Admirados por su peculiar arquitectura, sus conocimientos de astrología y matemáticas, sus tradiciones y rituales, los mayas fueron una de las civilizaciones más importantes de Centroamérica. Sus templos, repartidos por el sur de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, dejan constancia de lo que fueron capaces de construir utilizando de manera precisa la posición de los astros hace más de 4.000 años. Hoy, los tesoros de este gran legado perviven entre la maleza de algunos de los rincones más bonitos de esta parte de América. Analizando su arquitectura, contemplando los dioses esculpidos sobre los templos, fijándonos en la forma de sus ciudades, sus sistemas de abastecimiento de agua, muchos de ellos situados cerca de los afamados cenotes, e interpretando sus calendarios podemos llegar a conocer mucho mejor su cultura.
México es uno de los países más atractivos para dejarse envolver por el mundo maya. La zona costera de Quintana Roo recibe cada año a cientos de visitantes que se acercan a conocer el único centro arqueológico situado a orillas del mar, sobre playas de arena blanca y bañadas por aguas turquesas: Tulum. Una de las imágenes más conocidas del Caribe mexicano que guarda con recelo los vestigios de esta antigua civilización de la que ha heredado muchas de sus tradiciones y que demuestra que la Riviera Maya no solo es turismo de sol y playa.
Los mayas también perviven en Chichén Itzá, el complejo más conocido del Yucatán por haber sido seleccionado como una de las nuevas 7 maravillas del mundo moderno. La mezcla del estilo maya Puuc y del altiplano central de México, debido a la posterior llegada de los toltecas, nos permite conocer diferentes épocas sin salir del mismo recinto. Su templo más espectacular, y que se encuentra envuelto en un halo de misterio, es la pirámide de Kukulkán, una enorme construcción de 25 metros que muestra el calendario maya.
No se puede abandonar Campeche sin visitar la reserva de Calakmul, la mayor selva tropical de México
Sin salirnos de la región, escondido entre la selva y también de estilo Puuc, se encuentra Uxmal: una enorme pirámide central -pirámide del Adivino- que atrae inmediatamente la atención del visitante. Es el mayor edificio del complejo y está consagrado a Chaac, el dios de la lluvia. Una de las deidades mayas más representadas en aquellos lugares donde tenían problemas de abastecimiento de agua. Aunque no era él único, pues adoraban también a los diferentes dioses de la naturaleza para atraer la prosperidad, gozar de buena salud y que estos cuidasen de sus cultivos.
Ruta por Campeche, México
La región de Campeche es otro de los lugares imprescindibles para en el camino de las huellas de los mayas. Muchos de los vestigios datan del Preclásico Medio, aunque algunas de las construcciones que aún se conservan fueron levantadas durante el periodo Clásico. Aquí encontramos el sitio arqueológico de Ezná, que significa casa de los sabios del agua. Antiguamente esta fue una de las ciudades de mayor poder político, económico y religioso. No muy lejos se halla otro de los imprescindibles: Balamkú, donde se encuentra el friso del universo, que combina grabados de jaguares, serpientes y un saurio. Fue nombrado así porque las diferentes escenas hacen referencia al orden del universo y la riqueza de la Tierra. Por último, no se puede abandonar Campeche sin visitar la reserva de Calakmul, la mayor selva tropical de México donde las ruinas se mimetizan con la frondosa vegetación.
Tabasco y Chiapas, con las ciudades de Palenque, Yaxchilán, Toniná o Comalcalco, son perfectas para finalizar este viaje por los vestigios de esta fascinante civilización milenaria que causa tanto misterio.
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