Un teatro en Palermo para 'El Padrino III'
27 escalones. Son los que forman una escalinata legendaria en el cine, el escenario de la penúltima secuencia de la saga de "El Padrino". Aquella en la que, en la enésima venganza entre familias mafiosas, un matón dispara contra el Michael Corleone interpretado por Al Pacino, pero los impactos acaban con la vida de su hija, Mary. Esa escalera regada con la cinematográfica sangre de la familia Corleone está, cómo no, en Sicilia .
El Teatro Massimo, en Palermo, es el tercer recinto de ópera más grande de Europa. Sólo le superan los de París y Viena. No sólo es grande por sus 1.335 asientos, entre la platea y los palcos. Sino, sobre todo, por las dimensiones de su escenario: cincuenta metro de altura, 40 de fondo, 30 de ancho. Es más grande que el propio patio de butacas. Un recinto grandioso como correspondía al deseo del ayuntamiento de la ciudad cuando, en 1864, poco después de incorporarse al reciente reino de Italia, deseaba un monumento que situara a Palermo en el mapa nacional.
Entro en el teatro por su puerta lateral. Lamentablemente la visita no permite acceder por su escalinata principal, aquella por la que descendían Al Pacino, Andy García, Sofia Coppola o Diane Keaton en ese final de "El Padrino III". Personal del teatro enseña el recinto en visitas guiadas. Los vestíbulos y pasillos, aquellos lugares destinados a las relaciones sociales, son austeros, para dar todo el espacio necesario a lo importante de un teatro: su escenario, sus butacas y gran foso de la orquesta. Los cinco pisos de palcos más el "loggione" final por encima de ellos terminan en una cúpula que puede abrirse parcialmente para ventilar el edificio.
Desde el patio de butacas miro el palco real, el que preside el Teatro Massimo, el que ocupaba la familia Corleone en la representación de la ópera “Cavalleria Rusticana“, en esa sucesión de escenas antológicas que tanto gustaban a Coppola, trufadas de asesinatos y música, para dar el giro definitivo a la trama. Desde allí, con unos anteojos, Connie, la hermana de Michael Corleone, veía cómo fallecía en uno de los palcos otro capo, Don Altobello, mientras comía el postre siciliano por excelencia, los "cannoli" envenenados que ella le había hecho llegar.
La visita es breve y, lamentablemente, no permite ver el escenario ni el trasfondo, la parte trasera con toda la maquinaria que hace posible las representaciones operísticas, lo que haría más justificables los 8 euros que cuesta la visita turística. Salgo del teatro, paso junto a la estatua de Verdi que hay en sus jardines (su última opera, "Falstaff", fue la que inauguró el Teatro Massimo en 1897) y me quedo mirando, de nuevo, la escalinata principal custodiada por dos leones de bronce. Son las alegorías de la Tragedia y la Lírica, los dos elementos que llenan las óperas. Y los que llenaron también ese final de "El Padrino III": música y drama.
Más información: El Teatro Massimo está en la plaza Giuseppe Verdi, de Palermo (Sicilia) y permite visitas guiadas de martes a domingo. La entrada básica cuesta 8 euros.
Texto y fotos: Marino Holgado
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