Una escapada en invierno a la isla de hielo y fuego es una ocasión idónea para admirar las auroras boreales que en las noches despejadas salen a bailar por el cielo. La península de Snæfellsnes, en el oeste islandés, está considerada un lugar excelente para mirar las luces polares. La oferta de actividades en la zona incluye la visita al pueblo de Hellissandur y su museo sobre los marineros locales, una ruta por el Parque Nacional Snaefellsjökul hasta el glaciar del volcán Snaefells, y también propuestas vinculadas a las auroras: desde seguir su reflejo en el agua mientras se navega en bote por un lago –en la imagen, el monte Kirkjufell–, a relajarse mirando el cielo desde un típico hot pot, los jacuzzi de agua caliente y al aire libre que hay en muchas cabañas-hotel.
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