El Alentejo, TOP 6 del 'ranking' de destinos Best in Europe 2017
El Alentejo: comer en el Portugal tradicional
El Alentejo es uno de los grandes destinos culinarios ignotos del mundo. Cuna de espectaculares viñedos, olivares y fértiles campos de cultivo, es el alma gastronómica de Portugal.
La región produce la mitad del vino del país, y firma algunos de sus platos más famosos. También alberga algunos de los restaurantes más auténticos de Portugal, sitios que honran recetas centenarias y la estrecha conexión alentejana con la tierra.
TESOROS CULINARIOS
La cocina del Alentejo no es recargada ni básica, es un escaparate de los ricos ingredientes de una región con una tradición culinaria con cientos de años de historia. El pan recién hecho, las olivas, las setas, los espárragos, el bacalao, el jabalí y el aceite de oliva son las bases de recetas eternas. El gran protagonista es el cerdo, sobre todo el porco preto (cerdo ibérico), con una carne especialmente suculenta. Son cerdos criados en los robledales del Alentejo, y se alimentan con una dieta rica en bellotas. El Alentejo también produce excelentes quesos, y merece la pena peregrinar hasta Serpa para degustar el queijo de Serpa, un queso cremoso de aroma fuerte elaborado con leche de oveja.
El Alentejo, Portugal, cocina tradicional © REDAV / Shutterstock
Los platos de la región suman combinaciones creativas, como la carne de porco à Alentejana, un plato de mar y montaña a base de carne de cerdo y almejas que suele cocinarse en un recipiente de cobre. El pan también tiene una presencia muy marcada en platos ingeniosos como la açorda, sopa de pan con ajo, finas hierbas (a menudo cilantro) y aceite de oliva. Otro clásico muy apreciado son las migas, con ajo y aceite de oliva, que se sirven para acompañar la carne de cerdo.
POSTRES CELESTIALES
Las especialidades regionales van más allá de los entrantes y los platos principales. La mayoría de los pueblos y ciudades del Alentejo elaboran deliciosas pastas y postres, incluidas versiones que no se hallan en ningún otro sitio. Según dice la tradición, las monjas de los conventos fueron las primeras en preparar postres allá por el s. xv. Sus recetas pasaron de generación en generación, guardadas como secretos en cada convento. Hoy en día, algunas de las mejores pastas todavía las elaboran las monjas, y se conocen como doces conventuais (dulces de convento).
En Évora el viajero podrá catar la perfección espiritual en Pastelaria Conventual Pão de Rala. Es una pastelería clásica, decorada con azulejos, que sirve tentaciones como el pão derala, una tarta de almendra con yema de huevo y ralladura de limón.
El Alentejo, Portugal, postres © Matt Munro / Lonely Planet
También destaca la sericaia, una torta agrietada de huevos con ciruelas confitadas y canela. Aunque es muy popular en toda la región, es la especialidad de Elvas, la ciudad donde se originó, que sigue siendo uno de los mejores lugares de Portugal para disfrutarla.
Portalegre merece especial atención por sus ciudadanos, amantes de los dulces, y las órdenes monásticas que siguen elaborando delicias. Cada primavera, a finales de marzo, la ciudad celebra la Feria de Doçaira Conventual e Tradicional de Portalegre, que permite saborear postres deliciosos durante tres días.
RUTAS VINÍCOLAS
Como la cocina portuguesa, los vinos del Alentejo son poco conocidos fuera del país, y por ello una ruta vinícola es de lo más gratificante. A lo largo de ocho regiones delimitadas se descubren vinos excepcionales: tintos poderosos y con cuerpo, y blancos suaves y equilibrados.
Un buen sitio para empezar la ruta es el centro de información y tienda de la Rota dos Vinhos do Alentejo, en Évora. Allí se pueden catar algunos vinos, conseguir planos e informarse sobre las bodegas que ofrecen catas.
El Alentejo, Portugal, viñedos © Matt Munro / Lonely Planet
Si hay poco tiempo, se puede ir a Herdade do Esporão. Situada al sur del pequeño pueblo de Reguengos de Monsaraz, esta venerable bodega produce más de 40 variedades de uva con métodos ecológicos en sus 700 Ha. Se puede visitar para una cata o un circuito por los viñedos; o mejor aún, reservar mesa en el restaurante. El chef Pedro Pena Bastos elabora cocina de temporada con ingredientes de productores locales. Platos como el cordero del Alentejo con cuajada de oveja y coles de Bruselas maridan muy bien con una botella de Esporão Reserva, un vino bien estructurado. Si se cena aquí, se impone una cata de vinos.
UN DESTINO PARA COMER
Comer en el Alentejo no es solo disfrutar de platos y vinos excelentes. También tiene mucho que ver con el entorno. Si el viajero quiere huir de las rutas más trilladas, descubrirá destinos cautivadores: pequeños restaurantes familiares escondidos en estrechos callejones de pueblos medievales, comedores amurallados en pueblos cimeros envueltos en niebla, y acogedoras tabernas donde los lugareños dan buena cuenta de platos de bacalhau y donde el vino se sirve del barril.
En el pueblo-ciudadela de Monsaraz, la afable doña Isabel se ha ganado a la clientela local con su contagioso sentido del humor y su excelente cocina en un restaurante cimero, Sabores de Monsaraz. Cada plato está elaborado con ingredientes de calidad y con sumo cuidado. Las contundentes raciones de bacalhau dourado (bacalao con huevo y patata) son muy populares, y combinan muy bien con un postre como la sericaia.
El Alentejo, Portugal, Monsaraz © JoaoCachapa / Shutterstock
Oculto en los laberínticos callejones del barrio de Mouraria, en Évora, el pequeño Botequim da Mouraria, con solo nueve plazas, ofrece una experiencia íntima para comer, cortesía de la pareja propietaria del local. El efusivo senhor Domingos, anfitrión y sumiller, recibe a los clientes, sirve el vino y recomienda platos de la carta, que cambia a diario. Su esposa Florbela cocina magníficos platos de porco preto y otras delicias alentejanas.
El Alentejo solo tiene un pequeño tramo de costa, pero es bellísima. Hay playas preciosas, paseos en acantilados, y, lo más importante de todo, un marisco delicioso. Vila Nova de Milfontes lo tiene todo, incluido un aclamado restaurante llamado Tasca do Celso. Es un sitio muy carismático, con una amplia bodega y una chimenea, que sirve excelentes especialidades alentejanas, incluido el mejor marisco en varios kilómetros a la redonda.
Por Regis St. Louis, autor de Lonely Planet.
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