Sexta etapa: Almagro-Linares (14 de septiembre)
Tras el desayuno, hemos arrancado el día con energía y hemos comenzado a rodar a buen ritmo. Sabíamos que esta iba a ser la etapa reina de toda la ruta y que lo duro vendría más adelante. Así que estábamos motivados para quitarnos rápido de encima los primeros kilómetros y ganar tiempo. Hemos podido comprobar que habíamos acertado con la estrategia nada más enfrentarnos con las primeras subidas hacia el Puerto del Reventón (1.462 metros).
Aunque te mentalices previamente, la realidad muchas veces te sorprende. Y si bien estábamos preparados para sufrir, lo que nos hemos encontrado ha sido una jornada épica: senderos por la montaña, caminos forestales, cortafuegos… Ha habido de todo. Hemos tenido que echar pie a tierra porque la rueda trasera comenzaba a patinar; hemos empujado la bicicleta en pendientes durísimas, subiendo y bajando constantemente por toboganes durísimos… Un esfuerzo del que han sido testigo directo algún que otro corzo y conejos que se nos han cruzado sorprendidos por el camino. Se ha hecho muy duro. Pero, aunque hemos acabado con las piernas doloridas, estamos muy satisfechos.
Hace 500 años, los miembros de la primera expedición en dar la primera vuelta al mundo también sufrieron lo suyo… Su recompensa fue todo un hito histórico. La nuestra ha llegado tras subir el Puerto de Despeñaperros, la puerta a Andalucía: nos aguardaba una fabulosa comida con platos típicos de la zona. Ha sido la bienvenida gastronómica a la comunidad autónoma que será escenario de las próxima etapas de la Expedición Magallanes - Elkano.
Séptima etapa: Linares-Montoro (15 de septiembre)
Al salir de Linares, hemos pedaleado unos 20 kilómetros y al poco ha parecido en el horizonte la imponente silueta del castillo Burgalimar, el segundo más antiguo de Europa. Su almeda amurallada es espectacular. Y lleva ahí desde el S. X, mucho antes que ocurriera el hito histórico de la primera circunnavegación que estamos recordando con esta ruta en bicicleta.
Hemos seguido hasta Andújar, que nos ha dado la bienvenida con su característico aroma a aceite bien presente en cada uno de sus rincones. Llegando a Montoro, hemos dejado Jaén atrás para entrar en Córdoba. Así que hemos tenido la oportunidad de pasar por dos de las provincias aceiteras más importantes del mundo. Grandes extensiones de olivos nos han acompañado a banda y banda de la carretera, en un paisaje de gran belleza. De algún modo, podríamos relacionar la expedición Magallanes-Elcano con el reconocimiento del aceite andaluz en todo el mundo.
Estos días en ruta, pedaleando a solas o en grupo durante kilómetros y cargando con lo justo y necesario, hemos podido reflexionar acerca de hábitos de consumo y estilos de vida que son muy poco respetuosos con los recursos que nos brinda la naturaleza. La educación y las familias son clave en todo ello. Tal vez estos tiempos de la Covid-19 nos sirvan para darnos cuenta de que hay muchas cosas que deben cambiar. Esperamos que en estos próximo 500 años nos dé tiempo a rectificar.
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