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viernes, 27 de septiembre de 2019
Mujeres que viajaron. Segundas Jornadas de Investigación en Literatura Infantil y Juvenil, 15-16 octubre 2019 Instituto de Investigaciones Filológicas UNAM
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Pachinko. Vuelven las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway: vota por tu favorita y gana 500 € para viajar
Uno de los consejos que más solemos repetir cuando nos preguntan sobre viajar con niños es que antes de hacer un viaje al destino lejano con el que siempre has soñado, pruebes con pequeñas escapadas a un lugar cercano… y si es en un entorno rural y tranquilo mucho mejor. Nosotros también nos hemos aplicado el cuento y cada año hemos tenido la suerte de descubrir muchos pueblos encantadores que nos han acabado enamorando por la belleza de su entorno, lo bien cuidadas que están sus calles y plazas, por sus peculiares tradiciones y fiestas, y especialmente por la cercanía y generosidad de sus gentes.
Un pueblo son las personas que viven en él, gente que no duda en abrirte las puertas de su casa para enseñarte un precioso patio manchego (como nos pasó en Villanueva de los Infantes), en mostrarte cómo los vecinos trabajan durante varios años para que sus fiestas salgan a pedir de boca (como en Morella) o trasmitirte lo importante que es la cereza para todo una comarca como sucede en el Valle del Jerte. Hemos coleccionado un buen número de historietas y experiencias tan entrañables como estas, por eso nos encanta explorar la España rural y menos conocida como hemos hecho recientemente en una ruta en coche por Aragón en familia.
Vuelven las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway
Con ese espíritu de descubrir lo auténtico de nuestros pueblos y animarnos a tener esas vivencias que difícilmente podremos experimentar en las ciudades, vuelve un año más el concurso para escoger las 7 Maravillas Rurales de España organizado por HomeAway. Gracias a este certamen (que en 2019 cumple 8 ediciones) hemos descubierto auténticas joyas, algunas de ellas totalmente inesperadas. Así que el objetivo de esta iniciativa sigue siendo impulsar el turismo rural y promocionar aquellos pueblos pequeños que no tienen tan fácil la promoción entre los viajeros, pero que tiene atractivos de sobra para una escapada de unos días o unas vacaciones de desconexión en el pueblo.
¿Qué pueblos pueden convertirse en las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway?
Como ha sucedido en ediciones anteriores del premio, HomeAway ha contado con las sugerencias de sus usuarios para seleccionar los destinos que podrán optar a convertirse en una de las 7 Maravillas Rurales de España. De todos los lugares sugeridos, un total de 20 han pasado a la ronda final y por tanto tienen más cerquita hacerse con este reconocimiento. La selección ha estado muy repartida, ya que podrás votar por representantes de todas las Comunidades Autónomas de España.
La zona centro y Andalucía son las regiones que mayor número de candidaturas ostentan, junto a Castilla y León, cuyas provincias de Salamanca y Zamora compiten en 2019 con sendas localidades. Pero, ¿qué pueblos pueden convertirse en las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway? Aquí tienes desglosados por orden alfabético los 20 destinos a los que puedes votar:
- Almodóvar del Río, Córdoba
- Bárcena Mayor, Cantabria
- Betancuria, Fuerteventura
- Briones, La Rioja
- Cantavieja, Teruel
- Casares, Málaga
- Castell de Guadalest, Alicante
- Castellfollit de la Roca, Girona
- Cehegín, Murcia
- Chinchón, Madrid
- Consuegra, Toledo
- Deià, Mallorca
- Estella, Navarra
- Ledesma; Salamanca
- Mundaka, Vizcaya
- Puebla de Sanabria, Zamora
- Tazones, Asturias
- Tui, Pontevedra
- Valverde de los Arroyos, Guadalajara
- Zafra, Badajoz
Lo mejor de esta lista de candidatos es que la gran mayoría de pueblos no los hemos visitado todavía (de hecho sólo hemos estado en tres), así que ya tenemos una buena excusa para conocer alguno de ellos con nuestros hijos y seguir recopilando historias entrañables de pueblos y rincones rurales.
Vota a tu pueblo favorito y gana 500 € de premio para viajar
Ahora que ya sabemos qué lugares han sido designados como los 20 candidatos para ser reconocidos como las 7 Maravillas Rurales de España, tienes la responsabilidad y privilegio de escoger a los ganadores. ¿Tienes claro cuál es tu pueblo favorito? Pues simplemente tienes que seguir los siguientes pasos:
- Lo primero es entrar en la web de las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway haciendo click aquí.
- Una vez en la web del certamen tienes que seleccionar tu pueblo favorito, aunque piénsatelo muy bien ya que sólo se permite un voto por persona.
- Se abrirá una nueva pestaña en la que deberás introducir tu nombre y apellidos, además de tu email de contacto.
- Luego deberás responder en menos de 500 caracteres a la pregunta «¿Por qué crees que este pueblo debería ser una Maravilla Rural?».
- Por último, debes aceptar las bases legales del certamen y darle al botón de enviar.
¿Fácil, verdad? Pero eso no es todo, ya que además de apoyar a tu pueblo favorito a que se convierta en una de las 7 Maravillas Rurales de España, puedes obtener un jugoso premio para viajar con HomeAway. La empresa organizadora del concurso repartirá entre todos los votantes, tres premios valorados en de 500€, 300€ y 200€ respectivamente para disfrutar de una estancia rural. Viajar siempre apetece y si encima es disfrutando de esta pedazo recompensa pues mucho mejor.
Date prisa y vota por tu destino favorito, ya que el plazo finaliza el próximo 17 de octubre a las 10:00 horas. Las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway se conocerán el día 23 de octubre de 2019, aunque si tienes alguna duda puedes consultar aquí las bases legales de este concurso. Suerte a todos los pueblos finalistas y también a los participantes.
¿Qué destino escoges para ser una de las 7 Maravillas Rurales de España de HomeAway 2019? Difícil mojarse, aunque como lo tenemos muy cerquita y lo conocemos apoyamos a Castell de Guadalest. Además, hemos ganado un montón de sugerencias interesantes para alguna escapada rural en familia. Eso sí, sin tener que preocuparnos del tráfico, la polución y los ruidos de la ciudad. Qué gozada poder jugar en la calle sin inquietarse por los coches y respirando aire puro. Cuéntanos a quién has votado en los comentarios.
Este artículo ha sido patrocinado por HomeAway, empresa organizadora de las 7 Maravillas Rurales de España y colaborador de «el Pachinko» desde hace muchos años.
via Pau https://ift.tt/2C1DfWB
miércoles, 25 de septiembre de 2019
domingo, 22 de septiembre de 2019
lunes, 16 de septiembre de 2019
Pachinko. Turismo sostenible, pequeños grandes gestos para ayudar al planeta
Es innegable que el turismo sostenible está cada vez más en boca de todos. Sin embargo, la mayoría de viajeros no es todavía muy consciente de que sus desplazamientos y estancias en diferentes destinos dejan una huella ecológica que a veces es muy difícil de borrar. Cada día aparecen noticias en la prensa sobre iniciativas turísticas enfocadas a reducir residuos, a consumir menos recursos o minar el impacto de las actividades turísticas sobre el medio ambiente.
Una de las que últimamente más ha llamado la atención a nivel mundial es Travalyst, la propuesta liderada por el príncipe Harry de Inglaterra destinada a mejorar la conservación y protección del medio ambiente. Está claro que tener a una celebridad que conciencie sobre el turismo sostenible es importante (como lo hace Leonardo di Caprio desde hace años), aunque todavía queda mucho camino por recorrer y en nuestra opinión deben ser las empresas turísticas y los propios viajeros los que den el paso a través de pequeños grandes gestos para ayudar al planeta.
Turismo sostenible, pequeños grandes gestos para ayudar al planeta
El Duque de Sussex hacía un alegato muy interesante sobre el turismo sostenible afirmando que «viajar tiene el incalculable poder de abrir la mente de las personas a diferentes culturas y nuevas experiencias y permite desarrollar una profunda apreciación de lo que nuestro mundo tiene para ofrecer. A medida que el turismo crece imparable, es de vital importancia acelerar la adopción de prácticas sostenibles en todo el mundo, que además permitan equilibrar este crecimiento con las necesidades del medio ambiente y la población local. Reunir a empresas, consumidores y comunidades es nuestra mejor oportunidad para proteger los destinos turísticos y ecosistemas para las generaciones futuras».
El problema parte muchas veces de que estas afirmaciones se quedan habitualmente en agua de borrajas o simplemente no se predica con el ejemplo. El propio nieto de la reina Isabel II fue muy criticado este mismo verano por viajar a Ibiza y la Costa Azul en jet privado, lo cual contradice los principios que proclama con su nuevo proyecto.
Buenas prácticas para reducir la huella ecológica e incentivar el turismo sostenible
WWF, que es la mayor organización conservacionista independiente en el mundo, define huella ecológica como «la medida del impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza, representada por la superficie necesaria para producir los recursos y absorber los impactos de dicha actividad. Esta superficie suma la tierra productiva (o biocapacidad) necesaria para los cultivos, el pastoreo y el suelo urbanizado, zonas pesqueras y bosques el área de bosque requerida para absorber las emisiones de CO2 de carbono que los océanos no pueden absorber».
Queda mucho camino por recorrer a la hora de reducir la huella ecológica de nuestros viajes, pero con una serie de recomendaciones los viajeros podemos marcar la diferencia:
- Hacer un uso adecuado del agua, reduciendo el consumo innecesario de este bien escaso. Prácticamente en todos los hoteles y alojamientos hacen hincapié en este aspecto. No derrochemos el agua, ni cambiemos las toallas o sábanas cada noche.
- Ahorremos energía, ya sea utilizando aparatos de bajo consumo o apagando luces y aparatos eléctricos que no se estemos usando. Ya hay muchas empresas turísticas que sólo emplean energías renovables o incluso se autoabastecen. ¿Cuántas veces te has ido del hotel y has dejado el aire acondicionado a la calefacción puesta para estar a gustito a la vuelta?
- Conserva o protege los bosques, los animales y las plantas. Hay muchas actividades turísticas que tienen lugar en bosques, déjalos igual o mejor que los encontraste. No sólo se trata de no dejar residuos, sino que puedes ir recogiendo la basura que te encuentres en los senderos para luego separarla y echarla en los contenedores correspondientes. Evitemos que nuestras actividades dañen o interfieran con la naturaleza. Con los animales lo mismo, no permitamos ni participemos en la venta, tráfico, cautiverio ni exhibición de animales y plantas.
- Se activo en la prevención y eliminación de elementos contaminantes. Para eso es fundamental cambiar nuestros hábitos de consumo, por ejemplo, respecto a la utilización de plásticos. 8 millones de toneladas de plástico llegan cada año a los mares y océanos. El 70% queda en el fondo marino, el 15% en la columna de agua y el 15% en la superficie, así que lo que vemos es sólo la punta del iceberg. Otro problema serio son las collillas de los cigarrillos. Se calcula que de los 6 billones de cigarrillos que se fuman en todo el mundo cada año, 4,5 terminan depositados en la naturaleza.
- Respetemos al máximo las áreas protegidas y evitemos prácticas que las pongan en peligro. Si estás visitando un parque natural o un área marina protegida evita salirte de los senderos y rutas marcadas, dejar residuos y realiza actividades sostenibles para que se preserven durante muchos años.
- Siempre que puedas utiliza el transporte público y evita los vehículos más contaminantes. La última corriente es el flyskam, o sentir vergüenza de volar en avión por la contaminación que provoca. Se calcula que cada día hay unos 120.000 vuelos en los que viajan 12 millones de personas en todo el planeta, lo que supone el 8% de las emisiones contaminantes del planeta. Dentro del sector turístico, los vuelos generan el 20% de la contaminación mundial.
Turismo ecológico, pero también responsable con la diversidad de culturas y desarrollo de la economía local
Otro tema fundamental cuando hablamos de turismo sostenible es que los propios viajeros no saben muy bien qué significa. Ya hemos hablado del respeto hacia el medio ambiente (una corriente que está muy en boga en todo el mundo), sin embargo, el concepto de turismo sostenible va mucho más allá.
Además, de luchar por reducir la huella ecológica de nuestras vacaciones, el turismo sostenible implica ser responsable con la diversidad de culturas y sobre todo con el desarrollo de la economía local. Esa frase manida de que «viajar abre la mente de las personas» se tiene que hacer realidad, especialmente cuando visitas lugares con distintas culturas y costumbres. Aquí van algunas recomendaciones al respecto.
- Cuida y respeta los monumentos y edificios históricos. Hay algunos que cada día son visitados por miles de personas, por eso es necesario limitar el acceso diario para ayudar a sus preservación. Hay casos como el de las Cuevas de Altamira en el que visitas una recreación de las mismas para evitar que se pierdan para siempre. Es importante respetar las normas que tiene cada uno de los monumentos. Piensa que no se rigen por caprichos, sino para que las futuras generaciones puedan disfrutar también de estos lugares únicos.
- Tú eres el de fuera, así que respeta la cultura y tradiciones de los sitios a los que viajes. Esto suele ser más sencillo si antes de viajar a un destino te informas sobre las costumbres del lugar que vas a visitar, de este modo, no ofenderás a los locales y, sobre todo, podrás comprenderles mejor e interactuar con ellos. Puede haber muchas expresiones o formas de comportamiento socialmente aceptados por nosotros que sean ofensivos o irrespetuosos con los locales. Trata de evitarlo en la medida de lo posible, pues tú eres el que se tiene que adaptar.
- No vale todo por una foto, no trates a los locales como si fueran un espectáculo o un número de circo. Antes de hacerles una foto pídeles permiso. No te dejes llevar por lo que hacen otros turistas, si no que interactua con la gente local para comprender su cultura y tradiciones.
- Paga un precio justo y no abusivo por tus compras. En muchas culturas está extendida la cultura del regateo. Hazlo siempre con una sonrisa en la boca y teniendo en mente el precio máximo que quieres pagar por un producto. Tampoco te pases regateando al céntimo, piensa que lo que para ti puede ser muy poco, para el vendedor es una cantidad importante.
- Compra productos locales y sé responsable. Se aprende mucho de la cultura de un país en los mercados y tiendas locales. Como ya hemos dicho con el regateo, sé respetuoso y empático con los comerciantes, seguro que te llevas muchas sorpresas agradables. Siempre que sea posible compra en este tipo de establecimientos o come en restaurantes locales, eso siempre ayuda a que la economía del destino repercuta en su propia gente. Si además, adquieres tus souvenirs en tiendas donde los productos no hayan sido producidos con explotación laboral mucho mejor.
Turismo responsable, el caso de Accor
Como hemos dicho antes, son las empresas turísticas y los propios viajeros los que deben dar el paso a través de pequeños grandes gestos para ayudar al planeta. Lógicamente, ese gesto tiene mucha más repercusión si es una empresa multinacional la que lo lleva a cabo. Por eso, nos gustaría destacar el caso de la cadena Accor Hotels que ya llevan 25 años trabajando en políticas de turismo responsable y han sido pioneros en medir su huella medioambiental.
Accor lleva mucho tiempo poniendo en práctica esa filosofía de que los pequeños grandes cambios pueden marcar la diferencia en materia ambiental y lo han llevado a cabo progresivamente en sus más de 4.600 hoteles repartidos en 100 países. De hecho, su lema afirma que «cada hotel es un planeta en si mismo» y para predicar con el ejemplo han creado un programa al que han llamado Planet21 con el que intentan concienciar a sus empleados y clientes. Vais a ver que muchas de las acciones de este plan ya las hemos mencionado más arriba en las buenas prácticas sobre turismo sostenible, así que vamos a repasar las más interesantes:
- El ahorro de energía, lavandería o agua al no cambiar la toalla cada día va destinado a la reforestación para reducir su huella ecológica. Desde que han implantado este programa se han plantado 7 millones de árboles en 28 países, logrando repoblar zonas completas. En España, en concreto, se han repoblado zonas con más de 12.000 ejemplares en Villacañas (Toledo) y en Valencia.
- Ante el desperdicio de alimentos de los clientes en buffets se han desarrollado planes de cálculo, reutilización, donación, productos de proximidad y otras medidas. Hay que tener en cuenta que cada año aproximadamente se desperdicia un 1/3 de toda la comida producida en el mundo, lo que se traduce en 3.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero.
- En los Accor Hotels se han creado cerca de 500 huertos urbanos en toda Europa, de los cuales 43 están funcionando en España.
- ¡Guerra al plástico! Fuera pajitas, cucharillas de plásticos, bastoncillos sólo a demanda o de cartón, bambú o cristal, desaparición de botes de gel por dispensadores… ya hemos visto que 8 millones de toneladas de plástico llegan cada año a los mares y océanos así que este tema es cosa de todos.
- Inversión en proyectos solidarios de colaboración con ONG o asociaciones locales bajo la fundación Accor Solidarity.
- Colocación de cargadores para coches eléctricos en algunos de sus establecimientos.
- Eventos para concienciar a sus empleados y clientes sobre el turismo sostenible. Cursos, eventos, juegos o talleres para que, por ejemplo, los niños tengan conciencia del despilfarro de alimentos, talleres de cocina con productos de proximidad, invitar a los clientes a visitar las cocinas para que vean como funciona todo lo que normalmente no se ve. Otro ejemplo es la APP “too good to go”, de descarga gratuita y que permite a distintos establecimientos restaurantes, hoteles, supermercados, tiendas de comida preparada vender el exceso de comida que les sobra al final del día. Accor Hotels también se han sumado a esta iniciativa.
Como ves falta mucho por hacer y todos hemos cometido errores en materia de turismo sostenible (nosotros los primeros). Toca ponerse la pilas y empezar a cambiar nuestros hábitos con esos pequeños grandes gestos para ayudar al planeta. ¿Vas a quedarte de brazos cruzados?
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miércoles, 11 de septiembre de 2019
Apuntes. Visitar Micenas (Grecia)
Durante nuestra ruta por Grecia tuvimos ocasión de admirar lugares tan especiales como las ruinas de Micenas, ubicadas a 130 km de Atenas. Este yacimiento arqueológico, junto con el de Tirinto, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999 y hoy es uno de los lugares más turísticos de Grecia. En este post os contamos todo ...
La entrada Visitar Micenas (Grecia) se publicó primero en Los apuntes del viajero.
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martes, 10 de septiembre de 2019
Periodismo viajero. VIETNAM: MÁS ALLÁ DE LA BAHIA DE HALONG
A pocos kilómetros de Halong se encuentra Tam Coc, lo que algunos han llamado “Halong en tierra” porque, en efecto, el paisaje es muy similar, con los enormes peñascos forrados de vegetación, los paredes verticales y las formas deslumbrantes, pero sustituyendo las turquesas aguas del golfo de Tonkín por extensos arrozales en todas las gamas de verde y amarillo, solo interrumpidos por el tranquilo cauce del río Ngo Dong y las cientos de pequeñas barcas conducidas por remeros –y sobre todo remeras– que las surcan tranquilamente.
Por Enrique Sancho
Del mar a los arrozales con un paisaje casi idéntico
No hay que alejarse mucho del golfo y sus pedruscos protagonistas para encontrar un paisaje casi idéntico, en el que el mar ha sido sustituido por extensos arrozales cruzados por un sinuoso río. Se trata de Tam Coc, un precioso paraje natural en la provincia de Ninh Binh que muchos definen como la Bahía de Halong en tierra y también reconocido como Patrimonio de la Humanidad.
Otros lo han denominado “el sueño hecho realidad”. Las formaciones rocosas, las cuevas, el agua y el paisaje son el decorado adecuado a los inmensos arrozales que cuando están en su máximo esplendor, tienen un color verde brillante con tonos amarillos, que terminan en el comienzo de los acantilados de las formaciones rocosas. El paraje natural de Tam Coc se recorre en pequeñas barcas de remos para dos o tres pasajeros que surcan el río Ngo Dong, manejadas diestramente en su mayoría por mujeres que hacen una jornada de ocho o diez horas, en sucesivos viajes de un par de horas cada uno y cobran el equivalente a unos pocos dólares. Curiosamente, reman con los pies. Como hacen ellas, es aconsejable utilizar el típico gorrito vietnamita de caña y bambú, el Nón Lá, para protegerse del sol.
Durante el recorrido en sampan por este parque natural se contemplan formaciones rocosas similares en forma y tamaño a las de la bahía, se atraviesan cuevas estrechas en las que es necesario bajar la cabeza y que dan nombre al lugar: Tam Coc significa tres cuevas y durante el recorrido se atraviesan sin tener que bajar del bote y se visitan pagodas y restos de monumentos y edificaciones de tiempos del Vietnam de leyenda.
La principal diferencia de este recorrido con los que se hacen en la bahía de Halong es la sensación de intimidad, porque aunque haya decenas de barcas que siguen el mismo curso, uno siente la soledad, se percibe claramente el suave batir de los remos, el chapoteo del agua, el arrullo del viento… Todo parece que está ahí para que uno los disfrute, cada peñasco, cada extensión de arrozales, cada pájaro que nos sobrevuela, cada aleteo de los patos, cada Martín pescador que salta al paso de la barca. El placentero viaje solo se ve interrumpido, a veces, por algún vendedor ambulante que propone una fresca bebida… para el remero, aunque la paga el pasajero. Casi nunca la consumen y con frecuencia te la ofrecen a mitad de precio cuando avanza el recorrido.
Afortunadamente no hay que elegir, Halong o Tam Coc, porque ambos se complementan, están a apenas unos kilómetros entre ellos y hay muy buenas combinaciones y paquetes organizados que incluyen ambas maravillas. Acudiendo a un experto, como Asiática Travel, puede organizarse una visita que se puede completar con otros atractivos cercanos
Mucho más que ver
Porque, en efecto, hay mucho más que ver en las proximidades. La provincia de Ninh Binh se ha convertido en un destino único y en un bonito ejemplo de una perfecta convergencia entre los valores históricos y el paisaje que regala la naturaleza. Una de las paradas más significativas en Ninh Binh es Hoa Lu, la capital de Vietnam desde 968 hasta 1.010. Aunque la entrada de la ciudadela es totalmente nueva, tanto el puente que cruza el río Ye Ngua, como el arco que te da la bienvenida conservan el aspecto original. El templo Dinh Tien Hoàng es uno de los pocos que queda en condiciones de la ciudadela. Este templo fue construido por los residentes locales cerca del centro de la antigua capital con el fin de honrar a Dinh Bo Linh, el primer emperador de Vietnam, y se encuentra en los terrenos del antiguo palacio principal de la ciudadela real.
Ninh Binh cuenta con el Parque Nacional de Cuc Phuong, el más grande y el primero de la historia de Vietnam. Es uno de los sitios más importantes para la biodiversidad del país. Es el hogar de cientos de especies de flora y fauna. Los animales del parque llegan a las 97 especies de mamíferos, los más extraordinarios son los langures en peligro de extinción; 300 especies de aves; 36 especies de reptiles; 17 especies de anfibios; 11 especies de peces y además más de 2.000 especies de plantas y miles de especies de insectos, la mayoría de los cuales no muerden, afortunadamente.
Allí se encuentra Mua Cave, por ejemplo, una de las numerosas cuevas de la zona, tal vez la más popular y aunque para acceder a ella hay que superar 500 peldaños, la vista desde arriba compensa el esfuerzo, ya que se contempla el paisaje de Tam Coc y los inmensos arrozales, las montañas kársticas y el río Ngo Dong. No es extraño que en 1428 dos monjes decidieran levantar la pagoda en este lugar, hechizados por las vistas del rio y las montañas, incluso el Rey Le Canh escribió un poema en honor a este precioso lugar.
No muy lejos está la pagoda de Chua Bai Dinh, que ostenta varios récords: es la pagoda más grande de Vietnam con una extensión de 700 hectáreas, en su interior se encuentra una de las estatuas de Buda de bronce más grandes de Asia, de 100 toneladas de peso, tiene la campana más grande de Vietnam de 36 toneladas y posee la colección más grande del mundo de estatuas Arhat con unas 500, dedicadas a aquellos que han logrado el entendimiento profundo sobre la verdadera naturaleza de la existencia, que han alcanzado el Nirvana y en consecuencia, no volverán a nacer de nuevo.
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Periodismo viajero. VIETNAM: TAC COC, MÁS ALLÁ DE HALONG BAY…
Por Enrique Sancho
A pocos kilómetros de Halong se encuentra Tam Coc, lo que algunos han llamado Halong en tierra porque, en efecto, el paisaje es muy similar, con los enormes peñascos forrados de vegetación, las paredes verticales y las formas deslumbrantes, pero sustituyendo las turquesas aguas del golfo de Tonkín por extensos arrozales en todas las gamas de verde y amarillo, solo interrumpidos por el tranquilo cauce del río Ngo Dong y las cientos de pequeñas barcas conducidas por remeros y sobre todo remeras que las surcan tranquilamente.
Del mar a los arrozales con un paisaje casi idéntico
No hay que alejarse mucho del golfo y sus pedruscos protagonistas para encontrar un paisaje casi idéntico a Halong Bay, en el que el mar ha sido sustituido por extensos arrozales cruzados por un sinuoso río. Se trata de Tam Coc, un precioso paraje natural en la provincia de Ninh Binh que muchos definen como la Bahía de Halong en tierra y también reconocido como Patrimonio de la Humanidad.
Otros lo han denominado el sueño hecho realidad. Las formaciones rocosas, las cuevas, el agua y el paisaje son el decorado adecuado a los inmensos arrozales que cuando están en su máximo esplendor, tienen un color verde brillante con tonos amarillos, que terminan en el comienzo de los acantilados de las formaciones rocosas. El paraje natural de Tam Coc se recorre en pequeñas barcas de remos para dos o tres pasajeros que surcan el río Ngo Dong, manejadas diestramente en su mayoría por mujeres que hacen una jornada de ocho o diez horas, en sucesivos viajes de un par de horas cada uno y cobran el equivalente a unos pocos dólares. Como hacen ellas, es aconsejable utilizar el típico gorrito vietnamita de caña y bambú, el Nón Lá, para protegerse del sol.
Durante el recorrido por este parque natural se contemplan formaciones rocosas similares en forma y tamaño a las de la bahía, se atraviesan cuevas estrechas en las que es necesario bajar la cabeza y que dan nombre al lugar: Tam Coc significa tres cuevas y durante el recorrido se atraviesan sin tener que bajar del bote y se visitan pagodas y restos de monumentos y edificaciones de tiempos del Vietnam de leyenda.
La principal diferencia de este recorrido con los que se hacen en la bahía de Halong es la sensación de intimidad, porque aunque haya decenas de barcas que siguen el mismo curso, uno siente la soledad, se percibe claramente el suave batir de los remos, el chapoteo del agua, el arrullo del viento… Todo parece que está ahí para que uno los disfrute, cada peñasco, cada extensión de arrozales, cada pájaro que nos sobrevuela, cada aleteo de los patos, cada Martín pescador que salta al paso de la barca. El placentero viaje solo se ve interrumpido, a veces, por algún vendedor ambulante que propone una fresca bebida… para el remero, aunque la paga el pasajero. Casi nunca la consumen y con frecuencia te la ofrecen a mitad de precio cuando avanza el recorrido.
Afortunadamente no hay que elegir, Halong o Tam Coc, porque ambos se complementan, están a apenas unos kilómetros entre ellos y hay muy buenas combinaciones y paquetes organizados que incluyen ambas maravillas. Acudiendo a un experto, como Asiática Travel, puede organizarse una visita que se puede completar con otros atractivos cercanos.
Mucho más que ver
Porque, en efecto, hay mucho más que ver en las proximidades. La provincia de Ninh Binh se ha convertido en un destino único y en un bonito ejemplo de una perfecta convergencia entre los valores históricos y el paisaje que regala la naturaleza. Una de las paradas más significativas en Ninh Binh es Hoa Lu, la capital de Vietnam desde 968 hasta 1.010. Aunque la entrada de la ciudadela es totalmente nueva, tanto el puente que cruza el río Ye Ngua, como el arco que te da la bienvenida conservan el aspecto original. El templo Dinh Tien Hoàng es uno de los pocos que queda en condiciones de la ciudadela. Este templo fue construido por los residentes locales cerca del centro de la antigua capital con el fin de honrar a Dinh Bo Linh, el primer emperador de Vietnam, y se encuentra en los terrenos del antiguo palacio principal de la ciudadela real.
Ninh Binh cuenta con el Parque Nacional de Cuc Phuong, el más grande y el primero de la historia de Vietnam. Es uno de los sitios más importantes para la biodiversidad del país. Es el hogar de cientos de especies de flora y fauna. Los animales del parque llegan a las 97 especies de mamíferos, los más extraordinarios son los langures en peligro de extinción; 300 especies de aves; 36 especies de reptiles; 17 especies de anfibios; 11 especies de peces y además más de 2.000 especies de plantas y miles de especies de insectos, la mayoría de los cuales no muerden, afortunadamente.
Allí se encuentra Mua Cave, por ejemplo, una de las numerosas cuevas de la zona, tal vez la más popular y aunque para acceder a ella hay que superar 500 peldaños, la vista desde arriba compensa el esfuerzo, ya que se contempla el paisaje de Tam Coc y los inmensos arrozales, las montañas kársticas y el río Ngo Dong. No es extraño que en 1428 dos monjes decidieran levantar la pagoda en este lugar, hechizados por las vistas del rio y las montañas, incluso el Rey Le Canh escribió un poema en honor a este precioso lugar.
No muy lejos está la pagoda de Chua Bai Dinh, que ostenta varios récords: es la pagoda más grande de Vietnam con una extensión de 700 hectáreas, en su interior se encuentra una de las estatuas de Buda de bronce más grandes de Asia, de 100 toneladas de peso, tiene la campana más grande de Vietnam de 36 toneladas y posee la colección más grande del mundo de estatuas Arhat con unas 500, dedicadas a aquellos que han logrado el entendimiento profundo sobre la verdadera naturaleza de la existencia, que han alcanzado el Nirvana y en consecuencia, no volverán a nacer de nuevo.
Este reportaje está centrado en una pequeña zona de Vietnam, tal vez la más espectacular, pero es solo una parte de un país lleno de sorpresas. Para viajar a Vietnam lo mejor es confiar en un especialista como Asiática Travel, http://www.asiatica-travel.es/ una agencia de viajes local en Vietnam, con 18 años de experiencia, que se ocupa de organizar viajes personalizados y privados para los viajeros hispanohablantes y les acompañan en su descubrimiento de Vietnam, Laos y Camboya. Con ellos se puede organizar el viaje a medida sin encarecer los precios.
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jueves, 5 de septiembre de 2019
Viajes. La primera vuelta al mundo
(Artículo publicado en el número de septiembre de 2019 de la edición impresa de National Geographic España)
En el verano de 1519, hace ahora 500 años, partía de Sevilla una flota al mando de Fernando de Magallanes, veterano navegante portugués que le había vendido al rey de España su idea de llegar a las islas de las Especias por el oeste. Ni él, ni el joven soberano que confió en su intuición ni Juan Sebastián Elcano, el experimentado marino vasco que acababa de enrolarse como maestre en una de las naos, podían imaginar que aquella expedición acabaría por circunnavegar por primera vez el planeta, haciendo historia.
El hambre y la fatiga para todos, la muerte para muchos y la gloria para unos pocos elegidos fue el balance de la gesta que conectó el mundo entero por primera vez. La historia de quienes vivieron para contarlo y de quienes murieron en el intento ha llegado hasta nosotros a través de varios de los hombres que la protagonizaron, especialmente el piloto griego Francisco Albo, el marinero español Ginés de Mafra y el cronista italiano Antonio de Pigafetta. Solo la de este último, «un incondicional de Magallanes», apunta Lola Higueras, historiadora naval y exdirectora del Museo Naval de Madrid, se publicaría íntegramente tras el regreso de la expedición. Sería la visión de este hombre con alma de reportero la que condicionaría en gran manera la narrativa actual sobre una expedición que dio la vuelta al globo sin haberlo pretendido.
El origen de una gesta histórica
Pero tratemos de entender cómo pudo llevarse a cabo una hazaña de tales características sin proponérselo. Desde mediados del siglo XV Europa hervía en la búsqueda de nuevos mundos, nuevos puertos y nuevas rutas comerciales. La toma de Constantinopla en el año 1453 por parte del sultán Mehmed I había supuesto el inicio de una nueva era. Y no solo para el Imperio otomano, sino, paradójicamente, para la expansión de un continente que, con la ruta terrestre hacia las especias en manos del Turco, no tenía más salida que echarse a la mar y enfrentarse a los monstruos que poblaban sus mapas. A finales de siglo, cuando el descubrimiento de América demostró que aún quedaban tierras por explorar, la mayoría ilustrada intuía ya que el mundo no acababa en un salto abrupto al vacío y que la esfericidad de la Tierra era algo más que una hipótesis. La expedición que en 1519 partiría desde Sevilla estaba, sin saberlo, a punto de constatarlo.
Desde mediados del siglo XV Europa hervía en la búsqueda de nuevos mundos, nuevos puertos y nuevas rutas comerciales. La expedición que en 1519 partiría desde Sevilla estaba, sin saberlo, a punto de constatarlo.
Fueron varios los factores que coincidieron para que se dieran las circunstancias y el momento idóneos: los avances tecnológicos en el diseño de las naves, los instrumentos de navegación y la cartografía, el desarrollo de un pensamiento más global con la irrupción del Renacimiento y, por supuesto, un incentivo potente: la búsqueda de las riquezas que aguardaban allende los mares.
Un mundo todavía desconocido
Fernando de Magallanes reunía los conocimientos, la experiencia y la motivación obtenidos durante sus expediciones al servicio del rey de Portugal. El Tratado de Tordesillas había dividido en 1494 un mundo no del todo conocido entre los dos vecinos peninsulares. El reino luso ya había fundado colonias en África, al más puro estilo fenicio, costeando el continente por el cabo de Buena Esperanza, y había remontado la costa oriental africana hasta llegar a la India y alcanzar, en lo que hoy es Indonesia, las míticas islas de las Especias, las únicas del mundo productoras de clavo, canela o nuez moscada, mercancías que en Europa tenían una altísima demanda. Magallanes, que ya había navegado la zona y vislumbrado sus posibilidades, trató de venderle al rey de Portugal la posibilidad de fletar una expedición para alcanzar las islas por un camino más corto, el de occidente.
¿Una idea innovadora?
La idea no era nueva, como apunta el historiador José Luis Comellas. Colón ya la había esgrimido ante los Reyes Católicos 30 años antes, con unos resultados conocidos por todos. Es probable que ambos marinos bebieran de las mismas fuentes: el mapa, hoy perdido, de Toscanelli, que «demostraba» que la distancia por el oeste era sensiblemente inferior a la de la «ruta portuguesa». El monarca Manuel I de Portugal rechazó la propuesta de Magallanes, quizá porque no necesitara una ruta alternativa o quizás asesorado por su Junta de Matemáticos, que de un modo intuitivo halló disonancias en las distancias establecidas por Toscanelli. Las había, efectivamente: basándose en los cálculos de Ptolomeo, Toscanelli pensaba que la Tierra era una cuarta parte más pequeña de lo que en realidad es y estimaba su circunferencia en 29.000 kilómetros en lugar de los 40.000 que ahora sabemos que mide. Un error de cálculo.
Rechazado por el rey portugués, Magallanes arribó a España acompañado de Rui de Faleiro, un prestigioso cosmógrafo que afirmaba ser capaz de calcular la longitud geográfica, la codiciada variable que faltaba a la hora de realizar las mediciones en el mar. Ambos diseñaron una propuesta, contactaron con importantes valedores como Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación; Diego Barbosa, alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla, y el comerciante burgalés Cristóbal de Haro, representante de los banqueros centroeuropeos Fugger. Consiguieron así que Carlos I, el jovencísimo soberano español, los escuchara.
Aseguraban conocer un «paso» a través de las Américas para bordear el nuevo continente y llegar a ese mar del Sur que Vasco Núñez de Balboa había avistado ya cinco años antes. Y eso no era todo: podían demostrar que las Molucas se ubicaban en la parte española del Tratado de Tordesillas. Una afirmación arriesgada sin conocer el tamaño del mundo, pero tan atractiva –y lucrativa, en el caso de ser cierta– que el monarca español no necesitó mucho más para ponerlos al mando de una flota.
En marzo de 1518 se firmaban en Valladolid las capitulaciones entre el rey español y el navegante portugués. En ellas quedaban fijados los objetivos (la búsqueda de un paso por el sur de las Indias que condujera a las islas del Maluco y la constatación de que se hallaban en zona española), las obligaciones (no entrar en conflicto con tribus locales, no penetrar en la demarcación portuguesa e informar puntualmente de la derrota al resto de los capitanes) y las recompensas (el ingreso en la Orden de Santiago, una participación en los beneficios y un sistema de señorío en función de las nuevas tierras descubiertas).
La expedición, con un coste de ocho millones de maravedíes (lo que hoy serían 1,5 millones de euros), fue financiada por la Corona de Castilla, los Haro y los Fugger. Pese a los rumores de que el rey de Portugal intentaría por todos los medios sabotear la expedición, mientras las naves se aprovisionaban en Sevilla el sueño de Magallanes parecía a punto de materializarse. Solo hubo un cambio en la propuesta inicial: Rui de Faleiro se quedaba en tierra.
Financiada por la Corona de Castilla, los Haro y los Fugger, la expedición tuvo un coste de unos 8 millones de maravedíes, lo que sería unos 1,5 millones de euros en la actualidad
«Se argumentaron problemas de salud, pero yo creo que la asunción del mando de la empresa por Magallanes le hizo dar una prudente marcha atrás», opina el historiador Xabier Alberdi, director del Museo Marítimo Vasco. Otros, como Luis Mollá, capitán de navío de la Armada española y autor de la epopeya ficcionada La flota de las especias, creen que Faleiro fue una pieza sacrificada por la Casa de Contratación, al frente de la cual el obispo Rodríguez de Fonseca hizo, en el último momento, una criba de portugueses. Juan de Cartagena –su sobrino o hijo natural, depende de las fuentes– pasó a ocupar el lugar del cosmógrafo como persona conjunta a Magallanes, a cargo de la nao San Antonio. «Fonseca estableció una bicefalia en la expedición –dice Luis Mollá–. Y una bicefalia en el mar nunca funciona».
250 hombres, 5 naves y una gran aventura por delante
El 20 de septiembre de 1519, 40 días después de haber zarpado de Sevilla, las naves iniciaron su travesía oceánica desde Sanlúcar de Barrameda con víveres para dos años. Nadie imaginaba que la expedición se prolongaría por más tiempo. A partir de este momento, al margen de coronas, reyes o nacionalidades, solo habría hombres, unos 250 a bordo de cinco naves. Como tales, sus comportamientos, aciertos y errores obedecerían sencillamente a emociones humanas.
Cartagena y Magallanes chocaron desde el primer momento. El navegante se negó a considerar un igual a la persona impuesta por el rey, mientras el capitán de la San Antonio, consciente de su cargo, se sintió ninguneado. Según algunos autores, en la primera escala en Tenerife Magallanes recibió avisos acerca del descontento del resto de los mandos, que podrían querer volverse contra él, y de las maniobras que Portugal estaba llevando a cabo para sabotear la expedición. Podemos imaginar la desazón del navegante: perseguido por sus compatriotas, para quienes era un traidor, o vigilado por los mandos españoles, para quienes podía ser un espía de los portugueses, Magallanes, en contra de las capitulaciones firmadas con el rey, se negó a dar informaciones ni compartir derrotas, lo que agudizó las malas relaciones entre él y Juan de Cartagena. Este lo increpó, pidiéndole explicaciones, y Magallanes aprovechó el enfrentamiento para prenderlo y relevarlo en el gobierno de la nave. Una maniobra cuestionada históricamente que, quizá pretendiendo evitar un motín, terminó por provocarlo.
Durante la segunda y larga escala de la expedición, en la bahía de Santa Lucía, cerca del actual Río de Janeiro, los ánimos de la tripulación se calmaron por un tiempo, pero el malestar se reanudó cuando casi un mes después se hicieron de nuevo a la mar. Durante semanas Magallanes exploró la desembocadura de cada río, lo que llevó a su tripulación a pensar que en realidad el capitán general desconocía el lugar que supuestamente comunicaba ambos mares y que navegaban erráticamente. Algo de eso debió de haber, porque nadie había llegado más al sur del río de la Plata. Todos los mapas acababan ahí. En previsión de que se echara encima el invierno, el 30 de marzo Magallanes ordenó fondear en la bahía de San Julián, en la actual Patagonia argentina, y proceder al racionamiento de víveres; los barcos no se moverían hasta que llegara el buen tiempo. Y, como apunta Comellas, «no hay nada peor para un marino que estar parado y consumiendo víveres». El descontento, generalizado e imparable, tenía todos los ingredientes de un motín.
Un motín se castiga con la muerte
Y el motín se produjo. La noche del 1 de abril de 1520, los capitanes de otras dos naves, Quesada y Mendoza, liberaron a Juan de Cartagena con la intención de hacer un frente común que obligara a Magallanes a cumplir sus requerimientos. El levantamiento fue repelido y el marino portugués ordenó inmediatamente la pena capital para los implicados. «En el mar un motín se castiga con la muerte –afirma Mollá–, pero habría que cuestionar si a aquello se le puede llamar motín, o al menos si Magallanes tenía autoridad para prender a Cartagena, su igual».
Algunos historiadores piensan que Magallanes actuó con un exceso de autoridad, lo que condicionó a posteriori la propia marcha de la expedición
Lola Higueras es más contundente al afirmar que Magallanes actuó con un exceso de autoridad y que eso terminaría condicionando su relación con la tripulación y, por tanto, la propia marcha de la expedición. «Mandó descuartizar los cadáveres de Quesada y Mendoza y abandonó a Cartagena –el hombre puesto por el rey y el obispo– y a Sánchez Reina –un clérigo que se opuso a él– en una isla desierta. No se atrevió a ejecutarlos por sí mismo y los dejó al juicio de Dios».
En el último momento, el ya indiscutible capitán general se permitió condonar la ejecución del resto de los 40 hombres implicados, entre quienes se hallaba Juan Sebastián Elcano, maestre de la nao Concepción. «No se trató de generosidad –prosigue Higueras–. Es que no podía permitirse prescindir de toda una tripulación».
La invernada, con un breve intento de avance en el cual se perdió la nave Santiago, aunque no sus tripulantes, que hubieron de repartirse en las otras cuatro naves, se prolongó unos siete meses. Durante esa espera el frío, el desánimo, la inactividad y el peso de los compañeros muertos o abandonados a su suerte fueron pasando factura. Varados en lo que denominaron Puerto de Santa Cruz, ninguno de ellos tenía manera de saber que el ansiado paso les esperaba a solo unos días de distancia. Cuando por fin, tras zarpar de nuevo, descubrieron en el laberinto de canales y bahías que se abrían hacia el oeste que el agua seguía siendo salada, Magallanes optó por primera vez por someter a juicio del resto de los mandos la decisión que había que tomar. Allí podría estar el tan deseado paso. ¿Qué debían hacer, atravesarlo en busca de las Molucas o regresar a España para contarlo?
Volver o continuar adelante
«Esteban Gómez, el piloto de la San Antonio, defendió la segunda opción –explica Higueras–. Viajaba en la nave despensa. Sabía mejor que nadie que solo les quedaban alimentos para tres meses y aconsejó volver, reaprovisionarse y partir de nuevo. Pero como la suya fue la única objeción, Magallanes no atendió su propuesta». Esteban Gómez aprovechará un momento en que las naves se separan para derrocar al capitán de la San Antonio, Álvaro de Mesquita (primo de Magallanes), dar media vuelta y volver a España. «Tiene claro lo que quiere –añade Higueras–, y es contarle todo al rey. Vuelve a por Cartagena y Sánchez Reina, por humanidad o por la validez de su testimonio, pero ni siquiera encuentra sus restos».
Xabier Alberdi argumenta al hilo de la deserción del también portugués Esteban Gómez que el proverbial enfrentamiento entre oficiales no tuvo que ver con rencillas hispanoportuguesas, sino con desacuerdos entre personas. «Siempre estuvo celoso de Magallanes, pues él también había propuesto su propia expedición al rey de España», dice. Paradójicamente terminaría por llevarla a cabo. «Ante el rey afirmará que se ha perdido del resto de las naves, a las que sin duda la “locura” de Magallanes ha empujado a la muerte», reseña Luis Mollá. El rey terminará por crear en 1525 una filial de la Casa de Contratación en La Coruña para buscar otro paso, el del Noroeste, y al mando de esa expedición enviará al piloto portugués. ¿Lo consiguió? Obviamente, no, pero avistó otros lugares nuevos. De hecho, en los mapas de mediados del siglo XVI gran parte de los actuales Estados Unidos llevan su nombre: Tierra de Esteban Gómez.
Pero esta es otra historia, una historia que Magallanes jamás llegará a conocer. Consciente de que la San Antonio había desertado, el portugués no tenía muchas más opciones: solo podía huir hacia delante, llegar hasta las Molucas y culminar la misión encomendada por el rey. «Solo así podrá contrarrestar las críticas que sabe que Esteban Gómez está vertiendo sobre él», dice Mollá. A finales de noviembre se atravesó por vez primera el paso que hoy conocemos como estrecho de Magallanes. Pigafetta da cuenta de nebulosas identificadas en el cielo que bautizaron con el nombre del navegante y de la estrella que se denominaría Cruz del Sur. En tierra, las lejanas hogueras avistadas dieron nombre al mundo que dejaban atrás: Tierra del Fuego. Felices al encontrarse por fin en un océano engañosamente pacífico, pusieron rumbo a la línea del ecuador y a las ansiadas islas. Ni siquiera se pararon a aprovisionarse. No tenían modo de saber que estaban ante el mar más grande que se había navegado nunca. Tampoco que, desde allí, estaban a la misma distancia de las Molucas que del continente europeo.
En tierra, las lejanas hogueras avistadas dieron nombre al mundo que dejaban atrás: Tierra del Fuego. Felices al encontrarse por fin en un océano engañosamente pacífico, pusieron rumbo a la línea del ecuador y a las ansiadas islas.
¿Hubiera actuado de otra forma Magallanes de saber el vastísimo océano que les aguardaba? Es difícil de evaluar. Durante tres meses de desesperación navegaron rumbo noroeste, en busca del ecuador y las Molucas, sin tierra a la vista, víctimas del calor, la quietud, el hambre, la sed y el escorbuto, pasando junto a islas que jamás llegaron a ver. Había muerto una veintena de hombres y habían recorrido más de 13.000 millas cuando lograron aprovisionarse de fruta fresca en la actual isla de Guam, en las Marianas. Para cuando las tres naos restantes alcanzaron las islas de San Lázaro, hoy Filipinas, era evidente que las Molucas, en la línea del ecuador, habían quedado bastante más al sur.
«Sus hombres empezaron a sospechar que se había perdido –señala Mollá–, pero eso era imposible». Juan Sebastián Elcano señalaría más tarde que el capitán general «nunca tuvo intención de alcanzar esa derrota». Los historiadores opinan que, efectivamente, Magallanes ya no tenía tanta prisa por llegar a la especiería. «No olvidemos que obtendría el señorío de al menos dos de las islas que encontrara –recuerda Higueras–. Es posible que los nuevos territorios que fue encontrando lo desviaran de su misión». Para Mollá, no es la ambición lo que guía al navegante portugués: «Ya ha conseguido el paso que buscaba, ahora quiere algo más que las especias. Necesita establecer nuevas alianzas y hacer méritos ante el rey».
Pagar un precio muy alto
Esas alianzas le costaron muy caras. Humabón, el cacique de Cebú, le sugirió reducir a un jefe rival, Lapu Lapu, de forma que él terminara gobernando sobre todas las islas, que por supuesto pondría al servicio del lejano rey de España. Magallanes debió de considerar que la pequeña escaramuza valía la pena, aceptó la propuesta y se dirigió a Mactán con 49 de sus hombres. Todos subestimaron a Lapu Lapu, quien esperó con 1.500 guerreros agazapados en la playa a que los españoles, con el agua por los muslos y las pesadas armaduras, llegaran hasta la orilla dispuestos a entablar una batalla desigual. En contra de lo que Magallanes pensaba, la victoria no la obtendrá la artillería, sino el mayor número de combatientes. Mollá atribuye el resultado a la capacidad estratégica de Lapu Lapu. Higueras, a la prepotencia de Magallanes, de quien afirma que «fue incapaz de valorar el riesgo».
Un afectadísimo Pigafetta narró la muerte de Magallanes como la del héroe que siempre vio en él, acribillado por los nativos, mientras defendía la retirada de los suyos. «Acabaron con él, con nuestro espejo, nuestra luz, nuestro consuelo, nuestro guía verdadero», entonó el italiano. El capitán de la expedición ni siquiera había arribado a las ansiadas Molucas, que le aguardaban unas 1.500 millas más al sur. Aquel 27 de abril de 1521, la tripulación de las tres únicas naos que quedaban, acababa de perder a su guía.
La segunda parte del reportaje aparecerá en el número de octubre de National Geographic España que estará a la venta a partir del 24 de septiembre.
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