lunes, 22 de septiembre de 2025

Viajes. Estos son los países que reconocen al Estado de Palestina

Por si todavía había dudas sobre qué término emplear para describir la situación en la Franja de Gaza, un nuevo informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Territorio Palestino Ocupado ha sido contundente*: Israel está cometiendo un genocidio, al cumplir con cuatro de los cinco criterios definidos para ser considerado como tal, a saber, "matar, causar graves daños corporales o mentales, infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción total o parcial de los palestinos e imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos", señala el documento.

El scroll digital, en el que no pasa desapercibida la barbarie y la presión de una sociedad civil que, desde fuera y dentro del área afectada, denuncia la hambruna generalizada en la Franja de Gaza o el asesinato de periodistas palestinos, hace imposible que la comunidad global continúe mirando hacia otro lado: para la próxima Asamblea General de la ONU, que se celebrará entre el 23 y el 29 de septiembre en Nueva York, se prevé que Estados Unidos e Israel den un paso más hacia su aislamiento internacional.

Y es que, de los 193 países contabilizados por esta organización, alrededor de 147 ya han reconocido oficialmente al Estado de Palestina. Para más énfasis, de acuerdo con la hoja de ruta del evento, la cifra podría ascender a más de 150, entre los que se encontrarían algunos de los principales socios comerciales del gigante norteamericano y su protegido en Oriente Medio. 

dE 1988 A 2018: treinta años de reconocimiento

Fue el 15 de noviembre de 1988 cuando el líder político Yasser Arafat, de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), declaró la Independencia del Estado de Palestina, redactada por el poeta Mahmoud Darwish. Ese mismo día, Argelia, que fue el primero, y otros once países de la Liga Árabe y de la Organización para la Cooperación Islámica la reconocieron. Y a finales de dicho año, ya eran más de 70, incluyendo China, Cuba, India, Nicaragua, Turquía, la URSS y Checoslovaquia, entre otros.

De 1990 hasta el 2000, a la lista se sumaron más países africanos y asiáticos. Y más tarde, entre 2005 y 2012, un gran grueso de naciones americanas -desde Costa Rica hasta Brasil, Argentina o Paraguay- dio también el paso: el último de ellos fue Colombia, en 2018, y en la actualidad los únicos dos gobiernos del continente que no lo han hecho son Estados Unidos y Panamá. Entonces, este amplio reconocimiento llevó a que, por un lado, en 2011 la UNESCO reconociera a Palestina como miembro pleno y, por otro, en 2012 la Asamblea General de la ONU le otorgase el estatus de Estado Observador no miembro, con el voto favorable de 138 países.

Una nueva oleada europea y global

El reconocimiento del Estado de Palestina ha recibido una oleada de nuevos adheridos en los últimos años, especialmente después del comienzo del conflicto, en octubre de 2023. Mientras que a principios de 2024, tal y como te contamos en este artículomenos de una tercera parte de los países de la Unión Europea había tomado esta decisión, en mayo ya lo hicieron España, Irlanda y Noruega. Luego, en junio, Eslovenia y Armenia se unieron. 

Y esto nos lleva al punto de inicio: en pleno 2025, frente a la evidencia del genocidio, el número de países que reconoce al Estado de Palestina ha aumentado tanto en número como en relevancia internacional: el anuncio de la decisión (que se hará oficial en esta Asamblea General de la ONU) por parte de Francia, Reino Unido, Canadá, Australia (todos aliados de Estados Unidos y pertenecientes al G20), además de Portugal, constituye un hito en una lucha que se ha extendido por décadas, y una acción que la comunidad internacional considera clave para comenzar a establecer la paz en el territorio.

Esta es la lista de los países que han reconocido al Estado de Palestina

  • Algeria
  • Bahréin
  • Afganistán
  • Bangladés
  • Cuba
  • Jordania
  • Madagascar
  • Nicaragua
  • Pakistán
  • Catar
  • Arabia Saudita
  • Emiratos Árabes Unidos
  • Serbia
  • Zambia
  • Albania
  • Brunéi
  • Yibuti
  • Mauricio
  • Sudán
  • Chipre
  • Chequia (disputado)
  • Eslovaquia
  • Egipto
  • Gambia
  • India
  • Nigeria
  • Seychelles
  • Sri Lanka
  • Namibia
  • Rusia
  • Bielorrusia
  • Ucrania
  • Vietnam
  • China
  • Burkina Faso
  • Comoras
  • Guinea
  • Guinea-Bisáu
  • Camboya
  • Mali
  • Mongolia
  • Senegal
  • Hungría (disputado)
  • Cabo Verde
  • Corea del Norte
  • Níger
  • Rumanía
  • Tanzania
  • Bulgaria
  • Maldivas
  • Ghana
  • Togo
  • Zimbabue
  • Chad
  • Laos
  • Sierra Leona
  • Uganda
  • República del Congo
  • Angola
  • Mozambique
  • Santo Tomé y Príncipe
  • Gabón
  • Omán
  • Polonia
  • República Democrática del Congo
  • Botsuana
  • Nepal
  • Burundi
  • República Centroafricana
  • Bután
  • Ruanda
  • Etiopía
  • Irán
  • Benín
  • Kenia
  • Guinea Ecuatorial
  • Vanuatu
  • Filipinas
  • Esuatini (Swazilandia)
  • Kazajistán
  • Azerbaiyán
  • Turkmenistán
  • Georgia
  • Bosnia y Herzegovina
  • Tayikistán
  • Uzbekistán
  • Papúa Nueva Guinea (disputado)
  • Sudáfrica
  • Kirguistán
  • Malaui
  • Timor-Leste
  • Paraguay
  • Montenegro
  • Costa Rica
  • Líbano
  • Costa de Marfil
  • Venezuela
  • República Dominicana
  • Brasil
  • Argentina
  • Bolivia
  • Ecuador
  • Chile
  • Guyana
  • Perú
  • Surinam
  • Uruguay
  • Lesoto
  • Sudán del Sur
  • Siria
  • Liberia
  • El Salvador
  • Honduras
  • San Vicente y las Granadinas
  • Belice
  • Dominica
  • Antigua y Barbuda
  • Granada
  • Islandia
  • Tailandia
  • Guatemala
  • Haití
  • Suecia
  • Santa Lucía
  • Colombia
  • San Cristóbal y Nieves
  • Barbados
  • Jamaica
  • Trinidad y Tobago
  • Las Bahamas
  • Irlanda
  • Noruega
  • España
  • Eslovenia
  • Armenia
  • México
  • Canadá
  • Australia
  • Reino Unido
  • Portugal

*La conclusión de la Comisión de Investigación de la ONU no equivale a una sentencia judicial: sus informes son de carácter político y recomendatorio. Solo tribunales internacionales como la Corte Penal Internacional o la Corte Internacional de Justicia pueden dictar una condena jurídicamente vinculante por genocidio.



via Constanza V. Paura https://ift.tt/Pefz6ad

viernes, 19 de septiembre de 2025

Viajes. Las bacterias del intestino pueden 'hablar' directamente con las neuronas

En la actualidad, el denominado eje cerebro-intestino es uno de los campos más fértiles de la biomedicina. Se trata de una comunicación bidireccional entre el cerebro y las bacterias que tenemos en nuestro intestino a través de sustancias como vitaminas y hormonas que se mueven siguiendo la circulación de la sangre. Estos mensajes constantes no son una cuestión baladí, puesto que el intestino es el segundo órgano que contiene más neuronas y, además, es un importantísimo centro de regulación del sistema inmunitario, que nos protege de patógenos.

“Sabíamos que la microbiota puede influir en el cerebro, pero siempre a través de rutas indirectas, como el sistema inmune o la circulación sanguínea”. Celia Herrera-Rincón, investigadora Ramón y Cajal en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Pero en su laboratorio han demostrado que una bacteria viva puede modificar directamente la actividad de una neurona con solo tocarla.

Es decir, que las neuronas no sólo notan la presencia de las bacterias, sino que también actúan en consecuencia y reaccionan emitiendo señales al propio interior de la célula o a sus compañeras a través de señales eléctricas. «Es un cambio de paradigma en nuestra forma de entender la comunicación entre microorganismos y el sistema nervioso», añade.

Formando un “minicerebro” en el laboratorio

Para lograr llevar a cabo su experimento, tomaron neuronas de un cerebro de rata y las sembraron en una placa de cultivo. Para «engañar» a las células y que creyesen que seguían en el interior de un organismo, añadieron medios de cultivo celular muy específicos y las situaron en un incubador a la temperatura del cuerpo. De este modo, las neuronas comenzaron a crecer y a dividirse durante 14 días hasta cubrir toda la superficie de crecimiento, interconectándose unas con otras.

Una vez tenían listo el minicerebro, añadieron al cultivo una bacteria característica de la microbiota humana: Lactiplantibacillus plantarum, que se encuentra en muchos alimentos y se considera beneficiosa para la salud. Así, dejaron que las bacterias crecieran junto a las neuronas y tomaron muestras en varios tiempos y para observar lo que iba sucediendo.

Cultivo 2D de células neuronales corticales (de cerebro): neuronas (verde) y células de glía (rojo). Los núcleos de las células están tintados de azul.

Mediante técnicas de microscopía avanzada y genéticas pudieron detectar cómo las bacterias se adhieren a la superficie de las neuronas, pero no las invaden. Es decir, se quedan «a las puertas» pero sin llegar a entrar en su interior. Aún sin entrar en las neuronas, su mera presencia induce ciertos cambios tanto en la actividad eléctrica como en la expresión de los genes de las neuronas. Unos cambios que podrían estar relacionados con la plasticidad neuronal, la inflamación o incluso algunas enfermedades. Es decir, que de alguna forma, estas bacterias están enviando mensajes a las neuronas, comunicándose con ellas.

Como comenta Juan Lombardo Hernández, investigador predoctoral y primer autor del artículo: «Es fascinante pensar que neuronas y bacterias, a pesar de pertenecer a reinos biológicos distintos, podrían compartir un lenguaje bioeléctrico común basado en canales iónicos y potenciales de membrana».

Cómo nos afecta este descubrimiento

Hay aproximadamente 100 billones de bacterias viviendo en nuestro intestino, cada una con sus cualidades. Por ello, estudiar la microbiota es una empresa extraordinariamente compleja, debido a la enorme cantidad de variables e interacciones que hay que tener en cuenta. En la actualidad apenas estamos comenzando a arañar la superficie de las implicaciones que supone tener a estas bacterias en nuestro interior y hasta qué punto condicionan nuestra salud o nuestra forma de pensar.

Aún con estas dificultades, las personas dedicadas al mundo de la investigación son muy capaces de resolver puzles aparentemente irresolubles y por ello, están poco a poco comprendiendo la función de la microbiota y lo que ocurre cuando se perturba. Estas perturbaciones pueden ocurrir por el uso de antibióticos, la dieta, o infecciones, y estudiar los cambios que ocurren puede ayudar a diseñar estrategias en el futuro que ayuden a patologías no sólo intestinales, sino también trastornos mentales o del sistema inmunitario.

Haber descubierto este nuevo modo de comunicación abre un camino más para comprender el papel de las bacterias intestinales en el sistema nervioso central. Se trata una visión holística del cuerpo, en el que las partes funcionan como un todo interconectado. Con esta premisa, el estudio podría acabar derivando en futuras terapias neuroactivas basadas en bacterias vivas o inactivadas que mejoren nuestra salud.



via Daniel Pellicer Roig https://ift.tt/XxaRTuV

martes, 16 de septiembre de 2025

Viajes. Budas en la roca

En las orillas del río Yi, en la provincia china de Henan, se alzan las Grutas de Longmen, uno de los mayores tesoros del arte budista en el mundo. Entre los acantilados de piedra caliza se extienden más de cien mil estatuas talladas directamente en la roca, que van desde diminutas figuras de apenas unos centímetros hasta colosos de más de 17 metros. Su construcción comenzó en el siglo V, durante la dinastía Wei del Norte, y se prolongó durante siglos, reflejando el auge del budismo en China y la influencia cultural de la Ruta de la Seda.

Cada escultura representa a bodhisattvas que simbolizan la protección y la iluminación. Para los peregrinos y monjes que visitaban el lugar, estas imágenes no eran solo obras de arte, sino un puente hacia la trascendencia, un recordatorio de la compasión y la fuerza interior. Hoy, las grutas de Longmen siguen siendo un testimonio de cómo la fe puede esculpir la piedra y convertir un paisaje natural en un santuario eterno.



via Abel G.M. https://ift.tt/vy98nKU

martes, 9 de septiembre de 2025

Viajes. El oleaje del mar Mediterráneo está cambiando: ¿qué consecuencias tiene?

Es habitual que al hablar de cambio climático pensemos en las consecuencias que tiene respecto a la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, su impacto no se limita exclusivamente a ello.

Hace unos años, un informe de la OCDE había estimado que el deshielo en los mares árticos podía reducir el tiempo del tránsito marítimo un 40% entre Asia y Europa. Esta vez, un grupo de investigadores de la Universidad del País Vasco (EHU) ha realizado proyecciones sobre el mar Mediterráneo, el más afectado por el cambio climático.

Disminución del viento y el oleaje

El estudio, publicado recientemente en Science Direct, estima que la disminución de viento y oleaje en estas aguas serán del 2% por década hasta finales de siglo. Y aunque pueda no parecer significativo, tiene múltiples consecuencias.

Nuevo oleaje mar Mediterráneo

Para arrojar las conclusiones, analizaron las modificaciones de cuatro variables durante tres ventanas temporales: 1985-2014, 2031-2060 y 2071-2100. Con los datos preexistentes de referencia, estimaron su variación en el futuro según la altura de las olas, el período medio de ola, el flujo de energía y la velocidad de los vientos en superficie.

Hasta el año 2010, los datos del oleaje del mar Mediterráneo se mantienen constantes sin comportamientos anómalos. Sin embargo, es a partir de esa década cuando el cambio climático comienza a provocar sus consecuencias y provoca que, si permanece el escenario actual de emisión de gases de efecto invernadero, su reducción sea aún mayor hacia finales de siglo.

Una de las particularidades del estudio es que la proyección muestra resultados muy diferentes respecto a los otros mares:

“Uno de los principales patrones globales que emergen en las proyecciones de vientos y olas hasta 2100 es una intensa asimetría entre los hemisferios Norte y Sur, concentrándose en este último los mayores incrementos”.

Las consecuencias de la disminución del oleaje

La metodología del estudio es inédita para el mar Mediterráneo. Las exhaustivas simulaciones de oleaje se realizaron con ocho modelos climáticos globales del programa Working Group of Coupled Modeling (WGCM). A través de este proyecto se plantearon proyecciones desde el escenario climático más optimista (SSP1-2.6) hasta el más pesimista (SSP5-8.5).

La disminución del oleaje tiene múltiples consecuencias. Por un lado, la biodiversidad marina verá modificado su ecosistema. Si bien el estudio no se detiene en este aspecto, es posible que afecte al movimiento de nutrientes en las aguas. Por otro lado, también significará un cambio en las costas. Además, industrias específicas como el sector eólico y los parques marinos podrían ver afectada su producción ante la disminución de los vientos.

Lo que sí destacan los investigadores de la Universidad de País Vasco es que la reducción “harán la navegación más sencilla y, en este contexto, las rutas marítimas preferentes, tanto para actividades legales como ilegales podrían cambiar”.

Que el futuro del mar Mediterráneo sea seguro es un reto de máxima relevancia, sobre todo, por otra característica que han destacado en el estudio: hacia 2100, como los vientos del hemisferio sur se incrementarán, las vías alternativas serán aún más peligrosas.

A lo largo de la historia y hasta la actualidad, el control del tráfico marítimo ha sido uno de los elementos clave en la geopolítica del mundo. ¿Estamos ante una nueva etapa para el mar Mediterráneo?



via Pedro Molina https://ift.tt/oh0OLzd