Madrid en cinco cocidos biográficos
Aunque habrá quien ya esté deseando hacer el cambio de armario, ya se sabe lo que avisa el dicho: “Hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo” Eso, en la capital, se traduce en que aún quedan semanas por delante en las que el cuerpo no hará asco alguno a un buen cocido. La siguiente selección tiene mucho de biografía –la mía, se entiende- y un poco de dubitación, pues todas las direcciones mencionadas son dignas del primer puesto. Es por eso que ya aviso que la enumeración no lleva a un podium, sino simplemente a remarcar que éstos son mis cinco cocidos imprescindibles de Madrid.
1. La Bola. Es normal comenzar por aquello que levanta nostalgia, que en este caso para mí es este local emblemático del centro de Madrid, el primero de los cocidos de mi biografía gastronómica. Hace poco volví –después de una larga ausencia- y he de decir que mis deliciosos recuerdos no habían sido distorsionados por el paso del tiempo. Ni que éste tampoco había dañado la calidad del restaurante. La Bola sigue ofreciendo uno de los cocidos más sabrosos de la capital, manteniendo además la tradición de preparar el cocido madrileño como antaño, cocinándolo en pucheros de barro individuales puestos al calor del carbón de encina. Abierto en 1870, sigue en manos de la familia Verdasco, que hoy recibe lugareños y guiris a partes iguales. Un consejo: no se les ocurra aparecer sin reservar, si no quieren darse un paseo en balde. Precio: 20 euros. (C/ Bola, 5)
2. Casa Carola. Ya he dicho que en mi familia no había más cocido que el de La Bola y el de mi madre. Hasta que un día me recomendaron este local del barrio de Salamanca. Reconozco que soy muy de sopa, pues ahí queda toda la sustancia del cocido. Puede ser por este vicio mío que yo haya llegado a repetir hasta tres veces de la excepcional sopa de Casa Carola. O quizás la razón sea más sencilla: que cuando uno hace bien una cosa, mejor centrarse en ello. Es por eso que el menú de mediodía de este local sólo cuenta con un único plato. ¿Adivinan cuál?. Aquí lo sirven como manda la tradición, en tres vuelcos: primero la sopa, luego la verdura y los garbanzos -deliciosos- y, para terminar, las carnes y embutidos. Con un precio fijo de 29 euros, se puede repetir cuanto se desee y lo acompañan de una copa de cava, unas croquetas de cocido de aperitivo, postre, café y chupito. Si el estómago dice basta, el cliente se puede llevar en un tupper lo que sobreviva en las fuentes. (c/Padilla, 54)
3. Malacatín. Su decoración taurina y algo folclórica suele llevar a engaños a los que entran a su comedor por primera vez. Contrariamente a lo que puede parecer, no es una trampa turística para guiris y su cocido de tres vuelcos se encuentra entre los más afamados de Madrid. Abierto en La Latina desde el año 1895, en la actualidad el restaurante sigue en manos de la misma familia, representada por José Alberto Rodríguez, biznieto de sus fundadores, Julián y María. La sopa del Malacatín también es de las que nos emocionan a los adictos a la cuchara, sabrosa y con su capita rojiza. Los garbanzos, la verdura y las carnes lo confirman como uno de los indisctuibles en cualquier podium de cocidos. Conviene reservar, sobre todo si se va en grupo, pues el local no es demasiado grande. El precio del cocido es de 19,50 euros. (c/ Ruda, 5)
4. Lhardy. Antes de nada, he de matizar que el cocido de Lhardy se encuentra entre mi biografía… pendiente. Pero, ¿cómo no iba a mencionar a uno de los clásicos de Madrid en esta materia? Prometo que de este año no pasa, y quizás sea un buen momento, pues el mítico restaurante madrileño cumple 175 años. A Lhardy hay quien entra para tomarse un tazón de su famoso consomé y continuar ruta hacia sus quehaceres. Y también quien se sienta a sus mesas con servicio de plata y ordena su cocido de tres vuelcos, que tiene fama de prepararse con los mejores ingredientes y siguiendo la receta de siempre. El precio es de 35 euros e incluye un aperitivo de tartaletas de ensaladilla y croquetas. (Carrera de San Jerónimo, 8)
5. El Charolés. No es fácil probar uno de los cocidos más afamados de Madrid. A no ser que se viva en San Lorenzo de El Escorial, se sea autónomo o uno pueda hacer de su capa un sayo a la hora de comer. Y es que en El Charolés el cocido se sirve sólo los lunes, miércoles y viernes, por lo que es necesario reservar si uno no quiere volverse a la capital sin haberlo catado. Su fama no es gratuita. El mimo a la hora de seleccionar los mejores productos es una de sus claves: la textura del tocino y el sabor de los garbanzos de Fuentesaúco no se olvidan fácilmente. Precio: 29 euros. (Calle Floridablanca, 24. San Lorenzo de El Escorial)
Texto: Nuria Cortés
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