viernes, 14 de junio de 2024

Viajes. El peligro de las espigas: cómo evitarlas (y sacarlas si es necesario)

En primavera, pero sobre todo en verano, hay que tener cuidado con las temidas espigas que se pegan al pelo de nuestros perros y que, si llegan a clavarse, pueden suponer un riesgo importante para su salud.

Estas espigas son vainas que recubren las semillas de plantas gramíneas que proliferan entre la hierba alta en muchos lugares: en el campo, en los caminos e incluso en los parques urbanos y jardines particulares. Son especialmente peligrosas al llegar el verano, porque se secan y se desprenden fácilmente, pudiendo pegarse al pelo de los perros con mucha facilidad.

Más allá de ser un incordio, el peligro está en si se clavan a la piel, puesto que a causa de su forma tienden a hundirse fácilmente pudiendo causar abscesos e infecciones. También pueden introducirse en las fosas nasales o las orejas, causando molestia y dolor a nuestras mascotas. Por eso hay que tener mucho cuidado cuando salgamos a pasear en esta época, especialmente si nuestros perros son de pelo largo, ondulado o de color claro, lo que hace más difícil verlas.

Hay algunas precauciones que podemos tomar; la más evidente, evitar en la medida de lo posible rutas con hierba alta. Mantener el pelo corto en las patas y alrededor de las orejas es aconsejable, ya que son junto con el hocico las zonas donde resulta más fácil que se enganchen las espigas, y cuanto más pelo tengan más fácil es que alguna se les quede pegada.

Si nuestro perro tiene un pelaje largo, denso o rizado podemos protegerlo mejor con abrigos de paseo (especialmente si le gusta revolcarse), pero estos tienen que ser transpirables para evitar un golpe de calor. Es importante saber que las espigas no solo están entre la hierba alta, sino que también pueden haber caído al suelo y sido transportadas por el viento, por lo que las puede pisar sin querer.

Después del paseo, hay que examinar a fondo el pelaje para asegurarse de que esté limpio. También hay que estar atentos a conductas que pueden hacernos sospechar: si el animal cojea o se lame mucho una parte determinada del cuerpo es posible que se le haya clavado una espiga, y si estornuda, tose o se rasca mucho las orejas podemos sospechar que alguna se le ha introducido en estas cavidades. También pueden entrar en los ojos, especialmente en perros que tienen pelo abundante en las cejas.

Cómo actuar si nuestro perro se clava una espiga

Si por desgracia la prevención falla, hay que saber cómo actuar dependiendo de dónde se haya quedado la espiga. Si se encuentra en el pelaje basta con quitarla, pero si se ha clavado en la piel hay que sacarla con unas pinzas especiales, teniendo cuidado de que la vaina no se rompa porque entonces quedaría parcialmente dentro y sería aún peor.

Si no podemos quitarla por nosotros mismos, hay que acudir al veterinario lo antes posible, ya que cuanto más tiempo pase más se hundirá y más invasiva será la operación para extraerla. En caso que haya entrado en la boca, la cavidad nasal o las orejas probablemente habrá que anestesiar al perro, lo cual es un riesgo en animales de una cierta edad o que padezcan enfermedades cardíacas.

Si la espiga se encuentra en la piel pero ya se ha hundido, también habrá que extraerla mediante cirugía ya que el interior debe quedar completamente limpio para evitar infecciones y abscesos. Cuanto más temprana sea la operación, más fácil y efectiva será, de ahí la importancia de llevarlos pronto al veterinario. Incluso si podemos sacar la espiga nosotros mismos, hay que vigilar el comportamiento del perro en los días posteriores y estar atentos a que no aparezcan inflamaciones en la zona de la que retiramos la espiga.



via Abel G.M. https://ift.tt/lxqKnSd

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