De Moby Dick no solo deslumbra su fortaleza e incesante lucha por sobrevivir, sino también su llamativo color blanco, probablemente inspirado en el cachalote albino Mocha Dick, observado por marineros en el océano Pacífico a principios del siglo XIX.
La fascinación que despierta la aparición de animales salvajes despigmentados ha cautivado durante siglos el interés del ser humano. Científicos y naturalistas tan relevantes como Carlos Linneo, creador de la taxonomía actual, o Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución por selección natural, ya sintieron la necesidad de explorar las causas y consecuencias de esta despigmentación.
El albinismo afecta a multitud de especies en todo el reino animal. Este fenómeno, resultante de un déficit parcial o total de melanina -uno de los principales pigmentos responsables del color en piel, ojos, pelo, plumas y escamas- está ligado a la herencia de genes recesivos que interfieren en las rutas metabólicas responsables de la síntesis de este pigmento. Las desventajas asociadas al déficit de melanina -como pueden ser los problemas de visión y de piel o la facilidad la que las presas o depredadores detectan a los animales albinos- limitan drásticamente su supervivencia, así como las posibilidades de observación en la naturaleza.
Albinismo en serpientes
Sin embargo, la coloración de las escamas en las serpientes no solo depende de la melanina, sino también de otras células pigmentadas, como por ejemplos los xantóforos, que dotan a las serpientes de un color amarillo, o los eritróforos, que las proveen del color rojo. La deficiencia en melanina permite que estos pigmentos ganen protagonismo, y por eso los individuos albinos despliegan una amplia gama de coloraciones pálidas que van desde el blanco hasta el rojo, pasando por el amarillo o el naranja.
Entre otras funciones, la coloración de las serpientes sirve para captar o reflejar la luz del sol, algo que permite a los ofidios alcanzar una correcta temperatura corporal. Por este motivo, la despigmentación de las escamas dificulta este proceso de termorregulación y complica aún más la supervivencia de estos animales. Todas estas desventajas hacen que los casos de albinismos entre serpientes sean anecdótico en relación a las casi 4.000 especies descritas hasta hoy.
La enigmática muerte de una culebra de escalera
A finales de abril, una culebra de escalera (Zamenis scalaris) albina apareció muerta en el margen de una carretera en L’Alcudia de Crespins, en la provincia de Valencia. La escena desvelaba una trama misteriosa que hace de este caso un evento biológico muy singular. El ejemplar, un macho adulto de 1,20 metros de longitud, tenía un gazapo atascado en su boca. Sin embargo, su muerte nada tuvo que ver con el tráfico rodado. El reptil tenía dos heridas llamativas, una a mitad de su espalda y la otra, especialmente profunda, en la cabeza. Al practicar la necropsia, encontré en el estómago de la serpiente otro gazapo de tamaño similar al de su boca. Las dos presas estaban sin digerir, lo que indica que habían sido tragadas recientemente. Estos indicios sugieren que la serpiente cazó e ingirió ambos conejos y, a modo de defensa, estas presas pudieron atacar al reptil hiriéndolo de gravedad. Esta hipótesis concuerda con estudios que demuestran que esta especie es herida con frecuencia por sus propias presas. Una vez abandonara el lugar, el estrés producido por los traumatismos obligaría al ejemplar a tratar de regurgitar la comida. Sin embargo, la profunda herida de la cabeza dificultó esta acción, y la serpiente murió atragantada con el primer conejo atascado en su boca.
El imperecedero interés del ser humano por el albinismo y el comportamiento animal - bien sea en ejemplos como el de esta serpiente o en clásicos como el de Moby Dick- visten de simbolismo nuestro afán de entender el funcionamiento de la naturaleza que nos rodea. El acontecimiento aquí descrito demuestra que la naturaleza ha sido, es y seguirá siendo, una fuente interminable de misterios por desentrañar.
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