lunes, 16 de diciembre de 2013

Viajes. Nubia

La lejana Nubia, el amplio territorio que se extendía desde el sur del actual Egipto hasta el norte de Sudán, era para los antiguos egipcios «el país del oro» por antonomasia, Nebu. No es que fuera la única fuente del metal precioso que tenían los faraones, pues en el mismo Egipto se explotaban numerosas minas de oro, localizadas en su mayor parte al sur de Coptos y en Kom Ombo, no lejos de la primera catarata del Nilo. También se importaba oro de Asia, como revela el que aparece registrado en el templo de Ramsés III en Medinet Habu. Pero los yacimientos de oro más importantes, tanto por la cantidad como por la pureza, se encontraban en dos áreas meridionales. Por un lado, en los desiertos montañosos del sureste de Egipto, sobre todo en el Wadi Hammamat, y, por otro lado, en el extensísimo territorio de Nubia, repartido hoy día entre Egipto y Sudán. Este último representó un desafío para los faraones, que desde las primeras dinastías se adentraron por la Baja Nubia, llamada Wawat, entre la primera y la segunda catarata del Nilo. Fue durante el Imperio Nuevo cuando descubrieron Kush, la Alta Nubia, la región situada entre la segunda y la cuarta catarata, una zona particularmente rica en oro. Para los faraones del Imperio Nuevo, Kush era importante no sólo por sus yacimientos de oro, sino también para establecer un corredor comercial camino del mar Rojo. Por ello dirigieron numerosas incursiones para dominar y pacificar la zona, que quedó bajo el mando de un virrey de Kush con los títulos de «Hijo del rey» y «Guardián de las Tierras de Oro del Señor de las Dos Tierras». El virrey se encargaba de asegurar las rutas comerciales y enviar a Egipto los tributos anuales, en particular el oro extraído en los yacimientos kushitas. Por ello, era también competencia suya supervisar el buen funcionamiento de las minas. Para reforzar el control egipcio sobre la zona, a partir del reinado de Tutmosis II se impuso la costumbre de educar a los hijos de los gobernantes locales en la corte faraónica, con el fin de «egipcianizarlos» y hacerlos retornar a su país convertidos en fieles partidarios de la cultura egipcia. Otros no tuvieron tanta suerte y viajaron a Egipto en calidad de cautivos y prisioneros. En busca de la mina perfecta



via http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/grandes_reportajes/8851/nubia.html

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