miércoles, 8 de abril de 2020

Viajes. La gran estafa de los manuscritos de la Biblia del mar Muerto

En el cuarto piso del Museo de la Biblia, en Washington D.C., una gran exposición permanente cuenta la historia de cómo las antiguas escrituras se convirtieron en el libro más popular del mundo. Un santuario en el que titila una luz cálida, en el corazón de esta gran exhibición, se encuentra una de las piezas más preciadas del museo: fragmentos de los manuscritos del mar Muerto, antiguos retazos de texto que incluyen las copias más antiguas de la Biblia hebrea que han sobrevivido hasta nuestros días.

Pero ahora, el museo de Washington D.C. ha tenido que confirmar una verdad muy amarga sobre la autenticidad de estos fragmentos. Hace unos días, un equipo independiente de investigadores, cuyo trabajo financió el mismo museo, anunció que los 16 fragmentos de los manuscritos del mar Muerto que se exhiben son falsificaciones modernas que engañaron a coleccionistas, al mismísimo fundador del museo y a algunos de los principales expertos bíblicos del mundo. Así lo explicaron los propios investigadores en una conferencia académica convocada por el mismo museo.

“El Museo de la Biblia quiere ser transparente al máximo en este asunto. Somos víctimas, víctimas de la tergiversación, víctimas del fraude”, afirma Harry Hargrave, consejero delegado del museo.

Escritos en tiempos modernos

En un informe exhaustivo de más de 200 páginas, el equipo de profesionales, dirigido por Colette Loll, investigadora de fraudes artísticos, llega a la conclusión de que, aunque es probable que los fragmentos estén hechos con cuero antiguo, fueron escritos en tiempos modernos y modificados para que se parecieran a los manuscritos del mar Muerto reales. “Estos fragmentos fueron manipulados con un objetivo claro: engañar”, afirma Loll.

Los nuevos hallazgos no dejan duda sobre la autenticidad de los 100.000 fragmentos reales de los manuscritos del mar Muerto, cuya mayoría se encuentran en el Santuario del Libro, una sección del Museo de Israel en Jerusalén. En cambio, los hallazgos del informe plantean graves interrogantes sobre los fragmentos de los manuscritos del mar Muerto ‘post 2002’. Son unas 70 secciones del texto bíblico que entraron en el mercado de antigüedades después del año 2000. De hecho, incluso antes de que este informe viniera a corroborarlo, algunos académicos ya creían que la mayoría o todos los fragmentos posteriores a 2002 eran falsificaciones modernas.

Todos los fragmentos falsos

“Cuando uno o dos fragmentos son falsos, sabes que lo más probable es que todos lo sean, ya que proceden de las mismas fuentes y básicamente tienen el mismo aspecto”, afirma Årstein Justnes. Este investigador de la Universidad de Agder en Noruega ha llevado a cabo un proyecto llamado ‘Lying Pen of Scribes’, que rastrea los fragmentos posteriores a 2002.

Desde que fue inaugurado en 2017, el Museo de la Biblia ha financiado la investigación sobre los fragmentos, y envió cinco de ellos al Instituto Federal para la Investigación de Materiales de Alemania con el fin de que los analizaran. A finales de 2018, el museo anunció sus resultados: los cinco fragmentos analizados eran, probablemente, falsificaciones modernas.

¿Cómo engañaron a los expertos?

Pero ¿qué hay de los otros 11 fragmentos? ¿Cómo es posible que los falsificadores lograran engañar a los mejores expertos del mundo en los manuscritos del mar Muerto y al Museo de la Biblia?

“Fue, y todavía es, una historia de detectives muy interesante. Esperamos que sea de utilidad para otras instituciones e investigadores, porque proporciona una buena base para buscar otros fragmentos, aunque plantee nuevas incógnitas", afirma Jeffrey Kloha, director comisarial del Museo de la Biblia.

En el Museo de la Biblia de Washington acoge 16 fragmentos de los manuscritos del mar Muerto, incluyendo esta pieza del libro del Génesis. Una nueva investigación científica financiada por el mismo Museo de la Biblia ha confirmado que estos fragmentos, todos, los 16, son en realidad falsificaciones hechas en la época moderna.

Bajo el microscopio

Con el fin de investigar la verdad sobre sus fragmentos, el Museo de la Biblia contactó con Loll y el equipo de su empresa Art Fraud Insights en febrero de 2019. A Loll se le encargó una investigación física y química exhaustiva de los 16 fragmentos. Eso sí, al aceptar el encargo, quiso insistir en su independencia: el Museo de la Biblia no intervendría ni pondría en duda los descubrimientos del equipo, su informe sería definitivo y tendrían que revelarlo públicamente. El Museo de la Biblia aceptó las condiciones. “La verdad es que nunca había trabajado con un museo que en este sentido se comportara de manera tan honesta, tan transparente”, afirma la investigadora.

Loll formó un equipo de cinco conservadores y científicos. Entre los meses de febrero y octubre, el equipo visitó el museo de forma periódica y recopiló sus hallazgos. Cuando acabaron el informe en noviembre de 2019, ya había unanimidad entre los investigadores: los 16 fragmentos parecían ser falsificaciones modernas.

Escritos en cuero

La primera conclusión del equipo fue que, según parece, los fragmentos estaban hechos con un material no fidedigno. Casi todos los fragmentos de los manuscritos del mar Muerto están hechos de pergamino de color tostado o ligeramente tostado, pero al menos 15 de los fragmentos del Museo de la Biblia estaban hechos de cuero, que es más grueso, con más rugosidades y desigual.

La mejor suposición del equipo es que el cuero es antiguo y se ha recuperado de restos hallados en el desierto de Judea o en algún otro lugar. Una posibilidad es que procedan de zapatos o sandalias antiguas. Uno de los fragmentos estudiados tiene una hilera con unos agujeros hechos por alguien, que se parecen mucho a los que se hacían en los zapatos de la época romana.

Además, los análisis dirigidos por Jennifer Mass, presidenta de Análisis Científico de Artes Plásticas, han demostrado que el falsificador impregnó los fragmentos en un fluido de color ámbar, probablemente un tipo de cola hecha con piel de animal. El tratamiento no solo estabilizó el cuero y alisó la superficie de escritura, sino que también imitó una característica de los manuscritos reales.

Y es que tras milenios de vida, en los fragmentos auténticos, el colágeno del pergamino antiguo se descompone y forma una gelatina qeu se endurece con el tiempo, lo que hace que algunas partes de los fragmentos tengan una apariencia pegajosa, como si los hubieran impregnado de pegamento.

Cuando acabaron el informe en noviembre de 2019, ya había unanimidad entre los investigadores: los 16 fragmentos parecían ser falsificaciones modernas.

Un minucioso análisis

Lo definitivo y más claramente condenatorio fue un minucioso análisis bajo el microscopio, que reveló que la escritura de los fragmentos se había pintado sobre cuero antiguo. En muchos de los fragmentos había pequeños charquitos de tinta sospechosamente brillantes en las grietas de los bordes rotos, que no habrían estado presentes en el caso de que el cuero hubiese sido nuevo. En otros, las pinceladas de los falsificadores se superponen claramente a la accidentada corteza mineral del cuero antiguo.

“El material está degradado, se rompe con facilidad y no es flexible. No es de extrañar que los académicos, en su momento, pensaran que eran escribas inexpertos, porque tenían dificultades para formar estos caracteres y mantener las plumas bajo control”, afirma Abigail Quandt, integrante del equipo y directora de conservación de libros y papeles del Museo de Arte Walters de Baltimore.

Posiblemente, para corregir el anacronismo, los fragmentos falsificados parecen estar espolvoreados con minerales de arcilla compatibles con sedimentos de Qumrán, donde se descubrieron los manuscritos del mar Muerto originales.

Análisis con rayos X

Los análisis dirigidos por Aaron Shugar, científico de conservación del Buffalo State College, despertaron aún más sospechas. Al proyectar rayos X sobre los fragmentos, los investigadores elaboraron un mapa de los diferentes elementos químicos de sus superficies, que reveló que el calcio había impregnado en profundidad los trozos de cuero. La distribución del elemento insinuaba que el cuero había sido tratado con lima para retirar el pelo químicamente.

Gracias al examen con rayos X descubrieron que el cuero había sido tratado con lima.

Aunque últimamente se ha especulado con que la lima podría haber sido utilizada en algunos manuscritos auténticos del mar Muerto, los académicos creen que esta técnica se popularizó muchos años después de la elaboración de los manuscritos auténticos.

La fuente perdida de las falsificaciones

El informe ahonda en la composición de los fragmentos, pero no investiga su procedencia ni la cadena probada de propietarios para rastrear su origen. Para Årstein Justnes, el hecho de que no se conozca el trasfondo de los fragmentos posteriores a 2002 plantea una preocupación mayor que cualquier evidencia química de falsificación. “Tal vez podríamos esperar que los fragmentos posteriores a 2002 sean falsos... Si son falsos, nos han tomado el pelo”, afirma. “Pero si son piezas auténticas de procedencia desconocida, deben haber sido saqueados y contrabandeados de algún modo, y por lo tanto están vinculados a actos delictivos”.

Los manuscritos auténticos se remontan a 1947, cuando unos pastores beduinos descubrieron jarrones de arcilla en las cuevas de Qumrán (Palestina) que contenían miles de rollos de pergamino de más de 1.800 años de antigüedad, entre ellos algunas de las copias supervivientes más antiguas de la Biblia hebrea.

En los años 70 un convenio de la Unesco sobre propiedad cultural y una nueva ley israelí sobre el comercio de antigüedades restringieron la venta de pergaminos saqueados.

“Los manuscritos del mar Muerto son sin duda el descubrimiento bíblico más importante del último siglo”, afirma Kloha. “Nuestro saber sobre los textos bíblicos retrocedió mil años frente a lo que teníamos en aquella época; mostraron cierta variedad, pero especialmente conocimos más a fondo la coherencia de la tradición de la Biblia hebrea".

En la década de los 50, un comerciante de antigüedades de Belén llamado Khalil Iskander Shahin, también conocido como Kando, compró fragmentos a un beduino local y después los vendió a coleccionistas de todo el mundo. Pero en los años 70, un nuevo convenio de la Unesco sobre propiedad cultural y una nueva ley israelí sobre el comercio de antigüedades restringieron la venta de pergaminos saqueados. Actualmente, los coleccionistas pujan por los restos amparados por la legislación actual, en su mayoría fragmentos que entraron en el mercado privado en los años 50 ó 60.

A partir de 2002...

Sin embargo, el panorama cambió en 2002. Los vendedores de antigüedades y los académicos de la Biblia empezaron a desvelar retazos de texto bíblico que parecían fragmentos perdidos de los manuscritos del Mar Muerto. Supuestamente, muchos de los fragmentos arrugados de color marrón (la mayoría no mucho más grandes que las monedas) se rastrearon hasta llegar a los Kando, que, según se rumoreaba, estaban vendiendo fragmentos que habían trasladado hacía años a una caja fuerte de Suiza.

Al final de la década, el goteo de fragmentos posteriores a 2002 se convirtió en un verdadero torrente de, como mínimo, 70 fragmentos. Coleccionistas y museos aprovecharon la oportunidad de hacerse con los textos bíblicos más antiguos que se conocen, entre ellos el fundador del Museo de la Biblia, Steve Green, presidente de Hobby Lobby. En 2009 y en los años venideros, Green y Hobby Lobby gastaron una fortuna en la compra de manuscritos y objetos bíblicos comenzando así a imaginar lo que se convertiría en la colección del Museo de la Biblia. Entre 2009 y 2014, Green compró 16 fragmentos de los manuscritos del mar Muerto en cuatro tandas; de ellos, siete fragmentos los compró directamente a William Kando, el hijo mayor de Kando.

De entrada, algunos expertos en estos manuscritos pensaron que los fragmentos posteriores a 2002, entre ellos los de Green, eran auténticos. En 2016, los principales eruditos bíblicos publicaron un libro sobre los fragmentos del museo de la Biblia y los dataron de la época de los manuscritos del mar Muerto. Pero meses después de la publicación del libro, algunos académicos comenzaron a expresar sus dudas...

Idénticas falsificaciones

En 2016, varios investigadores (entre ellos Justnes y Kipp Davis, académico en la Universidad Trinity Western de Canadá, que coeditó el libro de 2016) empezaron a poner sobre la mesa unos polémicos indicios: algunos fragmentos posteriores a 2002 podrían haberse falsificado.

Davis publicó en 2017 algunas pruebas que abrieron nuevas dudas sobre dos de los fragmentos del Museo de la Biblia; uno de ellos ya estaba expuesto cuando el museo abrió sus puertas en 2017. La inscripción de un fragmento en una esquina no habría existido cuando la superficie de escritura era nueva. La otra parecía tener una letra alfa griega, cuando la Biblia hebrea de los años 30 utilizaba una letra alfa griega para indicar una nota al pie.

A raíz del nuevo informe, los investigadores dijeron que lo siguiente a investigar tenían que ser las enrevesadas rutas que siguieron los fragmentos por el mercado internacional de antigüedades. “Cuando tienes juntos a un embustero y a un creyente, es un baile íntimo. No se necesita tanto conocimiento de los materiales como del mercado”, afirma Loll.

16 fragmentos falsificados

A pesar de haber sido comprados en cuatro transacciones y a cuatro personas diferentes, el informe final ha determinado que los 16 fragmentos de los manuscritos del mar Muerto del Museo de la Biblia se falsificaron del mismo modo, lo que apunta a que comparten una fuente común. Sin embargo, se desconoce la identidad del falsificador o falsificadores. Es posible que los vendedores también fueran timados cuando compraron los fragmentos originalmente a otros vendedores o coleccionistas.

El informe final ha determinado que los 16 fragmentos de los manuscritos del mar Muerto del Museo de la Biblia se falsificaron del mismo modo.

National Geographic quiso contactar con los tres estadounidenses que vendieron a Green fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto. El librero Craig Lampe, que vendió a Green cuatro fragmentos en 2009, no respondió a nuestras preguntas, enviadas a través de su socio. Tampoco respondió el coleccionista Andrew Stimer, que vendió cuatro de los fragmentos a Green en 2014.

Michael Sharpe, un coleccionista de libros que trabajaba en Pasadena, California, vendió un fragmento de los manuscritos del mar Muerto a Green en febrero de 2010. Hace unos días, en una entrevista con National Geographic, expresó su sorpresa e incredulidad ante el hecho de que el fragmento que había vendido (y que había comprado para su propia colección) no fuera auténtico. “Me siento mal”, afirmó, “no tenía ni idea”.

Sharpe entró en el mundo de los manuscritos del mar Muerto a través de William Noah, un médico de Tennessee y comisario de exposiciones, a raíz de una demanda que implicaba al difunto vendedor de manuscritos Bruce Ferrini. A finales de 2003, Noah demandó a Ferrini alegando que este había malversado dinero relacionado con el intento de Noah de comprar un trozo de papiro del Evangelio de San Juan de 1700 años de antigüedad para una exposición itinerante que comisariaba. Finalmente, Ferrini se declaró en bancarrota por las demandas de Noah y de otras personas.

Noah, entonces, adquirió dos fragmentos en posesión de Ferrini que pertenecían a los Kando: una sección diminuta del libro de Jeremías y un pequeño fragmento de comentarios rabínicos sobre el libro del Génesis. “Los llamábamos los copos de maíz del mar Muerto porque eran muy pequeños”, cuenta Noah. Noah intentó devolver los fragmentos a la familia de Kando, pero los Kando acordaron vender los fragmentos con descuento a Noah y Sharpe. Según Noah, Kando y Sharpe se conocieron mediante esta transacción. Años después, Kando vendió directamente a Sharpe el fragmento del Génesis que acabó en el Museo de la Biblia.

Respaldo de los especialistas

Noah y Sharpe afirman que algunos de los principales expertos respaldaron los fragmentos que compraron. Los registros proporcionados por Nat Des Marais, exsocio comercial de Sharpe, afirman que el experto en los manuscritos del mar Muerto, James Charlesworth, que se retiró del Seminario Teológico de Princeton en 2019, contribuyeron a validar la autenticidad de los fragmentos del Génesis.“¿Cómo podían ser falsos? ¿Cómo podían ser fraudulentos?”, se pregunta Noah. “¿Cómo pudo ocurrir? ¿Cómo pasaron esto por alto todos estos expertos mundiales?”.

En un correo electrónico, Charlesworth escribió que, en el pasado, cuando describió el fragmento a otros expertos, le dijeron que era probable que fuera auténtico, pero no de la misma época y lugar que los manuscritos del mar Muerto hallados en Qumrán. Pero tras volver a mirar una foto del fragmento, Charlesworth expresó su escepticismo: “Me preocupa la letra; ahora me parece sospechosa”, afirmó. También contó que había visto trocitos de cuero antiguo en blanco en circulación. “En el pasado, cuando le conté al beduino que el fragmento no tenía valor porque no tenía escritura, sugirió por descuido cómo hacerlo valioso”, afirma.

En el momento de la publicación de este reportaje, William Kando, que vendió siete fragmentos a Green, no había respondido a las preguntas que le enviamos por correo electrónico. En la entrevista que concedió al colaborador de National Geographic, Robert Draper, Kando negó que los fragmentos que vendió fueran falsos.

Los eruditos no han pasado por alto los muchos supuestos vínculos de los Kando con los fragmentos falsificados. “Todos los caminos llevan a Belén”, afirmó Lawrence Schiffman, un académico de la Universidad de Nueva York y asesor del Museo de la Biblia, en la conferencia del viernes.

Además de los fragmentos de piel utilizada, también se ha observado cómo se hubiese comportado la tinta dependiendo de la antigüedad del cuero.

Pasando página

Los efectos de este informe podría afectar a muchos otros restos de todos los lugares. El informe no solo corrige la veracidad los manuscritos del mar Muerto, sino que también ha definido un procedimiento que permite analizar la autenticidad de otros fragmentos posteriores a 2002. Hay otros pedazos como estos en instituciones académicas de todo el mundo, como la Azusa Pacific University y el Seminario Teológico Baptista del Sudoeste de Texas. “Si la vida te da limones... ¿verdad?”, afirma Loll.

El informe también podría llevar a una reevaluación de 'Dead Sea Scrolls Fragments in the Museum Collection', el libro de 2016 que presentó los fragmentos del museo a la comunidad académica. El erudito bíblico Emanuel Tov, uno de los muchos editores del volumen, revisó el nuevo informe para National Geographic y su opinión sobre el conjunto de los restos es dubitativa: “No diré que no haya fragmentos que no sean auténticos entre los pedazos de los manuscritos del mar Muerto, pero en mi opinión, aún no se ha demostrado su falsedad en su conjunto. Esta duda se debe a que no se han llevado a cabo análisis similares en los manuscritos del mar Muerto indiscutidos que proporcionen una línea para la comparación, que incluyan los fragmentos del desierto de Judea que son posteriores a Qumrán. El informe quiere que concluyamos que abundan las anormalidades, sin demostrar qué es lo normal”.

Por su parte Brill, el editor del libro, está esperando más información. “Si se confirma que todos los fragmentos han sido falsificados, el volumen se retirará de la venta”, ha afirmado en un comunicado.

Mientras, los académicos también exigen acciones más drásticas. “Todo el material tiene documentación que demuestra que los documentos se exportaron previamente conforme a la legislación de antigüedades pertinente”, declaró Schiffman, de la Universidad de Nueva York. “Las víctimas, pese a que resulta vergonzoso admitir que te han timado, tienen que explorar las medidas correctivas penales y civiles con las autoridades internacionales, de Estados Unidos y de Israel”.

Material bíblico ilegal

El comunicado también pone en el punto de mira el modo en que el Museo de la Biblia reunió su colección. En 2017, las autoridades estadounidenses obligaron a Hobby Lobby a devolver 5.500 tablillas de arcilla importadas ilegalmente a Irak y a pagar una multa de tres millones de dólares. En 2019, las autoridades anunciaron que el profesor de Oxford Dirk Obbink había vendido 11 fragmentos de un papiro a Hobby Lobby. El profesor ha sido acusado de robar los fragmentos de una colección de papiros que supervisaba.

Tanto Steve Green, presidente de Hobby Lobby, como las autoridades han mantenido, durante mucho tiempo, que recibieron mal asesoramiento en el momento de las compras pero que montaron su colección con la mejor de sus intenciones y con honestidad. Ahora, un humillado Museo de la Biblia está trabajando para recuperar la confianza de los académicos y del público. En 2017, Kloha se unió al museo para supervisar sus colecciones, y en noviembre de 2019 el museo trajo a Hargrave, que contribuyó a dirigir la construcción del museo, para que ejerciera como su tercer consejero delegado en dos años.

Quienes montaron la colección afirman que recibieron mal asesoramiento en el momento de las compras pero que lo hicieron con la mejor de sus intenciones y con honestidad.

En entrevistas a National Geographic, el nuevo equipo directivo del Museo de la Biblia expresó que espera que el análisis ayude a los expertos en los manuscritos del mar Muerto de todo el mundo. Kloha y Hargrave añaden que el museo está planteándose revisar su exposición de los manuscritos del mar Muerto para centrarse en cómo los investigadores descubrieron la falsificación.

“Estábamos esperando tener un fragmento real, porque entonces podríamos decir: aquí tienes un fragmento real, aquí uno falso, ¿puedes diferenciarlos? Nuestro trabajo como museo es ayudar al público a entender, y ahora esta es una parte de la historia de los manuscritos del mar Muerto, para bien o para mal”, explica Kloha.

Auditoría de todos los fragmentos

El museo también volverá a auditar la procedencia de todos los materiales en su colección y está en disposición, por supuesto, de devolver cualquier objeto robado a sus dueños legítimos. En 2018, el Museo de la Biblia determinó que un manuscrito de su colección vendido varias veces previamente había sido robado en la Universidad de Atenas en 1991. El museo lo devolvió de inmediato a Grecia.

Christopher Rollston, especialista en textos semíticos de la Universidad George Washington en Washington D.C., celebra este esfuerzo por hacer las cosas bien. “El Museo de la Biblia hizo mal las cosas hace ocho o diez años y fue criticado duramente, pero con razón”, afirma. “Creo que en los últimos años ha hecho varios intentos para enderezar su rumbo”.

“Si existe un tema que está siempre en la Biblia, este es el perdón y la posibilidad de redención cuando alguien se sincera”, añade. “Y aquí hay una arrepentimiento real”.



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