Bruselas, capital de Bélgica y de la Unión Europea, es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. Cualquiera que la haya visitado sabe que, en un simple trayecto de metro, es posible distinguir decenas de idiomas. Eso mismo sucede en la Grand Place o Grote Markt que, cuajada de edificios góticos, renacentistas y barrocos, está rodeada por calles en las que abundan las tiendas de chocolate y cerveza belgas. Cerca se encuentra el Manneken Pis, la fuente del niño más famoso del país, las distinguidas Galerías de Saint Hubert y los Halles de Saint Géry, un mercado reconvertido en punto de información y bar musical. A la hora del almuerzo, la plaza de Sainte Catherine es ideal para degustar docenas de variantes del plato estrella de la cocina belga: los mejillones con patatas fritas. Y después, dar una vuelta por la Place du Jeu de Balle, con su rastro de cosas viejas, antigüedades y artesanías.
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