estas conductas son consideradas delitos menores de segundo grado y están castigadas con multas de hasta 500 dólares (unos 430 euros) y 60 días de prisión. También está prohibido que los visitantes del paraje natural dejen restos de comida, por lo que se les invita a ser especialmente cuidadosos con sus desperdicios.
Los monos que caen del cielo
En redes sociales se han viralizado multitud de vídeos en los que se aprecia a visitantes haciendo excursiones en barca o canoa mientras, frente a ellos, empiezan a caer monos al agua. En muchas ocasiones, saltan sin ningún miedo desde alturas que superan los 5 metros. Algo que responde al intento de estos macacos de cruzar desde un lado a otro del río en busca de alimento y que se ha convertido en un fenómeno turístico.
Aunque presenciar ese momento resulte un verdadero espectáculo, la FWC recomienda extremar las precauciones. Incluso ha habilitado un teléfono para que cualquiera pueda notificar la presencia de estos simios fuera de las zonas delimitadas. También recomiendan llevar siempre a las mascotas con correa y mantener muy vigilados a los niños pequeños, ya que pueden mostrarse agresivos.
via Rubén Badillo https://ift.tt/RH7ESsk
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