En su hábitat natural, la mosca de la fruta (Drosophiila melanogaster) prefiere los frutos fermentados, un alimento que puede contener entre un 4 y un 15% de etanol, según la especie. Su extraordinaria capacidad de adaptación la ha convertido en un un consumidor de alcohol perfectamente adaptado, aunque en determinadas condiciones puede acabar experimentando lo que en términos humanos llamaríamos una auténtica borrachera.
“Actúan igual que las personas”, afirmaba el doctor Scott Hansen, profesor asociado del departamento de Medicina Molecular de la Universidad de Oregón en un estudio publicado a principios de esta década en la revista especializada Journal of Molecular Biology, después de comprobar cómo actuaban estos insectos después de administrarles alcohol. Descubrió, por ejemplo, que empezaban a perder la coordinación hasta, literalmente, perder por completo el norte. Y es que las moscas de la fruta no solo se embriagan, sino que también se comportan de manera errática cuando consumen. Algunas se vuelven más solitarias, otras más promiscuas. Por ejemplo, se sabe que, tras la ingesta de etanol, las hembras se vuelven menos exigentes a la hora de elegir pareja reproductora, mientras que en un estudio reciente se documentó que los machos recurren al alcohol cuando se ven incapaces de reproducirse, como si optaran por ahogar sus penas en alcohol cuando les dan calabazas.
Estos curiosos insectos no son los únicos animales documentados que consumen alcohol habitualmente, ni los únicos a los que les afecta. También lo hacen algunas especies de escarabajos y avispas. Resulta que el néctar de las flores, igual que ocurre con las frutas, suele estar infectado por levaduras, con lo que también puede fermentar para producir etanol. Existen mariposas y abejas melíferas que se alimentan de este tipo de néctar y que en ocasiones acaban embriagándose. A veces lo hacen por casualidad, pero en ocasiones lo buscan… o lo necesitan.
Tal es el caso de la citada mosca de la fruta, que además de beber, baña sus huevos en alcohol para prevenir infecciones… o el escarabajo de la especie Xylosandrus germanus, que lo necesita par evitar que los mohos infecten sus madrigueras, construidas en los árboles.
En el mundo de las aves, también hay casos documentados de especies que se han visto "embriagadas" voluntaria o involuntariamente. Tal es el caso del ampelis americano (Bombycilla cedrorum) un ave paseriforme que cría en Canadá y en el sur de Estados Unidos a la que el alcohol provoca un efecto indeseado en sus rutas de vuelo, en algunos casos con consecuencias fatales. Como han desvelado las necropsias practicadas sobre determinados cadáveres.
Al parecer, la fruta fermentada provoca en estas pequeñas aves tal estado de embriaguez que se precipitan contra natura directamente hacia objetos sólidos, lo que acaba causándoles la muerte.
Dicho esto, ¿cuántos animales consumen alcohol? ¿Se trata de casos esporádicos o es un comportamiento más generalizado de lo que parece? Sobre este hecho indaga un estudio reciente publicado en la revista especializada Trends of Ecology and Evolution, en el que se recopilan centenares de casos de especies que están adaptadas para el consumo de alcohol.
Su conclusión: aunque en muchos casos se trata de experimentos realizados en laboratorio o que todavía están pendientes de validez científica, entre otras cosas, para que determinar las cantidades exactas de etanol consumido o la graduación de la muestra, creen que existen suficientes pruebas científicas como para concluir que el consumo de alcohol no es raro en el reino animal, sino más bien todo lo contrario. Como mínimo, afirman, existen unas 85 especies que han demostrado tener algún tipo de adaptación para el consumo habitual de esta sustancia.
Y no solo eso. Según reza el propio estudio, el "el etanol es una sustancia relevante desde el punto de vista ecológico, hasta el punto que ha moldeado la evolución de muchas especies y que ha estructurado las relaciones simbióticas entre distintos organismos, como plantas, levaduras, bacterias, insectos y mamíferos". En otras palabras, resulta ser más importante de lo que pensábamos.
una Asociación perfecta entre animales, plantas y hongos
¿Y por qué producen alcohol las plantas? Una de las claves podría estar en su propia protección. El etanol, que no deja de ser un tipo de alcohol, se produce a partir de la descomposición de los azúcares en ausencia de oxígeno, un proceso parecido a la fermentación del vino, pero que tiene lugar en el propio metabolismo de las plantas angiospermas, como se denomina a las plantas con flores.
Estas plantas, surgidas hace aproximadamente unos 120 millones de años, se convirtieron en un aliado perfecto para algunas familias de hongos, que vieron en ellas la oportunidad para convertir el azúcar (un elemento común en los frutos) en una sustancia que sirva para mantener a raya a sus grandes contrincantes: las bacterias.
Por otro lado, las plantas angiospermas podrían beneficiarse de estos nuevos aliados para defenderse de las infecciones bacterianas, o para dispersar sus frutos de una manera mucho más eficiente. Una asociación perfecta.
¿Qué beneficios obtienen los animales de la ingesta de alcohol? "La capacidad de metabolizar eficazmente el etanol les permitiría adquirir beneficios asociados con efectos menos perjudiciales. Por ejemplo, se ha asociado con propiedades medicinales y antimicrobianas –véase por ejemplo el caso de las moscas de la fruta–, mientras que, desde el punto de vista nutricional, es posible que sirva a los animales para explotar otro recurso alimenticio, mucho más fructífero", explica a National Geographic Anna C. Bowland, ecóloga de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, y una de las autoras principales de esta investigación.
El etanol permitiría a las plantas defenderse de los patógenos y mejorar la dispersión de sus frutos.
¿Cómo lo hicieron? Para Bowland, la capacidad para metabolizar el etanol sería una respuesta lógica de los animales para obtener un mayor beneficio (la obtención de energía) a un menor coste. La clave, explica la experta, es desarrollar una mayor capacidad para metabolizar mejor productos fermentados con menos efectos negativos, como la embriaguez, lo que podría ser perjudicial para la supervivencia, que es precisamente lo que les ocurre a los incautos ampelis americanos.
¿Prefieren los animales el etanol o simplemente lo ingieren cuando el acceso a fruta sin fermentar es limitado? "Una cuestión interesante", sostiene la investigadora, quien explica que todavía no se tienen datos suficientes sobre el consumo de etanol en entornos naturales. "No sabemos si los buscan deliberadamente, tampoco está clara la capacidad de muchos animales salvajes para detectar niveles bajos de etanol en frutas, savia o néctar”.
Los animales podrían haber desarrollado la capacidad de metabolizar el etanol como consecuencia de una adaptación evolutiva.
Lo que está claro, asegura, es que la fermentación sí que parece ser una estrategia de los hongos para expandirse más fácilmente por el entorno, lo que habría favorecido, de paso, la dispersión de los frutos fermentados. “Se ha sugerido, por ejemplo, que algunos animales pueden favorecer a aquellos frutos que estén fermentados, con lo que este proceso podría servir a la planta para atraer a determinadas especies de fauna salvaje.
¿Por qué bebemos los humanos? La hipótesis del mono borracho
¿Y a los humanos, por qué nos gusta el alcohol? Esta es una de las preguntas que se había hecho durante largo tiempo la comunidad científica. La respuesta la hallamos en una hipótesis llamada ‘del mono borracho’, según la cual deberíamos buscar el origen del consumo del alcohol en nuestros ancestros, los primates de hace aproximadamente 10 millones de años.
El bipedalismo se tradujo en un estilo de vida terrestre. Nuestros ancestros bajaron de los árboles, y probablemente tenían muchas más posibilidades de encontrar frutas fermentadas en el suelo, lo que, a su vez, les permitía evitar competir con los cercopitecos, o monos del Viejo Mundo, en su mayoría arborícolas. "Una hipótesis sugerida es que las especies animales capaces de metabolizar eficazmente el etanol podrían utilizar las frutas fermentadas como alimento alternativo en épocas de escasez de alimentos, ampliando así su nicho dietético y aumentando a su vez la supervivencia mediante la explotación de otro recurso", explica Bowland.
Pero hay algo más, en aquella época se produjo un hecho relevante desde el punto de vista evolutivo: la mutación del gen ADH4, que se tradujo en la capacidad de nuestros antepasados para metabolizar mejor el alcohol. "Es posible que esta mutación se fijara en la población debido a una función adaptativa (es decir, la explotación de una fuente de alimento que contuviera etanol), lo que significa que las adaptaciones metabólicas mejoradas hacia el etanol podrían haber surgido en respuesta a las necesidades de supervivencia".
via Sergi Alcalde https://ift.tt/C6n3Frp