La Mancha y el Quijote, el escenario y el mito, realidad y ficción. Como la mayoría de autores, Miguel de Cervantes se inspiró en pasajes extraídos de su vida diaria para crear su obra más célebre. Lo que no imaginó el manco de Lepanto es la repercusión que tendría su creación, ni que cuatro siglos después de su muerte gente venida de todos los rincones del mundo trataría de localizar esos lugares donde literatura y verdad se entremezclan de una forma tan sutil.
Seguir las huellas de Cervantes (o del Caballero de la Triste Figura) es una buena excusa para hacer un viaje por tierras manchegas. ¿Dónde está situado el lugar de cuyo nombre no quiso acordarse? ¿Tan fieros eran los gigantes a los que se enfrentó Alonso Quijano a lomos de Rocinante? ¿Quién era realmente Dulcinea del Toboso? Son algunas cuestiones que hemos tratado de resolver en esta ruta en coche por Castilla La Mancha para visitar tres lugares imprescindibles del Quijote. ¿Nos acompañas?
Argamasilla de Alba, el lugar de La Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
La frase con la que Cervantes abrió el Quijote es probablemente una de las más célebres de la historia de la literatura. Lo que quizás no imaginó el manco de Lepanto (o sí), es que su sentencia causaría tanto revuelo cuatro siglos después en la búsqueda del punto en el que se originaron las andanzas del Caballero de la Triste Figura.
Se han escrito ríos de tinta al respecto y varios estudios sobre dónde está realmente situado “el lugar de La Mancha”, pero la mayoría concluyen que se trata de Argamasilla de Alba. Nadie lo puede afirmar a ciencia cierta, aunque en esta localidad de Ciudad Real están totalmente convencidos de ello. Uno de sus argumentos de peso es, sin duda, uno de los rincones más emblemáticos de la tradición cervantina, la Cueva de Medrano. Más allá de polémicas, se sabe que en este lugar estuvo preso el autor de Don Quijote y que probablemente fue durante su cautiverio cuando se forjó el origen a la novela más universal en lengua castellana. En el pueblo aseguran que Cervantes se inspiró en algunos personajes del municipio para inspirarse en muchos de los pasajes de su obra.
La Cueva de Medrano ha sido visitada por insignes maestros de las letras como Azorín o Mario Vargas Llosa y siempre ha sido protagonista de los distintos actos que se han hecho como homenaje a la obra de Cervantes o sede de distintos congresos sobre la obra del manco de Lepanto.
¿Es realmente Argamasilla de Alba”el lugar de La Mancha”? Nunca lo sabremos con exactitud, pero puedes aprovechar la visita a la Cueva de Medrano para descubrir otros rincones interesantes como la Iglesia de San Juan Bautista, el Castillo de Peñarroya, disfrutar las Lagunas de Ruidera o acercarte hasta Villanueva de los Infantes, donde también se postulan como “el lugar” al que se refería Cervantes y escuchar su versión de los hechos.
No son molinos, son los gigantes de La Mancha
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Éste es probablemente uno de los pasajes más célebres de Don Quijote de La Mancha y, tras 400 años de la publicación de la obra de Cervantes, el que más curiosidad despierta en los turistas que quieren ver de primera mano esos gigantes contra los que embistió el Caballero de la Triste Figura a lomos de Rocinante. Pero, ¿donde se pueden visitar los molinos de viento a los que hacía referencia Alonso Quijano?
Nadie se atreve a poner la mano en el fuego, pero los molinos de viento de Campo de Criptana tienen todas las papeletas para ser aquellos con los que combatía Don Quijote. De los 34 “gigantes” que divisó el personaje de Cervantes, en la actualidad sólo quedan diez. No obstante, están muy bien conservados y merecen una visita para admirarlos.
No obstante, hay otros lugares de Castilla La Mancha donde se pueden contemplar los molinos de viento. Una de las colecciones más destacadas es la de la localidad toledana de Consuegra. El Cerro del Calderico donde se erigen hasta doce “gigantes” junto al castillo es realmente pintoresco y nos regala una vista magnífica de la llanura y sus coloridos. Todos tienen nombres muy quijotescos como Chispas, Mambrino, Clavileño, Alcancía, Cardeño, Mochilas o Vista Alegre. No obstante, es el Caballero del verde Gabán el que concita más atención, ya que se ha convertido en el primer gastromolino de España. Sin duda, un rincón magnífico para ver el atardecer mientras se degusta un pisto o una buena cerveza artesana.
Los molinos de viento de Campo de Criptana y Consuegra se suelen llevar todas las miradas, pero existen lugares a pocos kilómetros de Madrid como Mota de Cuervo en Cuenca, Alcázar de San Juan en Ciudad Real o Tembleque en Toledo donde todavía mantienen estas peculiares construcciones que se empleaban antiguamente para moler el grano.
El Toboso, hogar de Dulcinea
—Sancho amigo, la noche se nos va entrando a más andar, y con más escuridad de la que habíamos menester para alcanzar a ver con el día al Toboso, adonde tengo determinado de ir antes que en otra aventura me ponga, y allí tomaré la bendición y buena licencia de la sin par Dulcinea; con la cual licencia pienso y tengo por cierto de acabar y dar felice cima a toda peligrosa aventura, porque ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas.
El Toboso en Toledo es una de las localidades que más se mencionan a lo largo del Quijote y una de esas villas manchegas donde parece que el tiempo se mida de otra forma. Con menos de 2.000 habitantes y un tamaño ideal para recorrer a pie, lo primero que suele llamar la atención de este municipio es lo bien cuidado que se encuentra, pero también las constantes referencias a la obra cervantina.
Un buen punto para empezar a explorar El Toboso es su Plaza Mayor. Rodeada por preciosas casas solariegas, la Iglesia San Antonio Abad y el Ayuntamiento el epicentro del pueblo suele acaparar la mayoría de instantáneas que los turistas se hacen en la localidad toledana. Especialmente, las estatuas de Don Quijote hincando la rodilla mostrando sus respetos a Dulcinea.
Desde la Plaza Mayor podemos empezar a explorar el pueblo siguiendo algunas de las citas del Quijote que decoran sus paredes. Lo más probable es que nuestros pasos nos lleven hasta la famosa Casa de Dulcinea que en realidad pertenecía a la familia Martínez Zarco. Cuenta la leyenda que Cervantes se inspiró en sus fracasados flirteos con Ana Martínez Zarco para definir el personaje de Dulcinea. Esta especie de museo es un ejemplo fantástico de casa manchega y cuenta con interesantes estancias, incluidas la alcoba de la propia Ana.
Otro lugar imprescindible de El Toboso es el Museo Cervantino en el que se exhibe una extraordinaria colección de ediciones de El Quijote llegadas de todo el planeta. En la actualidad cuenta con más de 600 versiones de la obra de Cervantes escritas en 73 lenguas. La mayoría de las obras han sido donadas, algunas por personajes ilustres como los presidentes del Gobierno de España, literatos ilustres o personajes tan variopintos como Hitler, Mandela o Gadafi.
Además de los rincones cervantinos, El Toboso cuenta con otros lugares interesantes como el peculiar Museo de Humor Gráfico “Dulcinea”, el Monasterio de las Trinitarias, el Convento de las Clarisas donde todavía se pueden adquirir dulces artesanos elaborados por las monjas o sus tres pozos que abastecían de agua al municipio desde la Edad Media. Y para dormir te recomiendo la Casa del Cómico, un alojamiento que te acaba seduciendo por el trato cercano de la familia que lo regenta.
¿Te ha gustado esta ruta en coche por Castilla La Mancha para visitar tres iconos del Quijote? Te aseguro que la imaginación se te irá inevitablemente a las páginas de Miguel de Cervantes. Tienes más información sobre todos estos lugares en la página web de Turismo de Castilla La Mancha.
Fotos de la Ruta del Quijote por Castilla La Mancha
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