¿Cómo comenzó tu amor a la montaña?
Chus Lago: Comenzó de niña, en los montes que rodean a mi ciudad, una montaña pequeña trajo otra un poco más alta y ésta a la siguiente.
¿En algún momento soñaste con subir el Everest?
Chus Lago: Soñé con el Everest a partir de verlo de cerca, cuando en 1992 me encontré frente a ella en una expedición y decidí que volvería, pero sola y sin oxigeno y por una ruta sin gente.
¿Puedes contarnos las sensaciones de la ascensión y lo que sentiste en la cima?
Chus Lago: Recuerdo un amanecer friísimo, el cielo despejado excepto por unos cúmulos nimbos de desarrollo vertical a los que no sacaba ojo en todo el camino. La ilusión por cada paso hacia la cima, desde el año 92 no había hecho otra cosa que prepararme para aquel momento. Recuerdo también cada paso porque ante cualquier fallo sabía que nadie podría sacarme de allí, me encontré con siete cadáveres, algo que te hace recordar tu propia mortalidad y que hace reafirmar el por qué estás allí y cuanto estás dispuesto a dar a cambio. Para mí el Everest, fue la montaña de las montañas, la había empezado a ascender desde muy abajo, me había alejado de ella para aprender a escalar sola y a tomar decisiones sin otros y no volví hasta que de verdad me vi a su altura. Los atajos te llevan a la cima, no hay duda, pero no a la cima verdadera.
¿Qué sentiste cuando alcanzaste la cima del mundo?
Chus Lago: Orgullo, tristeza, la gloría y una especie de vacío. Me había dedicado a aquel sueño en cuerpo y alma y en la cima llegué a pensar que hubiera sido mejor no haberlo logrado, quedarse unos metros por debajo, que siempre quedada el Everest. ¡Ya, una locura de pensamiento después de tanto esfuerzo! Pero fue así.
¿Crees que el montañismo ha cambiado?
Chus Lago: Creo que el alpinismo ha caminado hacia adelante, hay un grupo de alpinistas en la punta de un nivel impensable años atrás y una mayoría más modesta, como ha sido siempre, pero avanzamos en nivel, no cabe duda.Creo que hay un montañismo de altísimo nivel, tanto en la escalada, en hielo y en alpinismo de altitud, de grandes montañas, las invernales se han puesto de moda y son para grandísimos alpinistas , rutas nuevas, apuestas difíciles y exigentes. Otra cosa bien distinta, es el intrusismo de las expediciones comerciales cada vez más en boga, comerciales a los polos y a las grandes montañas, pero eso no es alpinismos, los que van no lo son. La sociedad de consumo ha llegado también al mundo de la aventura, el gran atajo para las emociones fuertes, para las seudo experiencias, para mi otro mundo, nada que ver aunque se desarrolle en el mismo escenario.
¿Qué peligros acechan al Everest? ¿Está realmente masificado?
Chus Lago: Lo está, sobre todo la ruta clásica por Nepal, no tanto la ruta noreste por el Tibet, y en absoluta las rutas de dificultad. Lo peligroso es que esa masa de personas son un peligro para si mismos, en caso de tener que reaccionar ante la llegada de mal tiempo sería muy complicado. Creo que el cliente no llega a saber realmente a qué se expone al dejar las decisiones en manos de un guía, se pierde esa parte de la aventura tan fascinante; la de decidir. La masificación en esa ruta hace que sea muy difícil que un alpinista realice la ascensión sin verse muy comprometido, por no decir que me parece un horror ascender entre comerciales.
La masificación trae consigo la contaminación, por ejemplo los miles de botellas de oxígeno que no creo que se bajen todas, la presión que se ejerce sobre la misma ruta. El peligro del Everest es desmitificarla, el ser humano pierde algo muy valioso, la posibilidad de medirse cuerpo a cuerpo con ella. Cuando pones a tu alcance tanto medios que acabas rebajándola a tus posibilidades te estás perdiendo la oportunidad de crecer, de la experiencia que supone ponerte tu a la altura de merecerte la cima, de transformarte, de vivir la aventura.
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