Galve, pueblecito perdido en los límites del Maestrazgo turolense, ha tenido la suerte de ser uno de los lugares de España donde han aparecido restos y huellas de dinosaurios. La historia de estos hallazgos va ligada a una persona: José María Herrero, quien desde niño se interesa por todo lo relativo a fósiles y huevos petrificados que salen al arar los campos.
De aquella labor, continuada por su prole, se publicaron los primeros trabajos en los años 50. Enseguida se dieron cuenta de que los yacimientos de Galve figuraban entre lo más importantes del Cretácico inferior (entre 130 y 120 millones de años).
Paleontólogos de distintas universidades de España y Europa vinieron a hacer estudios sobre el terreno, y de toda esta labor se creó en 1993 el Museo y el Parque Paleontológico de Galve. En el primero, clasificado en vitrinas, se puede ver desde restos de pequeños mamíferos del Cretácico hasta vértebras fosilizadas del Iguanodón, un animal que medía unos 9 m. de longitud, o un fémur de un Saurápodo, de 1,40 m. de altura, que por ser una especie cuyas características difieren de las halladas hasta ahora, se le ha bautizado como Aragosaurus, en relación con el lugar –Aragón– donde se ha encontrado.
Miguel Ángel Herrero, hijo de José María, pone gran pasión en las explicaciones que ofrece a los visitantes del museo y con una lupa de 20 aumentos muestra pequeños restos de mamíferos de aquella época, que desmitifican la creencia que tenemos de que entonces sólo había grandes animales. Nos daremos cuenta de que mientras algunas especies ya han desaparecido, otras -como el cocodrilo- apenas han sufrido cambios. (Horarios: de 10 a 14 h y de 16 a 20 h. Tel. 978 77 60 47).
La visita se puede completar en el Parque Paleontológico a la salida del pueblo. Allí se pueden observar dos ejemplares a tamaño natural de Iguanodón y Aragosaurus; si seguimos el sendero, tras pasar junto al puente medieval, podremos ver colgado entre paredes rocosas un reptil volador. En dirección contraria, una pista transitable en coche, en 5 km., nos lleva hasta una zona de icnitas (huellas de dinosaurio) bien señalizadas.
Los Saurópodos eran dinosaurios enormes, los mayores de esta especie, pero sólo se alimentaban de vegetales. El Iguanodón era más pequeño, andaba sobre las patas traseras y era herbívoro. Algunos llegaron a tener 2.000 dientes, lo que explica su capacidad para devorar árboles enteros. Los pequeños -Tiranosaurios y Driosaurios- podían alcanzar los 70 km. por hora, y los grandes Saurópodos como el Apatosaurio, sólo se movían a 4 km/h.
EXPLORANDO BAJO LA TIERRA
Si estamos cansados de tanto dinosaurio, por unos momentos podemos convertirnos en exploradores del mundo subterráneo acercándonos hasta la gruta de las Graderas, cercana a la población de Molinos. Esta cueva recibe el sobrenombre de cristal y su mayor atractivo reside en la gran cantidad de excéntricas, formaciones de estalactitas que se desviaron de su verticalidad debido a corrientes de aire. La cueva es pequeña y está formada por dos salas, ambas iluminadas; la más grande prersenta un sinfin de formaciones, todas de gran belleza (Ver foto arriba)
Por Jordi Bastart
CÓMO IR
Galve está al noroeste de Teruel, y se llega por una carretera local que desde cerca del puerto del Esquinazo (N-420) va hasta la A-228. Molinos está al noreste de la anterior, muy cerca de la N-221.
QUÉ VER
En la plaza Mayor de Molinos se levanta la Iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves, con dos portadas góticas.
En un rehabilitado Ayuntamiento hay una exposición dedicada al artista Eleuterio Blasco Ferrer, y sobre los lavaderos públicos hay un pequeño museo del entorno natural y rural.
A la salida de Molinos está el Instituto de Restauración del Maestrazgo, escuela taller que imparte cursos de restauración de muebles antiguos, pintura y escultura.
DÓNDE COMER
En esta zona del Maestrazgo, el cordero y el ganado porcino constituyen el fundamento de una cocina contundente, de acuerdo con los rigores invernales, junto con las ollas, pucheros y estofados, en los que interviene la carne de caza y gran variedad de embutidos.
En el restaurante La Yedra (Galve), encontramos comida sencilla pero de gusto: morro de cerdo con judías o los garbanzos con salsa de almendras.
En Molinos podemos comer en El Fontanal o el Hostal de la Villa, ambos en el centro del pueblo y dotados con cocina tradicional: caldereta de cordero, conejo escabechado, o las judías blancas con oreja de cerdo.
via jordibastart@turismoverde.com http://espirituviajero.com/galve-teruel-viaje-al-cretacico/
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