lunes, 25 de noviembre de 2024

Viajes. Las colisiones con barcos ponen en riesgo el futuro de las ballenas

Aunque la caza comercial de ballenas desapareció en la mayor parte del mundo hace más de dos décadas, las actividades humanas siguen representando un peligro persistente para estos majestuosos mamíferos marinos. Entre las amenazas más insidiosas se encuentran las colisiones directas con embarcaciones, un problema que afecta gravemente a las poblaciones de ballenas en todo el mundo. 

Un estudio reciente ha mapeado los movimientos de cuatro especies de ballenas distribuidas globalmente a partir de 435.000 registros, relacionándolos con datos de actividad marítima. Los hallazgos son alarmantes: la actividad naviera cubre el 92% de los rangos de estas especies, y menos del 7% de las áreas de alto riesgo cuentan con estrategias de gestión para prevenir colisiones.

El peso del tráfico marítimo en los ecosistemas oceánicos

El transporte marítimo es una industria colosal que moviliza el 90% de los bienes comercializados a nivel mundial. Desde 1992, el tráfico de embarcaciones se ha cuadruplicado, y se proyecta que esta cifra se triplique para 2050 debido al auge del comercio global

Pero este crecimiento tiene un alto coste ambiental: las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo representan el 2.89% del total mundial, igualando a la industria aérea. Además, la contaminación química y acústica, la propagación de especies invasoras y las alteraciones en el comportamiento de la vida marina son algunos de los impactos más notorios.

 

Entre estos problemas, las colisiones con ballenas destacan como una de las consecuencias más devastadoras. Las ballenas, fundamentales para la salud de los ecosistemas marinos, desempeñan un papel crucial en la transferencia de nutrientes y la regulación de las redes tróficas

Sin embargo, las poblaciones de muchas especies permanecen gravemente reducidas en comparación con sus números históricos, y los choques con barcos amenazan con detener su recuperación.

Un análisis global: riesgos invisibles y medidas insuficientes

Gracias a avances tecnológicos recientes, como los datos de sistemas de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés) y la modelización de distribución de especies, ahora es posible mapear con mayor precisión las áreas de riesgo de colisiones. 

El estudio citado ha empleado estas herramientas para identificar los puntos críticos de colisión en todo el mundo, revelando patrones preocupantes: más del 15% de los océanos del planeta tiene niveles de riesgo comparables a regiones como el Ecosistema de la Corriente de California, conocida por tasas de mortalidad de ballenas que superan los límites legales.

Los puntos críticos no solo se concentran en áreas costeras, como el Mediterráneo, el Pacífico Norte y el Atlántico Norte, sino también en regiones de mar abierto, como los alrededores de las Azores. Sorprendentemente, menos del 3% del océano necesitaría gestión adicional para cubrir estos puntos críticos, una inversión relativamente modesta para un impacto potencialmente significativo.

 

Una ballena yace sin vida en la proa de un buque de carga en el puerto de Oakland, después de una colisión entre el cetáceo y la embarcación.

En los puntos críticos compartidos por varias especies, como el Océano Índico y el Pacífico Occidental, las medidas de mitigación podrían ser especialmente eficaces. Reducir la velocidad de las embarcaciones o redirigir sus rutas son soluciones conocidas, pero su implementación aún es limitada.

Hacia una coexistencia sostenible: el futuro de las ballenas y los océanos

El estudio también destaca que las ballenas no solo se enfrentan a riesgos por colisiones, sino que están expuestas a otros impactos derivados del transporte marítimo, como la contaminación acústica. Estas amenazas requieren una cooperación multinacional para implementar estrategias que trasciendan las fronteras jurisdiccionales y protejan a estas especies migratorias.

El desafío ahora radica en equilibrar las demandas de una industria en constante expansión con la necesidad urgente de conservar los ecosistemas marinos. Las ballenas, además de su importancia ecológica, tienen un profundo valor cultural y económico para las comunidades costeras de todo el mundo. Protegerlas no es solo una cuestión ambiental, sino también un compromiso ético hacia un futuro donde la coexistencia con la naturaleza sea posible.



via Sergio Parra https://ift.tt/4fgDlJx

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