El océano no solo es el hogar de miles de especies, sino también el proveedor principal de oxígeno en el planeta Tierra. Teniendo en cuenta que el agua ocupa un 70% de la superficie terrestre, se estima que el ser humano solo ha logrado explorar un 10% de lo que esconde esa enorme capa azul que nutre nuestro planeta. Y paradójicamente -o tal vez por ese desconocimiento-, las acciones que llevamos a cabo día a día están poniendo en peligro nuestra propia fuente de vida.
Es por esta razón que, cada 8 de junio, la Organización de las Naciones Unidas celebra el Día Mundial de los Océanos, una efeméride que recuerda el papel fundamental que cumplen los océanos en la vida cotidiana. El objetivo es el de unir a la población en la tarea de proteger los ecosistemas marinos, y uno de los ejes clave es crear conciencia sobre cómo están cambiando las corrientes oceánicas a causa del cambio climático.
Son muchas las amenazas a las que se enfrentan los océanos y las especies que viven en ellos. Tal vez la más visible de ellas sea la contaminación por residuos, que se manifiesta con la llegada al mar de alrededor de 8 millones de toneladas de plástico al año (lo que equivale al peso de 800 Torres Eiffel). Sin embargo, el calentamiento global, aunque es más silencioso, está provocando una alteración acelerada de las corrientes y, en consecuencia, de los ecosistemas marinos, lo que pone en peligro la supervivencia de muchas especies.
El problema de las corrientes oceánicas
Un reciente estudio publicado en la revista Science Advances revela que el efecto de calentamiento de la superficie del mar, provocado por el cambio climático antropogénico, acelera las corrientes oceánicas superiores en el 77% del océano global.
Estas corrientes, que son movimientos horizontales del océano con rutas concretas, son impulsadas por el viento, por las diferencias de densidad en el agua en función de la temperatura y salinidad de las regiones oceánicas, y por las mareas. Además, efectúan funciones básicas como el transporte de nutrientes necesarios para la supervivencia de muchos organismos, o la eliminación de carbono y el calor de la atmósfera.
Los cambios que se están produciendo a causa del calentamiento global impiden que se cumplan estas funciones y que, por lo tanto, estemos perdiendo biodiversidad en algunos ecosistemas y quedándonos sin la protección natural ante el calentamiento atmosférico excesivo.
En este sentido, es importante recordar que, al igual que sucede con los residuos, el calor también va a parar a los océanos: estos absorben alrededor del 90 % del exceso de calor que produce el mundo y el 25% de la contaminación por carbono, lo que explica que la temperatura del mar haya batido su récord en abril de 2023, con 21,1ºC de media.
¿Qué se está haciendo para proteger los océanos?
Las consecuencias de la alteración de las corrientes, provocada por las elevadas temperaturas del océano, han dejado de ser discretas. En el último tiempo se ha observado que el Ártico podría perder todo su hielo en las próximas décadas debido al aumento de los gases de efecto invernadero inducidos por los humanos. Y este es solo un ejemplo de cómo estamos deteriorando el océano y extrayendo de él más de lo que se puede reponer.
Aunque las medidas llegan cuando los expertos ya advierten de que los daños son irreversibles, las organizaciones gubernamentales están diseñado estrategias que prometen mejorar la salud de los ecosistemas marinos:
- El Acuerdo de París: aprobado en 2015, este tratado tiene como objetivo limitar el calentamiento global por debajo de 2º, preferiblemente a 1,5ºC, en comparación con los niveles industriales. Esto se podría conseguir reduciendo las emisiones de gases de efectos invernadero, los cuales provocan el aumento de las temperaturas oceánicas, entre otras consecuencias.
- Los Objetivos de Desarrollo Sostenible: propuestos por la ONU, el objetivo 14 se centra en la vida submarina y, concretamente, en la gestión cuidadosa de este recurso mundial esencial. Los ODS están planteados para ser cumplidos en su totalidad en 2030, pero la próxima meta, que está establecida para 2025, es reducir significativamente la contaminación marina de todo tipo, en particular la producida por actividades realizadas en tierra.
Además, recientemente ha habido un avance en la protección de los océanos: tras casi 20 años de negociaciones, el 5 de marzo de 2023 se firmó el Tratado de Alta Mar, un acuerdo para colocar el 30% de los océanos del mundo en áreas protegidas, destinar más dinero a la conservación marina y cubrir el acceso y el uso de los recursos marinos.
via Constanza Vacas https://ift.tt/1xvbSkc
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