National Geographic: Llevamos mucho tiempo hablando del hidrógeno como el candidato al combustible alternativo del futuro, pero hasta ahora todavía sigue siendo eso: una promesa. ¿Cuándo podremos decir que es una realidad? ¿Cuándo cree que llegará el momento decisivo del hidrógeno?
Javier Brey: El momento ya ha llegado, no hay ninguna duda. Por varias razones: es más barato que los combustibles fósiles, se resuelve el problema de la seguridad de suministro y soluciona el problema de la dependencia de las importaciones de gas natural. Además, ayuda a la economía y la industria locales, contribuyendo a la descarbonización de los diferentes sectores económicos. El hidrógeno es claramente la solución a la transición energética. Tanto la Unión Europea, Naciones Unidas, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y 30 países de la UE lo han afirmado. Lo que hace falta es desarrollar una infraestructura de producción, transporte y distribución, así como una regularización sobre el hidrógeno verde.
El hidrógeno verde es claramente la solución a la transición energética
NG: En efecto, una de las condiciones indispensables para la implantación del hidrógeno es la distribución. Para que este combustible llegue a todas partes es necesario contar con gasoductos específicos, algo que requiere cambiar toda la red existente. ¿Es este un objetivo demasiado ambicioso?
JB: En absoluto. Cambiar la red de distribución puede parecer algo irrealizable, pero lo cierto es que ya se ha hecho en el pasado, y en más de una ocasión. Por ejemplo, en la década de los 90 se sustituyó toda la red de distribución de gas natural, desde la primera a la última tuerca. Se hizo gradualmente, pero se consiguió. Hasta que tengamos una red de distribución nueva, la alternativa más práctica es utilizar las redes de gas natural para transportar hidrógeno. A grandes rasgos, los gasoductos actuales de gas natural pueden admitir un 30% de hidrógeno. El problema de la infraestructura existente es que tiene muchos usos conectados, con lo que la idea es que la infraestructura se actualice de forma razonada. Actualmente esto se consigue añadiendo hidrógeno a las tuberías, algo que tiene un beneficio doble: se reducen las emisiones de Co2 y se reducen las importaciones de gas. Pero esto tiene un inconveniente: no nos permite recuperar el hidrógeno para otro uso, sino quemarlo. Por este motivo, si queremos sustituir un combustible por otro, necesitaremos una red nueva. Es un proyecto costoso, pero tampoco podemos alargar la vida de la red de gas natural un siglo más. Toda tubería, sea de lo que sea, deberá de actualizarse.
Cambiar la red de distribución de gas no es tan complicado, ya lo hicimos en la década de 1990.
Por otro lado, habría que recordar que una infraestructura de hidrógeno no es algo nuevo, puesto que la primera tubería de hidrógeno se puso hace muchos años. Europa ya cuenta con unos 4.200 kilómetros. Además, las compañías de transporte y distribución de gas natural europeas ya han planteado cómo sería una red de distribución de hidrógeno por toda Europa. Esto se conoce como la iniciativa European Hidrogen Backbone (EHB), en ella se persigue la instalación de casi 40.000 kilómetros de tubería que atravesará 20 países europeos. Dos tercios se destinará a la reutilización de la red actual, y una tercera parte serán tuberías completamente nuevas.
NG: Otra de las dificultades del hidrógeno es el coste de producción. No es una fuente de energía, sino un vector energético que hay que extraer usando energía. Una de las técnicas más utilizadas es la electrólisis, que permite obtener hidrógeno a partir del agua. Pero este es un método que sigue siendo costoso. ¿Cómo podríamos reducir ese sobrecoste?
JB: Es cierto que la materia prima más cara de la electrólisis es la energía eléctrica. Pero el precio de la energía renovable tiende a bajar cada vez más, y lo hará más en un futuro. Para que el hidrógeno renovable pueda ser competitivo, el precio se tendrá que encontrar entre 2,5 a 3 céntimos el kWh.
Pero, además, los electrolizadores (el dispositivo para llevar a cabo la electrólisis) también son cada vez más baratos. Se prevé que para 2030 el precio se divida entre dos y la eficiencia mejore en un 10%. Esto reducirá el coste de producción de hidrógeno verde.
NG: Hasta ahora, la mayor parte de la producción de hidrógeno se hacía a partir de fuentes no renovables, como el gas natural. ¿Cómo afecta la actual escalada de precios de la energía a la producción de hidrógeno?
El precio del gas natural que tenemos de promedio hace viable el hidrógeno renovable producido a gran escala en nuestro país. En estos últimos 6 meses hemos tenido varias veces el gas natural a más de 120 €/MWh, y nada parece indicar que esta tendencia alcista vaya a cambiar próximamente. A medida que el gas natural se encarezca, el hidrógeno verde (producido a partir de energías renovables), pasará a ser mucho más barato.
NG: Después de cierta polémica, va cogiendo forma el proyecto de corredor de hidrógeno verde1 entre España y Francia, ¿Cómo valora esta iniciativa?
JB: No podemos más que valorarla muy positivamente. Necesitamos infraestructura que no tenemos, con lo que cualquier eslabón es bienvenido. La Unión Europea ve con buenos ojos proyectos de hidrógeno o compatibles con este combustible. Finalmente, han dado vía a libre a la construcción de una tubería de hidrógeno que transporte en un principio gas natural, no una tubería de gas natural compatible con hidrógeno (como planteaba el MIDCAT). Una diferencia semántica pero importante. La UE nos está pidiendo que nos independicemos progresivamente de las importaciones de gas natural, con objetivo de producir 140 GW de hidrógeno verde para el año 2030.
NG: En España se están llevando a cabo varios proyectos llamados clusters o valles del hidrógeno. ¿Qué beneficios aportan estas iniciativas?
La definición de valle o clúster es la de aunar en una misma región proyectos de producción, transporte y uso de hidrógeno. Se hace para intentar evitar proyectos que carezcan de alguna de estas tres patas. Se trata de compartir sinergias para garantizar la viabilidad de los proyectos de hidrógeno. Incluso se recomienda que tengan varios usos: industrial (petroquímica); transporte y energético. Los valles y corredores planteados por gobiernos regionales y empresas tienen todo el sentido del mundo, es una manera muy inteligente de desplegar las infraestructuras. Si los valles se van conectados unos con otros, se garantiza el despliegue de infraestructuras y garantizas que el hidrógeno que se produce se utiliza, además que la demanda sea satisfecha. Se prevé que parte de los más de 1.500 millones de inversión prevista por los fondos de recuperación de la UE que se asignen en los próximos meses sean destinados a la financiación de valles.
NG: Los medios de transporte son responsables de hasta una cuarta parte de los gases de efecto invernadero, pero parece que no se les tenga en cuenta en esta nueva coyuntura. ¿Hasta qué punto podremos ver algún día vehículos impulsados por hidrógeno?
JB: Ya se están desplegando. Existen ejemplos reales, como el de Airbus, que se ha comprometido a desarrollar hasta 3 tipos de aeronaves distintas propulsadas con hidrógeno para 2035. En España, tenemos 2 consorcios desarrollando un tren de hidrógeno para 2025. Incluso los trenes de hidrógeno son ya una realidad en otros países: existe un fabricante europeo y una compañía china que ya se han puesto en ello.
Los coches de hidrógeno solo serán viables si tenemos una red de estaciones de servicio en las que respostar.
Por otro lado, los autobuses de hidrógeno también se están desplegando. TMB ya tiene uno en funcionamiento en Barcelona, al que se unirán los de Madrid y Sevilla. Existen varias empresas que comercializan camiones de hidrógeno, y hay tres compañías que producen vehículos de hidrógeno, dos de las cuales operan en nuestro país: Toyota y Hyundai. Se trata de vehículos con autonomía de más de 700 km, tiempo de recarga de 5 minutos y 0 emisiones. ¿Qué es lo que no tienen? Infraestructura de repostaje. Por ello sería importante empezar a pensar en una red de estaciones de servicio. Los coches de hidrógeno solo son viables si tenemos una red de infraestructuras que nos permitan repostar. En España solo existen 6 hidrogeneras (estaciones de servicio de hidrógeno), pero pertenecen a proyectos, entidades privadas o instituciones, ninguna se encuentra abierta al público. La hoja de ruta del hidrógeno de España establece 150 estaciones de servicio para 2030, aunque lo cierto es que no hemos arrancado todavía. La Unión Europea quiere impulsar que todos los países miembros tengan una cada 100 kilómetros. Esa es la intención, y la idea es que se haga realidad más pronto que tarde.
1) El proyecto inicial consistía en desarrollar un gasoducto entre Argelia y Francia llamado Midcat que atraviesa la península Ibérica. La idea era la de culminar los últimos 200 kilómetros de trazado, correspondientes a los Pirineos. Después de las reticencias de Francia, se puso sobre la mesa un proyecto alternativo llamado BaMar, que consistía en una nueva instalación submarina entre Barcelona y Marsella. Se prevé que la infraestructura sea capaz de transportar hasta el 10% de todo el hidrógeno de la UE para 2030.
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